jueves, 30 de octubre de 2008

Proyección en Berlin

El documental Yerba Mala (Colectivo 7, 2008) se presenta en el Latinale 2008 – Festival Itinerante de Poesía Latinoamericana (15 – 22 de noviembre de 2008 en Berlín, Halle y Bremen).
La proyección de nuestra película será el Jueves, 20 de noviembre, en el Central-Kino Berlín
Más información en:
http://latinale.blogsport.de

martes, 28 de octubre de 2008

Un Poco de amor francés




El viernes pasado nota en el Soy de Página 12

Un poco de amor francés

Pierre y Gilles son una pareja de artistas franceses que exploran y reinventan imágenes populares que van mucho más allá del kitsch y la cultura gay, destinadas, según ellos mismos, a ver la vida de manera más amplia, a “tratar de comprender las diferencias”.

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jueves, 23 de octubre de 2008

Reseña Yerba Mala y Festival de cine

Festival en Donaire (Sanchez de Bustamante y Humahuaca) Capital Federal.

Sábado 22 de Noviembre
21.30 hs "Humillados y ofendidos", de Javier Horacio Alvarez, César Brie y Pablo Brie (Bolivia, 2008, 48 min.)

22.30 hs "Cholita paceña", de Colectivo 7 (Bolivia, 2008, 20 min.).

23 hs "Yerba Mala", de Colectivo 7 (Bolivia, 2008, 66 min.).

Yerba Mala: la rebelión de los invisibles

Por Facundo García (Página 12)

La figura del escritor se ha convertido en una caricatura mediática. Un maniquí de polera negra, barba y lentes que certifican su condición de inteligente o sagaz. Pues bien: en esta película no aparece ni uno de esos engendros. Porque “Yerba Mala” es una expedición a las entrañas sudamericanas; pero también a las profundidades de la literatura de verdad, esa que saca su tinta de la vida y no de la publicidad o del márketing.
En el Alto –la ciudad más joven de Bolivia-, dedicar horas de trabajo a las letras significa trocar comida, vestimenta y techo por la necesidad íntima de creer que alguien va a apasionarse con esas palabras que salen desde el fondo del alma. Así es como a cuatro mil metros de altura cierta cofradía de narradores lleva adelante una editorial cartonera. Un cálculo sencillo basta para entender el rol que cumplen: el sueldo básico de allá es de quinientos bolivianos, mientras un libro sale más de cien (y no los compra casi nadie, obviamente). En consecuencia, estos quijotes venden sus poemarios, colecciones de cuentos y novelas a sólo cinco mangos. Y emociona ver cómo su puesto en la feria se llena de laburantes contando moneditas.
Por supuesto que mantener la movida no es sencillo. Especialmente cuando –como lo muestra este documental- las multinacionales operan en contra de cualquier irreverencia. Entonces la soledad del escritor andino se torna mucho mayor. Es más: es toda la literatura boliviana la que está aislada; minusvalorada por élites que, montadas sobre el mercado o sobre un cinismo masturbatorio, establecen qué es lo oficial y qué es lo alternativo. Lo que hacen estos morochos no cabe en esas mezquindades. Brota de un compromiso que quema las vísceras y que a veces –como lo demuestra el reciente suicidio de Crispín Portugal, la última voz que se escucha en el largometraje- puede abrir compuertas inesperadas.
El Colectivo 7 se pasó ocho meses en la zona del Alto: los artistas entrevistados terminaron siendo viejos conocidos. A partir de ese cariño, se convirtieron en guías para perderse entre los ómnibus de aquellas periferias, en médiums para contactarse con los demonios de La Calle de los Brujos y en presentadores de los insólitos espectáculos de lucha libre que hace tiempo protagonizan las cholitas más guerreras.
¿Para qué el arte? ¿Para quién? ¿Qué es la cultura? Esas y otras preguntas merodean por este trabajo, en el que la ficción se entremezcla con la realidad y consigue arrancarle susurros de esperanza.

martes, 7 de octubre de 2008

Crónica social de un kurepa en Paraguay

Renacer viajó a Asunción para hacer un balance de los primeros meses de gobierno de Fernando Lugo. Reforma agraria, Itaipú y la deuda social.

El micro cruza el territorio paraguayo de este a oeste; de Ciudad del Este a la capital Asunción. Las chiperas suben al bus cada veinte kilómetros y ofrecen pan y chipa a mil guaraníes (poco menos de un peso) la pieza. La ruta atraviesa los campos cubiertos por un mar de soja transgénica, ese “yuyo maldito” o “cereal milagroso” –según quien lo adjetive- que se reproduce en las ricas tierras paraguayas con la misma fuerza que las carencias de los campesinos guaraníes. “Todo esa tierra era monte. Ahora es soja de unas pocas familias”, me confiesa Guido, un campesino que viaja a Asunción para visitar a uno de sus hijos. “Negociados del Partido Colorado, chera´a (compadre). Arreglos con patrones y terratenientes brasiguayos. Estamos esperando la reforma agraria, chera´a. El campesinado no aguanta más”, explica antes de bajarse en la terminal de buses de Asunción.

La primavera en la capital es húmeda y calurosa. “Mucho calor, chera´a. En los años de Stroessner estaba prohibido decir que la temperatura estaba por arriba de los treinta grados. Cuestiones psicológicas para tener tranquilo al pueblo”, explica un cambista en pleno centro de la ciudad. El termómetro social y político paraguayo parece que supera largamente esa temperatura ideal. Las tapas de los principales diarios destacan que en el encuentro anual de productores agropecuarios se criticó con dureza la posibilidad de una reforma agraria y advirtieron sobre la formación de guerrillas campesinas. “Pido a Dios que no tengamos que convertir las máquinas agrícolas en tanques”, arengó un empresario del sector. Ningún matutino habla de las fuerzas paramilitares de los terratenientes ni de del proyecto de ley sobre agrotóxicos frenado en el congreso. Es que desde hace varias semanas, los barones sojeros andan temerosos de los cambios en las leyes de tierras que se viene impulsando desde el joven gobierno del ex obispo Fernando Lugo.

Con menos de 100 días en el Palacio López – la casa de gobierno paraguaya-, Lugo ya tuvo que apagar unos cuantos incendios: intentona golpista, renegociación de los contratos por la represa de Itaipú y levantamientos campesinos. Paraguay cambia. Es que el triunfo de abril pasado de la alianza variopinta encabezada por el ex cura tercermundista puso fin a casi 61 años de predominio del Partido Colorado- incluyendo los 35 años en el poder del feroz dictador Alfredo Stroessner- y dio un certero cross a la mandíbula del corrupto arco político paraguayo. Sin embargo, el aparato del Partido Colorado y sus nichos de saqueo y corruptela todavía siguen funcionando en buena parte del país. “Imagínese que tengo 40 años y no tuve un presidente de otro partido. Esto va a llevar su tiempo, pero confiamos en el presidente Lugo”, explica el cambista mientras agita varios billetes frente a su cara para frenar el calor corporal.

Dictaduras, amiguismo disfrazado de populismo, asesinatos, desapariciones, alianzas con Washington y neoliberalismo fueron algunos de los trajes que supo calzarse el Partido Colorado durante sus seis décadas en el poder. El atraso económico, político y cultural que condenó a la pobreza a la gran mayoría del país –con una población de siete millones de habitantes de los cuales un millón tuvo que migrar al exterior para sobrevivir- es la herencia colorada que dejó al Paraguay al rojo vivo. “Vivíamos en el interior, pero como no hay trabajo ni tierra acá estamos”, me cuenta Carlos, un campesino devenido en cartonero que vive en La Chacarita, una barriada popular ubicada a pasitos del histórico Cabildo y El Palacio López.

Asunción es una ciudad donde los extremos viven pegados como vecinos indeseados. Las barriadas y villas miserias se cuelan entre los muros y alambrados de los shoppings con aires de Miami. La parafernalia y la grandeza de sus caserones sacados del film “Lo que el viento se llevó”, los lujosos autos importados y los mercados opulentos de ropas gringas se pierden en la inmensidad del barroco chaperío de la barriada popular, el pie descalzo guaraní y el tereré que ayuda a estirar la jornada. “Hay vientos de cambio. Nada puede ser peor a la corrupción que vivía el país”, dice entusiasmado José, un joven escritor paraguayo, mientras compartimos un cocido cerca del popular Mercado 4.

Lugo avanza cauteloso en sus decisiones. Juega un partido donde buena parte de los jugadores de su equipo todavía creen que visten la casaca colorada. Ya tuvo varios goles en contra: intentona golpista, aprietes de los terratenientes y problemas por su minoría en el parlamento. Pero también ha hecho buenos avances: investiga los crímenes de la dictadura, prohibió la compra de tierras fronterizas a extranjeros, renegocia el precio de la energía que le compra Brasil en Itaipú (vergonzosamente el país guaraní le subsidia la energía eléctrica a la quinta potencia del mundo) y anunció importantes mejoras en la salud pública y las jubilaciones. La reforma agraria y garantizar los derechos de los sectores más olvidados del país (campesinos e indígenas) todavía son deuda pendiente.

Por algo se empieza, aunque sea por la ética de no meter la mano en el bolsillo del pueblo. Si después de tantos años de corruptela y opulencia colorada si hasta sorprende que el presidente haya decidido no habitar la lujosa mansión presidencial. Dicen que Lugo sigue viviendo en su pequeña pieza del barrio de Lambaré, entre biblias y tererés, y que cada tanto se reza un padrenuestro para ganar fuerzas. Hay que ver si Tatita le hace la gauchada y le da una mano.

Por Nicolás G. Recoaro – Desde Asunción del Paraguay