tag:blogger.com,1999:blog-7500231012475834542024-03-05T07:08:44.427-08:00Los OdexNicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.comBlogger535125tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-33358574421119105332023-06-28T05:38:00.004-07:002023-06-28T05:44:51.082-07:00Carnavalito del Jujeñazo<p> "<em>Dicen que los del norte somos callados/Pero cuando nos joden, nos levantamos"</em>. Estribillo de carnavalito combativo. Suena en las protestas del <a href="https://www.tiempoar.com.ar/politica/el-jujenazo-no-se-apaga-masiva-marcha-de-antorchas-en-san-salvador/" rel="noreferrer noopener" target="_blank">Jujeñazo</a>, que ya lleva semanas, entre la protesta docente, la reforma constitucional exprés de Gerardo Morales, las marchas, la represión. El canto suena fuerte. Desde el centro de San Salvador hasta las comunidades de la Quebrada, las Yungas, los Valles orientales, la Puna y mucho más allá. <strong>El pueblo de Jujuy alza su voz: "Abajo la reforma, arriba los salarios", "Basta de represión", "Libertad a los presos por luchar", "No al negocio asesino del litio", "Tierra para las comunidades originarias".</strong></p><!--wp:paragraph-->
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<p>Trabajadores, pueblos indígenas, desclasados, olvidados. Los de abajo están cansados del autoritarismo, las políticas del hambre y la mano dura que viene de arriba, del gobierno que conduce como patrón de estancia <strong>el que la mayoría de acá le llama "Emperador"<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Gerardo_Morales" rel="noreferrer noopener" target="_blank"> Gerardo Morales</a>. </strong>Erke, charango, bombo; guardapolvo y wiphala, explota un carnavalito para luchar, <strong>en una tierra que se volvió tubo de ensayo de lo que puede ser la Argentina 2024.</strong></p>
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<p>San Salvador. La plaza Belgrano es el centro neurálgico de las protestas, a pasitos de la Legislatura donde el martes la guardia pretoriana del "Emperador" desató el <em>bloody sunday jujeño</em>. La policía local no ahorró en gases lacrimógenos, balas de goma y hasta piedras lanzadas con gomeras contra las columnas de docentes, agricultores, militantes y autoconvocados. <strong>Protestaban en paz contra la reformada Constitución que resta derechos y suma beneficios para los negocios non sanctos. El saldo: casi 200 heridos y 68 detenidos</strong>. </p>
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<p>"Cuando me agarraron me llevaron a la Legislatura, que usaron como punto para empezar a detener personas. <strong><a href="https://www.tiempoar.com.ar/informacion-general/docente-detenido-santiago-maldonado/" rel="noreferrer noopener" target="_blank">Me subieron a un patrullero y me golpearon. Me dijeron 'te gustan los derechos humanos'. Me hicieron rezar</a></strong>. De ahí, luego de los golpes y maltrato nos llevaron al penal. Allí te ve el médico, te desnudan, filman, te siguen maltratando y verdugueando. <strong>Me decían que era el próximo Santiago Maldonado</strong>. Es la rienda suelta que les dio Morales para que hagan lo que quieran". Son declaraciones del docente Juan Ferrero, liberado luego de tres días de encierro en Alto Comedero, la cárcel encajada en los márgenes de San Salvador. </p>
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<p>El miércoles por la tarde, antes de que comience la marcha de antorchas, cerca de la longeva Catedral que data del 1593, protesta Edith, trabajadora del gremio de la salud. La curtida enfermera asistió a los heridos frente a la Legislatura: "<strong>Mire que tengo muchos años, pero nunca ha pasado algo así. La policía tiraba a mansalva. Se infiltraba entre la gente que protestaba en paz. </strong>Arriaban y cazaban como grupos de tarea, después fueron a los barrios. La gente llegaba cortada, golpeada, con mucha angustia, con pánico. Algo que nunca vivimos en la provincia".</p>
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<p>En la capital es un secreto a voces: <strong>el precandidato a vicepresidente de Larreta premió a sus cosacos con bonos de 50 mil pesos. Bastante más que los devaluados $ 32 mil del salario básico de los docentes</strong>. El eslogan oficial es clarito: "Jujuy, el Norte a seguir" para la alianza cambiemita.</p>
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<h2>Más balas, menos tizas</h2>
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<p>"<em>Poco a poco mi sueldito/se termina</em> <em>rapidito/Sólo pago los impuestos / No me alcanza pa' comer…"</em>, cantan decenas de maestras y maestros no muy lejos de la Casa de Gobierno. Cuatro estatuas de la tucumana Lola Mora custodian el palacio de estilo Beaux Arts, también un pelotón de azulados uniformados. Las obras se titulan "La Libertad", "La Paz", "La Justicia" y "El Progreso". <strong>Cuatro pilares pisoteados por el gobernador.</strong></p>
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<p>Hace meses que los trabajadores de la tiza luchan por la reapertura de las paritarias y contra sus salarios miserables. Sonia Burgos es maestra de primaria. Da clases en la Escuela N° 119 General Savio de Palpalá, localidad enclavada a 13 kilómetros de San Salvador: "<strong>Dígame cómo se alimenta a una familia con un sueldo que no cubre la canasta básica. Morales miente, el blanco araña los 30 mil pesos,</strong> el resto son ingresos grises y muchos negros, que no se aportan a la Anses. Gastan en balas, ahorran en nuestros salarios".</p>
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<p>Soledad también ejerce la docencia en Palpalá. Está indignada porque el gobierno publicó una solicitada en El Tribuno y El Pregón, medios arrodillados ante el mandamás radical: "<strong>En la contratapa del diario pagaron un aviso mentiroso, que dice que todos los docentes tenemos sueldos arriba de los $ 130 mil pesos</strong>. Usan a los medios para manchar nuestra lucha". </p>
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<p>Marcela luce orgullosa su guardapolvo y da clase sobre la realidad escolar: "Antes se repartían meriendas con leche, queso y frutas. Ahora es puro té y miñones. Las familias pasan hambre, no se aguanta más".<br />Cae pesada la noche. <strong>Docentes cantan un tinku frente al Ministerio</strong>. Las voces suben hasta los cerros negros pintados por Goya y se pierden en el Altiplano: "Morales gato, te robaste la educación".</p>
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<h2>Los dueños de la tierra</h2>
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<p>La Ruta 66 conecta San Salvador con <strong>Perico</strong>, capital del departamento de El Carmen, zona rica y fértil para la agricultura y la ganadería. El corte es a unos 30 kilómetros de la capital. <strong>Pequeños agricultores y vecinos empobrecidos alimentan una fogata al costado del camino. </strong></p>
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<p>Mabel es ama de casa. Fuerte como un roble, protesta con su hijita en brazos. Dice que mantienen la medida en contra de la reforma: "No queremos la nueva Constitución, nos pueden sacar la tierra. Perico es una localidad históricamente castigada. Desalojan y las tierras se las dan a los amigos. Acá cerca está la finca El Pongo, un espacio donde desde hace más de cien años se producían verduras, frutillas y había ganado. Cuatro generaciones. <strong>Hace un tiempo, el gobernador sacó a los agricultores y abrió una empresa para plantar marihuana". </strong></p>
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<p>El emprendimiento de cannabis industrial con aportes estatales se llama <a href="https://cannava.com.ar/" rel="noreferrer noopener" target="_blank">Cannava </a>y <strong>es dirigido por un heredero del Emperador, su hijo Gastón</strong>: "No es estatal, es un <strong>negocio familiar</strong>, porque el gobernador pone la gente a dedo, y en Perico no tenemos ningún beneficio. Es más,<strong> ese predio fue donado para la construcción de un hospital, que nunca se hizo.</strong> En el centro de salud hace dos años que no tenemos pediatra, si hay que atender a mi hija tengo que viajar a San Salvador", denuncia la señora bajo el sol árido del mediodía.</p>
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<p><strong>Carlos Cardozo es parte de los gauchos que llega a caballo al corte.</strong> Ellos también apoyan: "Estas son tierras que trabajaban mis ancestros. Maíz, garbanzo, verdura. Lucho por ese legado, por esa historia, señor. Los gobiernos de turno nos sacan la tierra. Hacen negocios entre ellos y a nosotros nos dejan migajas. Es un avasallamiento total. Tenemos que unirnos en toda la provincia para que se vayan: radicales, peronistas, se tienen que ir porque no ayudan al pueblo.” </p>
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<p>Don Cardozo muestra las manos curtidas, repletas de historias de lucha: “Me las rebusco para vivir, pero hay vecinos que fueron desalojados y murieron. <strong>Vamos a pelear contra Morales, de acá no me saca</strong>”.</p>
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<p>En la Ruta 9 que lleva a La Quiaca, la fila de autos, colectivos y camiones parece una serpiente emplumada. Se enrosca frente al corte, a la altura de Purmamarca. El telón de fondo es la Quebrada de Humahuaca y sus cerros de siete millones de colores. </p>
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<p>En el cruce con la Ruta 52 que lleva al Paso de Jama, deliberan los comuneros, representantes de las comunidades indígenas del norte olvidado. Antes del mediodía, el viento aúlla y es helado, corta la cara como una navaja. Entre gomas, maderas y chapas, un cartel grita en prolija letra imprenta: "Morales, vos sos la dictadura".</p>
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<p>Purmamarca, Tilcara, Abra Pampa, Humahuaca, <strong>los cortes de ruta que bombean resistencia popular y originaria al Jujeñazo eran al menos 15 hasta ayer.</strong> Memoria presente de cinco siglos de lucha. A este pueblo que se animó a un éxodo masivo por la Patria se lo debe respetar. </p>
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<p>Ismael es un pibe nacido y criado en la comunidad de Chalala. El estudiante de sonrisa clara como las salinas del Altiplano milita la causa del Tercer Malón de la Paz, que nuclea a los pueblos indígenas: <strong>"Vamos a seguir resistiendo. Morales hizo la reforma sin consultar a las comunidades. Es totalitario y corrupto".</strong> </p>
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<p>El pibe tira una maderita para alimentar las llamas, dice que en las comunidades hay miedo: <strong>"Van a llegar las mineras para sacar el litio</strong>, ya sabemos lo que hace la megaminería, se llevan todo y destruyen la tierra. ¿Dónde están nuestros derechos?". El viento responde con el silencio de la quebrada.</p>
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<p>Balbina vive en Guadalupe de la Peña, una localidad abandonada por el Estado, a 80 kilómetros de Abra Pampa. Convida unas hojitas de coca: "<strong>Este es un lugar muy rico en minerales.</strong> Ahora se acuerdan de nosotros, nos quieren saquear. El territorio es nuestro, lo quiero dejar para mis hijos, y lo quiero dejar sano. Somos felices sin las mineras".</p>
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<p>Desde la comunidad de Colorado se arrimó al corte la señora María. Sabia cocinera: corta papitas, pica cebollitas, condimenta unos pedacitos de carne. Guiso casero para los comuneros. La lucha es horizontal y más heterogénea de lo que vende el discurso oficial. La señora es generosa como la Pachamama: "<strong>Venimos para defender nuestra tierra, la que nos alimenta, la que nos deja criar ganado, plantar y vivir en paz. Ellos sólo la ven como un negocio". </strong></p>
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<p><strong>María fue herida en la salvaje represión de la semana pasada en Pur</strong>mamarca: "Me dieron en la pierna. Tuve miedo, pero en las corridas pensé, 'es vivir o morir'. Esta es la tierra de mis abuelos, de mis padres, de mis hijos, de mis nietos. No nos vamos. Libres o muertos, pero jamás esclavos. <strong>Sangre originaria</strong>", dice doña María. Sangre que corre por las venas abiertas del pueblo jujeño. <strong>La que mancha las manos del gobernador.</strong></p><p><strong>Publicada en Tiempo Argentino. </strong></p>
<!--/wp:paragraph-->Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-3164597002576700012023-05-08T05:46:00.002-07:002023-05-08T05:46:22.179-07:00El grunge no murió<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">“Grunge is dead”. Corre 1994 y la remera de Kurt Cobain grita lo que su propia muerte se encargaría de hacer carne: el final del grunge en los albores de la larga década del noventa. Pero, ¿murió el grunge? “Ni a palos”, refutan les muchaches de camisas leñadoras y borcegos curtidos que hacen fila frente al Teatro Vorterix en la noche gélida del lunes.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Peregrinaron hasta Colegiales para ver a los Stone Temple Pilots, miembros del furgón de cola de aquel parnaso conformado por Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden y los más oscuros Alice in Chains. Tiempos de descuento del vaquero Bush padre en Gringolandia y también del nefasto menemato neoliberal en estas pampas. Con aura más cercana al hard rock, los californianos STP se montaron –copiaron, decían muchos críticos- a la ola parida en Seattle allá por 1992. Dosis desparejas de riffs pesados herederos de Led Zeppelin, una pizca de glam, muchas canciones gigantes y <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Scott Weiland, frontma</span>n endemoniado, digno hijo putativo de Jim Morrison.</p><div class="widget-text wp_widget_plugin_box ad-120" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px;"><div id="div-gpt-ad-614887525704b-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654//NS_Passback_inRead_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"></div></div></div><div class="widget_text col-7 entre-1 d-none d-sm-none d-md-block d-lg-block" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; flex: 0 0 58.3333%; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; height: 0px; letter-spacing: -0.2px; max-width: 58.3333%; padding-left: 15px; padding-right: 15px; position: relative; width: 376.25px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: border-box;"><div data-google-query-id="CLri_43f5f4CFUoEuQYdTcEPVg" id="div-gpt-ad-1665785398492-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"><iframe aria-label="Advertisement" data-google-container-id="5" data-load-complete="true" frameborder="0" height="1" id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" marginheight="0" marginwidth="0" name="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" role="region" scrolling="no" style="border-style: initial; border-width: 0px; box-sizing: border-box; vertical-align: bottom;" tabindex="0" title="3rd party ad content" width="1"></iframe></div></div></div></div><h2 style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 1.25rem; font-weight: 500; letter-spacing: -0.2px; line-height: 1.2; margin-bottom: 0.5rem; margin-top: 0px;">Peor vida</h2><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Tres décadas después, con dos vocalistas que pasaron a peor vida –Weiland en 2015 y Chester Bennington, ex Linkin Park, en 2017-, por cuarta vez los STP suben a un escenario porteño a la hora señalada. Pasan los años, pasan los jugadores, pero la fórmula sigue intacta. Los hermanitos<span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;"> DeLeo, refinado Robert en bajo y manos mágicas Dean en la guitarra, y el blondo baterista Eric Kretz demuestran que la máquina sigue aceitada.</span> <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">En las voces los acompaña Jeff Gutt, el muchacho salido del reality <em style="box-sizing: border-box;">X Factor</em></span> que sin transpirar se carga al hombro la pesada mochila de <a data-id="https://www.tiempoar.com.ar/espectaculos/cinco-anos-sin-scott-weiland-el-angel-caido-que-nacio-del-grunge-quiso-ser-bowie-y-se-transformo-en-un-icono-del-hard-rock/" data-type="URL" href="https://www.tiempoar.com.ar/espectaculos/cinco-anos-sin-scott-weiland-el-angel-caido-que-nacio-del-grunge-quiso-ser-bowie-y-se-transformo-en-un-icono-del-hard-rock/" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;">Weiland </a>y conquista a la hinchada desde el primer alarido.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">El arranque de los paridos en San Diego –los pibes se conocieron en un recital de Black Flag en las postrimerías de los ’80- es una patada voladora que te lleva de vuelta a los noventa. “Wicked Garden”, “Vasoline” y “Big Bang Baby”, tres clásicos de clásicos de la santísima trinidad hecha disco: <em style="box-sizing: border-box;">Core</em> (1992), <em style="box-sizing: border-box;">Purple </em>(1994) y el más experimental <em style="box-sizing: border-box;">Tiny Music… Songs from the Vatican Gift Shop</em> (1996). Gutt se estira como un gato sobre el escenario y amaga con tirarse de cabeza al campo. Abajo es un infierno encantador.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"></p><h2 style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 1.25rem; font-weight: 500; letter-spacing: -0.2px; line-height: 1.2; margin-bottom: 0.5rem; margin-top: 0px;">Pila de himnos</h2><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">¿Quieren hits? Los STP tienen pila de himnos. Entonces estallan “Big Empty” y, obvio, “Plush”. Con “Interstate Love Song” podés cerrar los ojos, viajar sin escalas a un desierto de la Costa Oeste y recitar sin saudade un poema de aires borgeanos: “Se va en un tren al sur / Sólo ayer, mentiste / Promesas de lo que parecía ser / Sólo vi pasar el tiempo / Todas estas cosas te dije”. Del sueño americano, o pesadilla a secas, te despierta el rayo láser de los grandotes de seguridad que “marcan” a los que hacen mosh o prenden un porro. Entre nos, les trabajadores me contaron que, en su día, los patrones no pagaron extra este 1º de Mayo. Hay que seguir luchando.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">El cierre es a toda orquesta con “Sex Type Thing”. Con Gutt en llamas, para apagarse se tira en un clavado perfecto al mar de cuerpos y nada a la deriva entre los brazos. ¿Quién dijo que el <a data-id="https://www.tiempoar.com.ar/espectaculos/a-30-anos-de-nevermind-nirvana-y-la-ultima-gran-revuelta-del-rock/" data-type="URL" href="https://www.tiempoar.com.ar/espectaculos/a-30-anos-de-nevermind-nirvana-y-la-ultima-gran-revuelta-del-rock/" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;">grunge</a> se había ido a pique? Los STP siguen a flote. Vivitos y coleando.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Publicado en <i>Tiempo Argentino</i>, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/espectaculos/stone-temple-pilots-vivitos-y-coleando-en-buenos-aires/">acá</a>.</p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-38112905837380179712023-05-08T05:35:00.003-07:002023-05-08T05:35:45.826-07:00Mamás de Ayacucho<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">«Vivos los llevaron. Vivos los queremos». La frase está tatuada sobre la fachada del Museo de la Memoria. Se puede apreciar en el mediodía lluvioso de marzo, en el corazón de Ayacucho, ciudad del centro-sur peruano, colgada de los Andes, a 2761 metros sobre el nivel del mar.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">El mural muestra a un grupo de mujeres de pollera marchando con sus carteles memoriosos. Piden justicia por sus familiares, víctimas del terrorismo de Estado y de las guerrillas de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru durante los años ochenta y noventa. En el mural también puede leerse otra máxima: «Para que no se repita».</p><div class="widget-text wp_widget_plugin_box ad-120" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px;"><div id="div-gpt-ad-614887525704b-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654//NS_Passback_inRead_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"></div></div></div><div class="widget_text col-7 entre-1 d-none d-sm-none d-md-block d-lg-block" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; flex: 0 0 58.3333%; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; height: 0px; letter-spacing: -0.2px; max-width: 58.3333%; padding-left: 15px; padding-right: 15px; position: relative; width: 376.25px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: border-box;"><div data-google-query-id="CLHqm9nd5f4CFftRuAQdX4QKyw" id="div-gpt-ad-1665785398492-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"><iframe aria-label="Advertisement" data-google-container-id="5" data-load-complete="true" frameborder="0" height="1" id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" marginheight="0" marginwidth="0" name="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" role="region" scrolling="no" style="border-style: initial; border-width: 0px; box-sizing: border-box; vertical-align: bottom;" tabindex="0" title="3rd party ad content" width="1"></iframe></div></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Según el Informe final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación del 2003, las dos décadas de violencia dejaron un saldo 69.280 muertos y desaparecidos en el país andino-amazónico. Ayacucho fue el departamento más castigado, con 20 mil víctimas. En Huamanga –como también se conoce a la provincia– el profesor de Filosofía, Abimael Guzmán fundó Sendero Luminoso y las Fuerzas Armadas enviadas por los presidentes Fernando Belaúnde Terry (1980-1985), Alan García (1985-1990) y el dictador Alberto Fujimori (1990-2000) ejercieron el terror contrainsurgente. Dos tercios de las víctimas eran de origen indígena, campesino y quechua hablantes. En quechua, Ayacucho significa el rincón de los muertos. También, el lugar donde moran las almas.</p><div class="img-container mt-3" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin-top: 1rem !important;"><figure class="wp-block-image size-large" style="box-sizing: border-box; margin: 0px 0px 1em; text-align: center;"><img alt="" class="wp-image-587513" height="683" loading="lazy" sizes="(max-width: 1024px) 100vw, 1024px" src="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/20230416-Museo-Memoria-Ayacucho-NGR-1-1024x683.jpg" srcset="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/20230416-Museo-Memoria-Ayacucho-NGR-1-1024x683.jpg 1024w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/20230416-Museo-Memoria-Ayacucho-NGR-1-400x267.jpg 400w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/20230416-Museo-Memoria-Ayacucho-NGR-1-768x512.jpg 768w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/20230416-Museo-Memoria-Ayacucho-NGR-1-767x511.jpg 767w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/20230416-Museo-Memoria-Ayacucho-NGR-1.jpg 1200w" style="border-radius: inherit; border-style: none; box-sizing: border-box; height: auto; max-height: 515px; max-width: 100%; vertical-align: middle; width: auto;" width="1024" /><figcaption style="box-sizing: border-box; margin-bottom: 1em; margin-top: 0.5em;">El Museo de la Memoria en Huamanga.</figcaption></figure><div class="credits text-right mt-2 d-flex justify-content-end align-items-center " style="align-items: center !important; box-sizing: border-box; display: flex !important; justify-content: flex-end !important; margin-top: 0.5rem !important; text-align: right !important;"><div class="credits-info d-flex flex-column mr-lg-2" style="box-sizing: border-box; display: flex !important; flex-direction: column !important; margin-right: 0.5rem !important;"><span style="box-sizing: border-box; font-family: "libre baskerville"; font-size: 13px; font-style: italic; line-height: 16.12px; margin: 0px;">Foto: NGR</span></div></div></div><div class="img-container mt-3" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin-top: 1rem !important;"><figure class="wp-block-image size-large" style="box-sizing: border-box; margin: 0px 0px 1em; text-align: center;"><img alt="" class="wp-image-587538" height="683" loading="lazy" sizes="(max-width: 1024px) 100vw, 1024px" src="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/mamis-de-Ayacucho-NGR-1024x683.jpg" srcset="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/mamis-de-Ayacucho-NGR-1024x683.jpg 1024w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/mamis-de-Ayacucho-NGR-400x267.jpg 400w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/mamis-de-Ayacucho-NGR-768x512.jpg 768w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/mamis-de-Ayacucho-NGR-767x511.jpg 767w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/mamis-de-Ayacucho-NGR.jpg 1200w" style="border-radius: inherit; border-style: none; box-sizing: border-box; height: auto; max-height: 515px; max-width: 100%; vertical-align: middle; width: auto;" width="1024" /><figcaption style="box-sizing: border-box; margin-bottom: 1em; margin-top: 0.5em;">Las Mamás de Ayacucho y su lucha.</figcaption></figure><div class="credits text-right mt-2 d-flex justify-content-end align-items-center " style="align-items: center !important; box-sizing: border-box; display: flex !important; justify-content: flex-end !important; margin-top: 0.5rem !important; text-align: right !important;"><div class="credits-info d-flex flex-column mr-lg-2" style="box-sizing: border-box; display: flex !important; flex-direction: column !important; margin-right: 0.5rem !important;"><span style="box-sizing: border-box; font-family: "libre baskerville"; font-size: 13px; font-style: italic; line-height: 16.12px; margin: 0px;">Foto: Nicolás García Recoaro</span></div></div></div><div class="img-container mt-3" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin-top: 1rem !important;"><figure class="wp-block-image size-large" style="box-sizing: border-box; margin: 0px 0px 1em; text-align: center;"><img alt="" class="wp-image-587536" height="683" loading="lazy" sizes="(max-width: 1024px) 100vw, 1024px" src="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Museo-Memoria-Ayacucho-cuadro-NGR-1024x683.jpg" srcset="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Museo-Memoria-Ayacucho-cuadro-NGR-1024x683.jpg 1024w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Museo-Memoria-Ayacucho-cuadro-NGR-400x267.jpg 400w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Museo-Memoria-Ayacucho-cuadro-NGR-768x512.jpg 768w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Museo-Memoria-Ayacucho-cuadro-NGR-767x511.jpg 767w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Museo-Memoria-Ayacucho-cuadro-NGR.jpg 1200w" style="border-radius: inherit; border-style: none; box-sizing: border-box; height: auto; max-height: 515px; max-width: 100%; vertical-align: middle; width: auto;" width="1024" /><figcaption style="box-sizing: border-box; margin-bottom: 1em; margin-top: 0.5em;">Memoria, Verdad y Justicia en el Perú.</figcaption></figure><div class="credits text-right mt-2 d-flex justify-content-end align-items-center " style="align-items: center !important; box-sizing: border-box; display: flex !important; justify-content: flex-end !important; margin-top: 0.5rem !important; text-align: right !important;"><div class="credits-info d-flex flex-column mr-lg-2" style="box-sizing: border-box; display: flex !important; flex-direction: column !important; margin-right: 0.5rem !important;"><span style="box-sizing: border-box; font-family: "libre baskerville"; font-size: 13px; font-style: italic; line-height: 16.12px; margin: 0px;">Foto: Nicolás García Recoaro</span></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Coraje y polleras campana</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">«Llevamos décadas buscando verdad, justicia, reparación digna, memoria para nuestros familiares. Esa es nuestra lucha», dice con voz firme pero serena Lidia Flores en el salón principal del museo, sede histórica de la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú (Anfasep). La estoica señora de acampanada pollera, manto de alpaca y tradicional sombrero huamanguino es la presidenta de la Anfasep. La acompañan la vicepresidenta Adelina García Mendoza y la primera vocal, Eudosia Conde Huamani. Son las Mamás de Ayacucho, corajudas mujeres que ponen el cuerpo en la organización de Derechos Humanos parida durante los años del sangriento conflicto interno.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Las Mamás cuentan que andan atareadas: preparan actividades para el próximo septiembre, cuando conmemoren sus cuatro décadas de lucha. Sueñan con sumar a las Madres de Plaza de Mayo al encuentro. Adelina suspira, mira un instante fotos de viejas marchas que cuelgan en el museo, viaja al pasado: «Nuestra historia empieza con la violencia de los dos lados, militares y Sendero. Asesinatos, desapariciones forzadas, torturas. Mamá Angélica fue la fundadora, le llevaron a su hijo de 19 años en julio de 1983 y empezó a caminar en búsqueda de justicia. Sendero asesinó a las autoridades de mi pueblo. Luego llegaron los militares, creíamos que íbamos a estar mejor, pero no fue así. Comenzaron a matar y a desaparecer. A mi esposo Zósimo Tenorio Prado lo sacaron de nuestra casa el 1 de diciembre de 1983. Así me sumé a Mamá Angélica y comencé esta lucha».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Los militares también secuestraron al marido de la señora Flores: «Entonces nos desplazamos de las comunidades para pedir justicia. Las autoridades nos llamaban ‘terrucos’, terroristas. No nos daban importancia cuando íbamos a Lima, pero nosotras marchábamos. Ni local teníamos».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Eran decenas de mujeres peregrinando por las fiscalías. Preguntaban por el paradero de sus hijos, nietos y esposos secuestrados por los Sinchis, los escuadrones de la muerte. El Estado las apaleaba, la jerarquía de la Iglesia las ignoraba, la sociedad peruana miraba para otro lado. Hablaban de «guerra entre indios».</p><div class="img-container mt-3" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin-top: 1rem !important;"><figure class="wp-block-image size-large" style="box-sizing: border-box; margin: 0px 0px 1em; text-align: center;"><img alt="" class="wp-image-587521" height="683" loading="lazy" sizes="(max-width: 1024px) 100vw, 1024px" src="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Mami-Ang%C2%AElica-NGR-1024x683.jpg" srcset="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Mami-Ang®lica-NGR-1024x683.jpg 1024w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Mami-Ang®lica-NGR-400x267.jpg 400w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Mami-Ang®lica-NGR-768x512.jpg 768w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Mami-Ang®lica-NGR-767x511.jpg 767w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Mami-Ang®lica-NGR.jpg 1200w" style="border-radius: inherit; border-style: none; box-sizing: border-box; height: auto; max-height: 515px; max-width: 100%; vertical-align: middle; width: auto;" width="1024" /><figcaption style="box-sizing: border-box; margin-bottom: 1em; margin-top: 0.5em;">Mamá Angélica, la pionera.</figcaption></figure><div class="credits text-right mt-2 d-flex justify-content-end align-items-center " style="align-items: center !important; box-sizing: border-box; display: flex !important; justify-content: flex-end !important; margin-top: 0.5rem !important; text-align: right !important;"><div class="credits-info d-flex flex-column mr-lg-2" style="box-sizing: border-box; display: flex !important; flex-direction: column !important; margin-right: 0.5rem !important;"><span style="box-sizing: border-box; font-family: "libre baskerville"; font-size: 13px; font-style: italic; line-height: 16.12px; margin: 0px;">Foto: Nicolás García Recoaro</span></div></div></div><div class="img-container mt-3" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin-top: 1rem !important;"><figure class="wp-block-image size-large" style="box-sizing: border-box; margin: 0px 0px 1em; text-align: center;"><img alt="" class="wp-image-587540" height="683" loading="lazy" sizes="(max-width: 1024px) 100vw, 1024px" src="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Cruz-Ayacucho-NGR--1024x683.jpg" srcset="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Cruz-Ayacucho-NGR--1024x683.jpg 1024w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Cruz-Ayacucho-NGR--400x267.jpg 400w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Cruz-Ayacucho-NGR--768x512.jpg 768w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Cruz-Ayacucho-NGR--767x511.jpg 767w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Cruz-Ayacucho-NGR-.jpg 1200w" style="border-radius: inherit; border-style: none; box-sizing: border-box; height: auto; max-height: 515px; max-width: 100%; vertical-align: middle; width: auto;" width="1024" /><figcaption style="box-sizing: border-box; margin-bottom: 1em; margin-top: 0.5em;">No Matar: la bandera histórica de la Anfasep.</figcaption></figure><div class="credits text-right mt-2 d-flex justify-content-end align-items-center " style="align-items: center !important; box-sizing: border-box; display: flex !important; justify-content: flex-end !important; margin-top: 0.5rem !important; text-align: right !important;"><div class="credits-info d-flex flex-column mr-lg-2" style="box-sizing: border-box; display: flex !important; flex-direction: column !important; margin-right: 0.5rem !important;"><span style="box-sizing: border-box; font-family: "libre baskerville"; font-size: 13px; font-style: italic; line-height: 16.12px; margin: 0px;">Foto: Nicolás García Recoaro</span></div></div></div><div class="img-container mt-3" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin-top: 1rem !important;"><figure class="wp-block-image size-large" style="box-sizing: border-box; margin: 0px 0px 1em; text-align: center;"><img alt="" class="wp-image-587530" height="683" loading="lazy" sizes="(max-width: 1024px) 100vw, 1024px" src="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Museo-memoria-Ayacucho-NGR-1024x683.jpg" srcset="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Museo-memoria-Ayacucho-NGR-1024x683.jpg 1024w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Museo-memoria-Ayacucho-NGR-400x267.jpg 400w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Museo-memoria-Ayacucho-NGR-768x512.jpg 768w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Museo-memoria-Ayacucho-NGR-767x511.jpg 767w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Museo-memoria-Ayacucho-NGR.jpg 1200w" style="border-radius: inherit; border-style: none; box-sizing: border-box; height: auto; max-height: 515px; max-width: 100%; vertical-align: middle; width: auto;" width="1024" /><figcaption style="box-sizing: border-box; margin-bottom: 1em; margin-top: 0.5em;">Pinturas en el Museo de la Memoria.</figcaption></figure><div class="credits text-right mt-2 d-flex justify-content-end align-items-center " style="align-items: center !important; box-sizing: border-box; display: flex !important; justify-content: flex-end !important; margin-top: 0.5rem !important; text-align: right !important;"><div class="credits-info d-flex flex-column mr-lg-2" style="box-sizing: border-box; display: flex !important; flex-direction: column !important; margin-right: 0.5rem !important;"><span style="box-sizing: border-box; font-family: "libre baskerville"; font-size: 13px; font-style: italic; line-height: 16.12px; margin: 0px;">Foto: Nicolás García Recoaro</span></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">¿Hasta cuándo tu silencio?</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">«Hasta cuándo, hijo perdido, hasta cuándo tu silencio…», ese era el canto que entonaban las Mamás cuando peregrinaban por las empinadas calles de Ayacucho. En la génesis, Leonor Zamora, alcaldesa de Huamanga, les brindó un espacio en el municipio para que realizaran sus primeras reuniones. Zamora fue asesinada por el Servicio de Inteligencia fujimorista en 1991. Los abogados Zósimo Roca y Emilio Laynes impulsaron a las mujeres para que conformaran la asociación a mediados de los ’80. Fueron perseguidos de por vida. El sindicato de maestros huamanguinos les cedió un local en 1984. El líder del gremio docente Alcides Palomino fue asesinado por militares en 1989. En la Casa del Maestro funcionó el primer comedor para miles de hijos de desaparecidos y asesinados desplazados por la violencia.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Eudosia hace memoria: «Puras mujeres salíamos, a los hombres se llevaban, a los jóvenes. Nosotras entonces nos organizamos». Para mediados de los ’80, las fosas comunes, los campos de concentración y las violaciones de los Derechos Humanos comenzaron a cobrar estado público.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">En 1985, las Mamás recibieron la visita de Adolfo Pérez Esquivel. El Nobel de la Paz las acompañó en su primera marcha masiva y entregó un informe crítico al presidente García. El papa Juan Pablo II también estuvo en Ayacucho ese año. Las Mamás lo esperaron en el aeropuerto con una cruz de madera que llevaba escrita dos palabras: «No matar». No fueron recibidas por el Papa polaco.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">En los tiempos del fujimorismo, Anfasep compró con donaciones un espacio propio, mudó el comedor –bautizado Adolfo Pérez Esquivel– y recibió mil y un golpes. Fujimori acusó a Mamá Angélica de ser «embajadora del terrorismo», luego de un viaje a Francia para un encuentro organizado por la ONU. Tuvo que pasar dos años en la clandestinidad, hasta que el Poder Judicial se dignó a desestimar la acusación del tirano neoliberal.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">En los años que siguieron a la caída del dictador, surgió la Juventud de Anfasep y la organización colaboró activamente con la Comisión de la Verdad y la Reconciliación. En 2005 inauguraron el Museo de la Memoria y su trabajo llega hasta el presente.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Lidia habla pausado, piensa cada palabra para relatar su caminata hasta este mediodía, reflexiona: «Hace 40 años llevamos esta carga. Mamá Angélica y muchas compañeras murieron sin saber del destino final de sus hijos y maridos. Seguimos caminando. Por eso el museo, los sitios de la memoria, nuestro trabajo. Para que la historia no se repita y el Estado cumpla con su obligación de justicia y asistencia a los familiares».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Para las Mamás, la historia se repite como tragedia en el presente del Perú. En diciembre, la represión en Humanga se cobró diez vidas, 72 heridos y decenas de encarcelados. La cúpula del Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho (Fredepa), organización campesina y vecinal, fue acusada de terrorismo: siete miembros fueron trasladados entre gallos y madrugadas a Lima, donde siguen presos. Doña Flores es clara: «Nos hace acordar al pasado. El gobierno mata, viola los Derechos Humanos, acusa de terrucos a los que protestan. Son asesinos, ¿cómo puede ser que maten a nuestros paisanos?».</p><div class="img-container mt-3" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin-top: 1rem !important;"><figure class="wp-block-image size-large" style="box-sizing: border-box; margin: 0px 0px 1em; text-align: center;"><img alt="" class="wp-image-587533" height="683" loading="lazy" sizes="(max-width: 1024px) 100vw, 1024px" src="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Ropa-Desaparecidos-Ayacucho-NGR-1024x683.jpg" srcset="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Ropa-Desaparecidos-Ayacucho-NGR-1024x683.jpg 1024w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Ropa-Desaparecidos-Ayacucho-NGR-400x267.jpg 400w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Ropa-Desaparecidos-Ayacucho-NGR-768x512.jpg 768w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Ropa-Desaparecidos-Ayacucho-NGR-767x511.jpg 767w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Ropa-Desaparecidos-Ayacucho-NGR.jpg 1200w" style="border-radius: inherit; border-style: none; box-sizing: border-box; height: auto; max-height: 515px; max-width: 100%; vertical-align: middle; width: auto;" width="1024" /><figcaption style="box-sizing: border-box; margin-bottom: 1em; margin-top: 0.5em;">La ropa de las víctimas de la violencia.</figcaption></figure><div class="credits text-right mt-2 d-flex justify-content-end align-items-center " style="align-items: center !important; box-sizing: border-box; display: flex !important; justify-content: flex-end !important; margin-top: 0.5rem !important; text-align: right !important;"><div class="credits-info d-flex flex-column mr-lg-2" style="box-sizing: border-box; display: flex !important; flex-direction: column !important; margin-right: 0.5rem !important;"><span style="box-sizing: border-box; font-family: "libre baskerville"; font-size: 13px; font-style: italic; line-height: 16.12px; margin: 0px;">Foto: Nicolás García Recoaro</span></div></div></div><div class="img-container mt-3" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin-top: 1rem !important;"><figure class="wp-block-image size-large" style="box-sizing: border-box; margin: 0px 0px 1em; text-align: center;"><img alt="" class="wp-image-587531" height="683" loading="lazy" sizes="(max-width: 1024px) 100vw, 1024px" src="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Roberto-Sulka-Ayacucho-NGR-1024x683.jpg" srcset="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Roberto-Sulka-Ayacucho-NGR-1024x683.jpg 1024w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Roberto-Sulka-Ayacucho-NGR-400x267.jpg 400w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Roberto-Sulka-Ayacucho-NGR-768x512.jpg 768w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Roberto-Sulka-Ayacucho-NGR-767x511.jpg 767w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Roberto-Sulka-Ayacucho-NGR.jpg 1200w" style="border-radius: inherit; border-style: none; box-sizing: border-box; height: auto; max-height: 515px; max-width: 100%; vertical-align: middle; width: auto;" width="1024" /><figcaption style="box-sizing: border-box; margin-bottom: 1em; margin-top: 0.5em;">Los utensillos del comedor de la Mamás.</figcaption></figure><div class="credits text-right mt-2 d-flex justify-content-end align-items-center " style="align-items: center !important; box-sizing: border-box; display: flex !important; justify-content: flex-end !important; margin-top: 0.5rem !important; text-align: right !important;"><div class="credits-info d-flex flex-column mr-lg-2" style="box-sizing: border-box; display: flex !important; flex-direction: column !important; margin-right: 0.5rem !important;"><span style="box-sizing: border-box; font-family: "libre baskerville"; font-size: 13px; font-style: italic; line-height: 16.12px; margin: 0px;">Foto: Nicolás García Recoaro</span></div></div></div><div class="img-container mt-3" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin-top: 1rem !important;"><figure class="wp-block-image size-large" style="box-sizing: border-box; margin: 0px 0px 1em; text-align: center;"><img alt="" class="wp-image-587523" height="683" loading="lazy" sizes="(max-width: 1024px) 100vw, 1024px" src="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/IMG_20230314_125118-1024x683.jpg" srcset="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/IMG_20230314_125118-1024x683.jpg 1024w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/IMG_20230314_125118-400x267.jpg 400w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/IMG_20230314_125118-768x512.jpg 768w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/IMG_20230314_125118-767x511.jpg 767w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/IMG_20230314_125118.jpg 1200w" style="border-radius: inherit; border-style: none; box-sizing: border-box; height: auto; max-height: 515px; max-width: 100%; vertical-align: middle; width: auto;" width="1024" /><figcaption style="box-sizing: border-box; margin-bottom: 1em; margin-top: 0.5em;">La historia de las madres en imágenes.</figcaption></figure><div class="credits text-right mt-2 d-flex justify-content-end align-items-center " style="align-items: center !important; box-sizing: border-box; display: flex !important; justify-content: flex-end !important; margin-top: 0.5rem !important; text-align: right !important;"><div class="credits-info d-flex flex-column mr-lg-2" style="box-sizing: border-box; display: flex !important; flex-direction: column !important; margin-right: 0.5rem !important;"><span style="box-sizing: border-box; font-family: "libre baskerville"; font-size: 13px; font-style: italic; line-height: 16.12px; margin: 0px;">Foto: Nicolás García Recoaro</span></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Nunca más</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Roberto Sulka Rafael es un joven antropólogo, miembro activo de la Juventud de Anfasep. Los militares secuestraron a su papá, Alipio Sulka Condori, el 28 de febrero de 1985, en la localidad de Allpachaca. Roberto todavía estaba en la barriga de su mamá Narcisa: «Era campesino y dirigente comunal. Lo llevaron a la base de Sachabamba, que era un campo de concentración. Nunca más supimos de él».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Roberto oficia de guía por el museo que narra la historia de la «violencia socio-política» en el Perú. La historia de un país, de miles de familias. Un bellísimo retablo ayacuchano pone en escena el devenir del conflicto y la lucha de las Mamás. Una celda y una fosa común recuerdan los horrores que sufrieron las víctimas. En un recodo, hay zapatos, chompas, pantalones y decenas de prendas de los desaparecidos. Muy cerca, la cruz que nunca recibió Juan Pablo II y pilas de platos de plástico, cucharas y ollas que alimentaron a los niños en el comedor Pérez Esquivel. Roberto creció en ese comedor: «Era todo un peso ser hijo de desaparecido. No podíamos contar nuestra historia en la escuela, porque nos discriminaban, nos señalaban, nos decían terrucos. Hasta el día de hoy, los fujimoristas nos siguen diciendo terroristas».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Las fotos de las madres cuelgan en el salón postrero del museo. Roberta las admira un buen rato: «Actualmente son 120. Muchas murieron sin saber el destino de sus familiares. Hay una gran deuda en este país. La Comisión de la Verdad entregó un informe de ocho tomos con las víctimas, pero dejó un noveno dando indicaciones al Estado peruano, para que cumpla con los familiares. Educación, salud, vivienda… No cumplió ningún gobierno. Por eso las Mamás siguen pidiendo justicia». «</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Crónica publicada en Tiempo Argentino, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/mundo/mamas-de-ayacucho-40-anos-de-lucha-por-la-verdad-y-la-justicia/">acá</a>.</p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-23552154198042803832023-05-08T05:25:00.002-07:002023-05-08T05:25:13.403-07:00La casa del Amauta<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">Cuesta un Perú llegar al Cercado de Lima. Las avenidas de la popular barriada céntrica están agitadas. Los colectivos avanzan a paso de hombre. Banda de sonido: una orquesta de reggaetón, cumbia chicha y bocinazos desafinados. Bajo un sol tremendo, decenas de marchistas llegados desde las provincias postergadas del país andino-amazónico protestan contra el gobierno de facto. Vienen desde Puno, Cusco, Juliaca, Ayacucho, Cajamarca y mucho más allá. Acampan en el Campo de Marte, el parque de la resistencia. Cholos, indios, morochos, campesinos, obreros, laburantes. En la tarde transpirada, el subsuelo de la patria sublevada hace escuchar sus voces. Los Andes bajan al corazón de la bella y desgraciada Lima.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">A pasitos del Campo de Marte, al 1946 de la Avenida Jirón Washington, la <a data-id="https://mariategui.cultura.pe/" data-type="URL" href="https://mariategui.cultura.pe/" rel="noreferrer noopener" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;" target="_blank">Casa Museo José Carlos Mariátegui </a>es testigo, una vez más, de las luchas populares. La casita amarilla de modestos aires coloniales adonde vivió Mariátegui hace casi 100 años funciona como faro en la larga noche de fusilamientos, bastonazos y gasificaciones que vive el hermano país. Espacio vital donde el “Amauta” creó buena parte de su iluminador pensamiento. Ensayos, críticas, manifiestos, artículos a secas que iluminan las batallas de los “nadies”. Las ideas de un pensador vanguardista, latinoamericano, indigenista, marxista que hizo escuela. <em style="box-sizing: border-box;">Amauta</em> es una palabra de origen quechua. Se la usa para llamar a los sabios e iluminados. También al maestro.</p><div class="widget-text wp_widget_plugin_box ad-120" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px;"><div id="div-gpt-ad-614887525704b-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654//NS_Passback_inRead_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"></div></div></div><div class="widget_text col-7 entre-1 d-none d-sm-none d-md-block d-lg-block" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; flex: 0 0 58.3333%; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; height: 0px; letter-spacing: -0.2px; max-width: 58.3333%; padding-left: 15px; padding-right: 15px; position: relative; width: 376.25px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: border-box;"><div data-google-query-id="CJvmsZvb5f4CFZgruQYdjlYItw" id="div-gpt-ad-1665785398492-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"><iframe aria-label="Advertisement" data-google-container-id="5" data-load-complete="true" frameborder="0" height="1" id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" marginheight="0" marginwidth="0" name="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" role="region" scrolling="no" style="border-style: initial; border-width: 0px; box-sizing: border-box; vertical-align: bottom;" tabindex="0" title="3rd party ad content" width="1"></iframe></div></div></div></div><div class="img-container mt-3" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin-top: 1rem !important;"><figure class="wp-block-image size-large" style="box-sizing: border-box; margin: 0px 0px 1em; text-align: center;"><img alt="" class="wp-image-584268" height="683" loading="lazy" sizes="(max-width: 1024px) 100vw, 1024px" src="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/IMG_4265-conv-1024x683.jpg" srcset="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/IMG_4265-conv-1024x683.jpg 1024w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/IMG_4265-conv-400x267.jpg 400w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/IMG_4265-conv-768x512.jpg 768w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/IMG_4265-conv-767x511.jpg 767w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/IMG_4265-conv.jpg 1200w" style="border-radius: inherit; border-style: none; box-sizing: border-box; height: auto; max-height: 515px; max-width: 100%; vertical-align: middle; width: auto;" width="1024" /><figcaption style="box-sizing: border-box; margin-bottom: 1em; margin-top: 0.5em;">Mural sobre el «Amauta» en el patio del museo.</figcaption></figure><div class="credits text-right mt-2 d-flex justify-content-end align-items-center " style="align-items: center !important; box-sizing: border-box; display: flex !important; justify-content: flex-end !important; margin-top: 0.5rem !important; text-align: right !important;"><div class="credits-info d-flex flex-column mr-lg-2" style="box-sizing: border-box; display: flex !important; flex-direction: column !important; margin-right: 0.5rem !important;"><span style="box-sizing: border-box; font-family: "libre baskerville"; font-size: 13px; font-style: italic; line-height: 16.12px; margin: 0px;">Foto: Nicolás G. Recoaro</span></div></div></div><div class="img-container mt-3" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin-top: 1rem !important;"><figure class="wp-block-image size-large" style="box-sizing: border-box; margin: 0px 0px 1em; text-align: center;"><img alt="" class="wp-image-584269" height="683" loading="lazy" sizes="(max-width: 1024px) 100vw, 1024px" src="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Libros-Mariategui-NICOLAS-Garcia-Recoaro-conv-1024x683.jpg" srcset="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Libros-Mariategui-NICOLAS-Garcia-Recoaro-conv-1024x683.jpg 1024w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Libros-Mariategui-NICOLAS-Garcia-Recoaro-conv-400x267.jpg 400w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Libros-Mariategui-NICOLAS-Garcia-Recoaro-conv-768x512.jpg 768w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Libros-Mariategui-NICOLAS-Garcia-Recoaro-conv-767x511.jpg 767w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Libros-Mariategui-NICOLAS-Garcia-Recoaro-conv.jpg 1200w" style="border-radius: inherit; border-style: none; box-sizing: border-box; height: auto; max-height: 515px; max-width: 100%; vertical-align: middle; width: auto;" width="1024" /><figcaption style="box-sizing: border-box; margin-bottom: 1em; margin-top: 0.5em;">Libros de Mariátegui en la bilbioteca.</figcaption></figure><div class="credits text-right mt-2 d-flex justify-content-end align-items-center " style="align-items: center !important; box-sizing: border-box; display: flex !important; justify-content: flex-end !important; margin-top: 0.5rem !important; text-align: right !important;"><div class="credits-info d-flex flex-column mr-lg-2" style="box-sizing: border-box; display: flex !important; flex-direction: column !important; margin-right: 0.5rem !important;"><span style="box-sizing: border-box; font-family: "libre baskerville"; font-size: 13px; font-style: italic; line-height: 16.12px; margin: 0px;">Foto: Nicolás G. Recoaro</span></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Peruanicemos el Perú</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">“Demasiado actual es el pensamiento de Mariátegui. Sólo basta con asomarse a las calles: discriminación, racismo, el problema de la tierra, del indio, la explotación. Sus ideas nos marcan en el presente”, cuenta Luz Tafur, responsable del programa educativo del museo y sapiente guía. En el estudio de la impoluta vivienda, Tafur es custodiada por un corpulento óleo que muestra a Mariátegui sentado en una silla de ruedas, sonriente y cálido, con un dejo de melancolía.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">La muchacha repasa la hoja de vida del Amauta. Mariátegui nació en 1894 en Moquegua, ciudad del sur andino, en el seno de una familia de trabajadores. Los Mariátegui eran pobres, sus vecinos eran pobres, los campesinos y obreros moqueguanos eran pobres, todo el Perú era pobre a principios del corto siglo XX. Historia repetida desde los tiempos de los salvajes conquistadores hasta los títeres neoliberales del presente.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Desde muy purrete, <a data-id="https://mariategui.cultura.pe/" data-type="URL" href="https://mariategui.cultura.pe/" rel="noreferrer noopener" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;" target="_blank">Mariátegui </a>supo que la vida era adversidad. A los ocho años, sufrió un accidente que le provocó una anquilosis. La renguera fue otra prueba que debió superar el muchachito. Cuentan, los libros le salvaron la vida cuando llegó a Lima con una mano atrás y otra adelante. A los 15 años conoció el violento oficio de escribir. Fue cadete, alcanzarrejones y ayudante de linotipista en el diario <em style="box-sizing: border-box;">La Prensa</em>. “Ayudaba a los obreros o iba a buscar los artículos a las casas de los periodistas. No tenía un sueldo, le daban moneditas”, cuenta Tafur y señala una Remington aceitada que duerme la siesta en el estudio: “También usaba una Royal. El Amauta empezó a escribir artículos de muy joven en <em style="box-sizing: border-box;">El Tiempo,</em> en las revistas <em style="box-sizing: border-box;">Mundo Limeño, Lulú</em> y El <em style="box-sizing: border-box;">Turf,</em> intelectualmente era un iluminado.”</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Autodidacta formado en la universidad de la calle, firmaba crónicas con el pseudónimo “Juan Croniqueur”. En ellas atendía con ironía la frivolidad de los patricios limeños. La “edad de piedra” llamó Mariátegui con sarcasmo a esta época seminal que va hasta 1919. Lejos de la crítica política, cerca de las vanguardias artísticas y los intelectuales tradicionales. En esos años también cultivo la poesía. Nunca publicó su anunciado poemario titulado simplemente <em style="box-sizing: border-box;">Tristeza</em>.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Su vuelo profesional bajo el ala del periodismo comprometido en la revista <em style="box-sizing: border-box;">Nueva Época</em> y el periódico <em style="box-sizing: border-box;">La Razón</em> lo llevaron en 1920 a un forzado exilio europeo. El presidente Oncenio de Leguía no soportaba las críticas al militarismo y el llamado a la agitación popular que Mariátegui sembraba en sus notas. Fue corresponsal durante sus derivas por el Viejo Mundo. En Italia se empapó de marxismo, presenció las protestas de los obreros de Turín, vio el nacimiento del Partido Comunista Italiano (PCI) en Livorno, departió con Antonio Gramsci y conoció a Anna Chiappe, el amor de su vida y futura madre de cuatro de sus cinco hijos. Retoma el hilo Tafur: “En 1923 regresa al Perú un nuevo Mariátegui. Comprometido con los movimientos revolucionarios, con ideas renovadoras para pensar nuestra realidad poscolonial. ‘Hay que peruanizar el Perú’, decía. En el ’24 desmejoró su salud, le amputan su pierna izquierda y un año después alquila esta casa y se muda con toda su familia. Fueron cinco años en este espacio, los más productivos de su vida. La escritura de <em style="box-sizing: border-box;">La escena contemporáneo</em> y los <em style="box-sizing: border-box;">7 ensayos de interpretación de la realidad peruana</em>, la fundación del Partido Socialista Peruano, los lanzamientos de la revista <em style="box-sizing: border-box;">Amauta</em> y de la Editorial Minerva. Trabajaba mucho, sufrió enfermedades toda su vida, creo que sospechaba que la muerte lo iba a atrapar joven.” Mariátegui murió el 16 de abril de 1930. Tenía sólo 35 años.</p><div class="img-container mt-3" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin-top: 1rem !important;"><figure class="wp-block-image size-large" style="box-sizing: border-box; margin: 0px 0px 1em; text-align: center;"><img alt="" class="wp-image-584270" height="683" loading="lazy" sizes="(max-width: 1024px) 100vw, 1024px" src="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Portada-revista-amauta-NGR-conv-1024x683.jpg" srcset="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Portada-revista-amauta-NGR-conv-1024x683.jpg 1024w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Portada-revista-amauta-NGR-conv-400x267.jpg 400w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Portada-revista-amauta-NGR-conv-768x512.jpg 768w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Portada-revista-amauta-NGR-conv-767x511.jpg 767w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Portada-revista-amauta-NGR-conv.jpg 1200w" style="border-radius: inherit; border-style: none; box-sizing: border-box; height: auto; max-height: 515px; max-width: 100%; vertical-align: middle; width: auto;" width="1024" /><figcaption style="box-sizing: border-box; margin-bottom: 1em; margin-top: 0.5em;">La portada del primer número de Amauta.</figcaption></figure></div><div class="img-container mt-3" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin-top: 1rem !important;"><figure class="wp-block-image size-large" style="box-sizing: border-box; margin: 0px 0px 1em; text-align: center;"><img alt="" class="wp-image-584271" height="683" loading="lazy" sizes="(max-width: 1024px) 100vw, 1024px" src="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Bibliotecario-Casa-Mariategui-Nicolas-G-REcoaro-conv-1024x683.jpg" srcset="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Bibliotecario-Casa-Mariategui-Nicolas-G-REcoaro-conv-1024x683.jpg 1024w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Bibliotecario-Casa-Mariategui-Nicolas-G-REcoaro-conv-400x267.jpg 400w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Bibliotecario-Casa-Mariategui-Nicolas-G-REcoaro-conv-768x512.jpg 768w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Bibliotecario-Casa-Mariategui-Nicolas-G-REcoaro-conv-767x511.jpg 767w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Bibliotecario-Casa-Mariategui-Nicolas-G-REcoaro-conv.jpg 1200w" style="border-radius: inherit; border-style: none; box-sizing: border-box; height: auto; max-height: 515px; max-width: 100%; vertical-align: middle; width: auto;" width="1024" /><figcaption style="box-sizing: border-box; margin-bottom: 1em; margin-top: 0.5em;">El bilbiotecario de la Casa-Museo de Lima.</figcaption></figure><div class="credits text-right mt-2 d-flex justify-content-end align-items-center " style="align-items: center !important; box-sizing: border-box; display: flex !important; justify-content: flex-end !important; margin-top: 0.5rem !important; text-align: right !important;"><div class="credits-info d-flex flex-column mr-lg-2" style="box-sizing: border-box; display: flex !important; flex-direction: column !important; margin-right: 0.5rem !important;"><span style="box-sizing: border-box; font-family: "libre baskerville"; font-size: 13px; font-style: italic; line-height: 16.12px; margin: 0px;">Foto: Nicolás G. Recoaro</span></div></div></div><h2 style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 1.25rem; font-weight: 500; letter-spacing: -0.2px; line-height: 1.2; margin-bottom: 0.5rem; margin-top: 0px;">Ni calco ni copia</h2><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Luego de décadas de abandono, el Estado peruano se hizo cargo de la casa limeña y abrió el museo en 1994, paradojas, durante la dictadura de Fujimori. “Estaba derruida, se hizo un trabajo de reparación y ambientación de época. Es un lugar histórico, como la casa de Belgrano o de Maradona para ustedes”, explica Joel Bazán, estudiante de Historia del Arte y voluntario. Para el alumno de la Universidad de San Marcos, casa de estudios pública reprimida por el gobierno de Dina Boluarte en enero pasado, el museo es un tesoro: “Mantiene vivas las luchas populares. Hay algunos que relacionan a Mariátegui con Sendero Luminoso, pero es una mirada distorsionada. Más bien representa las luchas de los pobres del Perú, a los que hoy llaman ‘terrucos’, terroristas.” En los salones, detalla Bazán, se exponen obras plásticas que hablan de esas batallas. También atesoran una mascarilla mortuoria del filósofo, forjada por el escultor Artemio Ocaña.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">El “Rincón Rojo”, en el salón principal, es un espacio bellísimo, de techos altos y puertas kilométricas, el más fresco de la casa, donde Mariátegui solía realizar tertulias con la crema y nata política, cultural y bohemia. Hay un retrato que lo muestra dicharachero junto al poeta Alcides Spelucín, el novelista gringo Waldo Frank, su médico Luis Sánchez y Amalia La Chira, su santa madre a quien, cuentan, le pedía disculpas por algún desliz en sus escritos anticlericales.</p><div class="img-container mt-3" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin-top: 1rem !important;"><figure class="wp-block-image size-full" style="box-sizing: border-box; margin: 0px 0px 1em; text-align: center;"><img alt="" class="wp-image-584279" height="800" loading="lazy" sizes="(max-width: 600px) 100vw, 600px" src="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Amauta-foto-dia-que-murio-Mariategui-NGR-conv.jpg" srcset="https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Amauta-foto-dia-que-murio-Mariategui-NGR-conv.jpg 600w, https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2023/04/Amauta-foto-dia-que-murio-Mariategui-NGR-conv-300x400.jpg 300w" style="border-radius: inherit; border-style: none; box-sizing: border-box; height: auto; max-height: 515px; max-width: 100%; vertical-align: middle; width: auto;" width="600" /><figcaption style="box-sizing: border-box; margin-bottom: 1em; margin-top: 0.5em;">Portada despedida de Amauta.</figcaption></figure></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">En el depósito editorial hay una impresora legendaria. También un cuadro con el Nº 1 de la <em style="box-sizing: border-box;">Amauta,</em> que lleva al mítico personaje cusqueño en la portada, ilustrado por el artista José Sabogal. “Fue una revista vanguardista que trajo nuevos paradigmas. Hacía foco en los silenciados, escribían muchas mujeres, llegaba a todo el país y al exterior. Textos que tienen relevancia para pensar estos tiempos de intolerancia y xenofobia en el mundo. Es curioso que casi no se lee a Mariátegui en las escuelas”, lamenta Ernesto Romero Cahuana, director del museo. Un mural sobre el pensamiento del periodista y una gigantografía de César Vallejo, otro amauta poético peruano, decoran el patio. Don Ernesto comparte un vasito de dorada Inka Cola y recomienda: “Lo decía Mariátegui, ni calco ni copia, sino construcción heroica, esa es la salida para nuestros países.”</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">La biblioteca del museo es la cereza del postre. Abriga 8000 libros. “Incunables de estudios sociales y la colección personal de Mariátegui y su esposa”, detalla Manuel Marcos, historiador a cargo del tesoro. Me deja chusmear los volúmenes que hojeaba José Carlos. Leo las dedicatorias: “Con todo mi afecto para el Amauta”, escribe a mano allá por 1929 el español Juan Chabás en la primera página de su novela <em style="box-sizing: border-box;">Puerto de sombra</em>. Cierra Marcos: “Poder tocar estos libros, leerlos, nos recuerda que Mariátegui no es solo el personaje de estatua, el mito, sino un luchador de carne y hueso”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Por el Jirón Washington caminan los marchistas de regreso al Campo de Marte. Cuando pasan por la casa amarilla algunos se persignan, otros vivan al eterno Amauta, el maestro. Docente en lucha del Perú. «</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Crónica publicada en <i>Tiempo Argentino</i>, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/cultura/jose-carlos-mariategui-cronica-de-una-deriva-por-la-casa-del-amauta/">acá</a>.</p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-50449709910005194752023-05-08T05:22:00.005-07:002023-05-08T05:22:29.932-07:00Hospital de barcos<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">Con el agua al cuello. Así estaba</span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><a href="https://tandanor.com.ar/" rel="noreferrer noopener" style="box-sizing: border-box; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;" target="_blank">Tandanor </a><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">poco antes de que la Argentina se fuera a pique en la crisis del 2001. El naufragio en cámara lenta había comenzado durante el menemato. «Hacíamos agua por todos lados: la empresa estaba concursada, no cobrábamos los sueldos, dormíamos en los galpones.</span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><span style="box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; font-weight: bolder; letter-spacing: -0.2px;">Pero los laburantes la sacamos a flote, algo de eso sabemos</span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">«, remarca, orgulloso, Marcelo Mazzullia, gerente de la Jefatura de Buques del astillero de la Armada Argentina.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Con más de 20 años en el gremio naval, don Mazzullia capeó junto a sus compañeros mil y una tormentas. <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Privatización, negocios inmobiliarios <em style="box-sizing: border-box;">non sanctos</em> con el predio portuario</span>, renacimiento durante el primer kirchnerismo, vaciamiento en el macrismo y otra vez a flotar desde 2019.</p><div class="widget-text wp_widget_plugin_box ad-120" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px;"><div id="div-gpt-ad-614887525704b-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654//NS_Passback_inRead_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"></div></div></div><div class="widget_text col-7 entre-1 d-none d-sm-none d-md-block d-lg-block" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; flex: 0 0 58.3333%; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; height: 0px; letter-spacing: -0.2px; max-width: 58.3333%; padding-left: 15px; padding-right: 15px; position: relative; width: 376.25px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: border-box;"><div data-google-query-id="CNa7mYLa5f4CFbSRlQIdn0UCAw" id="div-gpt-ad-1665785398492-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"><iframe aria-label="Advertisement" data-google-container-id="5" data-load-complete="true" frameborder="0" height="1" id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" marginheight="0" marginwidth="0" name="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" role="region" scrolling="no" style="border-style: initial; border-width: 0px; box-sizing: border-box; vertical-align: bottom;" tabindex="0" title="3rd party ad content" width="1"></iframe></div></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Grafica el curtido obrero, viejo lobo de mar, en la caminata matutina de cara al Canal Sur del Puerto de Buenos Aires: «Nunca bajamos los brazos, resistimos y hace años que no paramos de crecer. Desde la reestatización,<span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;"> los trabajadores somos dueños del 10% de la empresa</span>. Ya no es estar a flote, navegamos con viento en popa».</p><div class="img-container mt-3" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin-top: 1rem !important;"><div class="credits text-right mt-2 d-flex justify-content-end align-items-center ta-photographer " style="align-items: center !important; box-sizing: border-box; display: flex !important; justify-content: flex-end !important; margin-top: 0.5rem !important; text-align: right !important;"><div class="credits-info d-flex flex-column mr-lg-2" style="box-sizing: border-box; display: flex !important; flex-direction: column !important; margin-right: 0.5rem !important;"><span style="box-sizing: border-box; font-family: "libre baskerville"; font-size: 13px; font-style: italic; line-height: 16.12px; margin: 0px;"><br /></span></div><div class="credits-icon" style="box-sizing: border-box;"><br /></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Bajo el sol otoñal, su figura queda diminuta frente a las moles flotantes que duermen la siesta seca sobre las plataformas. <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Titánicos petroleros, buques de carga y pesqueros</span> escapados de algún sueño de Melville. Frente a los barcos, la escala humana se evapora para medirse con los océanos y los cetáceos. <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Navíos de 200 metros de largo y más de 30 de altura.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">«Acá se te va el ego, <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">somos hormiguitas reparando estos bichos</span>, que a la vez son boyitas en la inmensidad del mar», dibuja con palabras Mazzullia. Dice que trabaja en un <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">hospital de barcos</span>: «Les curamos las heridas, son tratamientos para ponerlos a punto. Es una responsabilidad enorme. La botadura es el cierre de la historia, vuelven al agua sanos».</p><div class="img-container mt-3" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin-top: 1rem !important;"><div class="credits text-right mt-2 d-flex justify-content-end align-items-center ta-photographer " style="align-items: center !important; box-sizing: border-box; display: flex !important; justify-content: flex-end !important; margin-top: 0.5rem !important; text-align: right !important;"><div class="credits-info d-flex flex-column mr-lg-2" style="box-sizing: border-box; display: flex !important; flex-direction: column !important; margin-right: 0.5rem !important;"><span style="box-sizing: border-box; font-family: "libre baskerville"; font-size: 13px; font-style: italic; line-height: 16.12px; margin: 0px;"><br /></span></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Más de 100 embarcaciones pasan todos los años por los talleres. El obrero recuerda el <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">petrolero Illia</span> de más de una cuadra de eslora, el <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">granelero Vega Tauro</span> que había encallado en el Estrecho de Magallanes y precisó 120 mil kilos de chapa para sellar su panza; <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">el rompehielos Irizar</span>, resucitado con 100% mano de obra nacional: «Con todos aprendí algo. Por eso, cuando los veo irse, los extraño».</p><h2 style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 1.25rem; font-weight: 500; letter-spacing: -0.2px; line-height: 1.2; margin-bottom: 0.5rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Anfibia</span></h2><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Con 143 años de historia, Tandanor –Talleres Navales Dársena Norte, donde estaba emplazado en sus orígenes– pasó épocas muy buenas, regulares, malas y también muy malas. Las memorias del astillero y taller de reparaciones pueden ser leídas como <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">una alegoría de la historia de nuestra patria en espiral</span>: glorias, crisis, desinversión, tragedias, y otra vez volver a remar. Batallas (navales) argentinas.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">La empresa Talleres Navales de la Marina, fundada en 1879 durante la presidencia de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Nicol%C3%A1s_Avellaneda" rel="noreferrer noopener" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;" target="_blank">Nicolás Avellaneda</a> para el mantenimiento de los buques de la Armada, <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">es el tercer taller naval más importante del mundo</span>. En 1922 fue renombrada Arsenal Naval Buenos Aires y en 1971 se constituyó como sociedad anónima con participación mayoritaria del Estado.</p><div class="img-container mt-3" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin-top: 1rem !important;"><div class="credits text-right mt-2 d-flex justify-content-end align-items-center ta-photographer " style="align-items: center !important; box-sizing: border-box; display: flex !important; justify-content: flex-end !important; margin-top: 0.5rem !important; text-align: right !important;"><div class="credits-icon" style="box-sizing: border-box;"><br /></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">En los ’40 tenía más de 6000 operarios y en 1950 impulsó la carrera de Inge</span>niería Naval en la UBA. Durante décadas atendió sin respiro las necesidades de la marina mercante nacional. En 1992, pleno reinado del neoliberalismo, pasó al grupo privado Inversora Dársena Norte (Indarsa). En 1999 llegó la quiebra fraudulenta y la resistencia de los trabajadores. <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Néstor Kirchner declaró de nulidad absoluta la privatización. En 2007 decretó la reestatización.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Durante la primera presidencia de Cristina se produjo la incorporación de Tandanor, junto a su vecino Astillero Almirante Storni, al <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">complejo Industrial Naval Argentino</span>. El gobierno cambiemita intentó bajarle la persiana y no ahorró en palazos contra los trabajadores.</p><div class="img-container mt-3" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin-top: 1rem !important;"><div class="credits text-right mt-2 d-flex justify-content-end align-items-center ta-photographer " style="align-items: center !important; box-sizing: border-box; display: flex !important; justify-content: flex-end !important; margin-top: 0.5rem !important; text-align: right !important;"><div class="credits-info d-flex flex-column mr-lg-2" style="box-sizing: border-box; display: flex !important; flex-direction: column !important; margin-right: 0.5rem !important;"><span style="box-sizing: border-box; font-family: "libre baskerville"; font-size: 13px; font-style: italic; line-height: 16.12px; margin: 0px;"><br /></span></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Desde 2020 vive un proceso de crecimiento (a pesar de la pandemia): tiene <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">500 laburantes</span> que terminaron un <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">buque hidrográfico Swath</span>, construyen remolcadores y una embarcación polar. Como novedad, la empresa que depende del Ministerio de Defensa sumó proyectos para tierra firme: puentes modulares, mobiliario urbano y bases para la Patagonia y la Antártida. Una industria anfibia.</p><h2 style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 1.25rem; font-weight: 500; letter-spacing: -0.2px; line-height: 1.2; margin-bottom: 0.5rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Sinfonía metálica</span></h2><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">En los galpones del Storni trabaja<span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;"> José Luis Oca</span>, un joven ingeniero naval formado en casa. Los techos son altísimos, besan el cielo. «<span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Hacer un barco es como construir un edificio flotante</span>. Chapa, madera, electricidad. Escuche ese ruido de soldadoras, de golpes de martillo, es una <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">sinfonía</span>«, entona Oca con metal pesado de fondo.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">El Storni atesora el ARA Santa Fe, un <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">submarino </span>TR1700 <em style="box-sizing: border-box;">Made in Argentina </em>que empezó a construirse en los ’80 y quedó frenado. El taller asistió también a dos embarcaciones fabricadas en Alemania: el Santa Cruz y<a href="https://www.tiempoar.com.ar/informacion-general/familiares-recordaron-a-las-victimas-del-ara-san-juan-frente-a-la-base-naval-de-mar-del-plata/" rel="noreferrer noopener" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;" target="_blank"> el San Juan, la nave que se hundió trágicamente en 2016 con 44 tripulantes héroes</a>.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Hoy Tandanor estudia proyectos para construir submarinos. «Es un desafío supremo, porque hay que aprovechar espacios y tiempos, debe flotar y resistir la presión del mar, ser sigiloso. <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Es la F1 de los barcos</span>«, detalla el ingeniero.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Observa un rato el esqueleto de la Goleta del Bicentenario, <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">un proyecto de buque escuela</span>, y los puentes modulares listos para ser emplazados sobre las vías del ferrocarril Sarmiento: «Durante el macrismo se frenó todo, años de tristeza e incertidumbre. Ahora hay ruido, vida, es la casa de 500 trabajadores».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">La palabra <em style="box-sizing: border-box;">atarazana </em>es sinónimo de astillero. De origen árabe (ad-dar as-sina’a), significa «la casa de la fabricación». Frente al <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Margot</span>, un pesquero que entró a boxes hace pocos días, Gustavo Castor Flores mueve andamios con la grúa sampi: «23 años en Tandanor, una vida. <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">En verano nos cocinamos y en invierno somos cubitos, pero amo este ofici</span>o. Cuando me tocan vacaciones, a la semana quiero volver a trabajar con mis compañeros».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Gustavo es el artista encargado de lavarle la cara a los barcos. Pintó obras monumentales, como el Irizar: «me enseñó mi tío, que me hizo entrar en 1996. Acá somos compañeros, y sobre todo familia». El ingeniero Raúl Mario Ramis tiene ojos color océano y el pecho inflado de orgullo por la reparación del <a href="http://www.irizar.mindef.gob.ar/" rel="noreferrer noopener" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;" target="_blank">Irizar</a>: <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">«la más grande de los últimos 30 años de la historia naval.</span> Aunque muchos digan que las empresas del Estado no sirvan, se hizo acá, en Argentina».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">A Claudio Rocha le toca una tarea pesada. Con 22 compañeros pilotea el <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Synchrolift</span>, un ascensor capaz de hacer levitar <a href="https://www.tiempoar.com.ar/informacion-general/argentina-disena-junto-a-finlandia-un-nuevo-buque-polar-para-complementar-al-almirante-irizar/" rel="noreferrer noopener" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;" target="_blank">buques de 15 mil toneladas</a>: «Pesaditos, pero no hubo gigante que nos venciera». Compartió oficio naval con su viejo y lleva cuatro décadas en la empresa. Antes de volver al trabajo pesado, mira el puerto. Revela que nunca navegó. ¿Será preciso navegar? «Sería lindo algún día. <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Mi trabajo termina cuando bajamos el barco al agua y parten a altamar.</span> Eso me hace feliz».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Crónica publicada en Tiempo Argentino, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/informacion-general/tandanor-hospital-de-barcos/">acá</a>.</p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-47884555782721726782023-04-03T05:18:00.003-07:002023-04-03T05:18:46.287-07:00Madres de la Plaza: la historia de la red de cuidadoras que las abraza<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">“Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”. La consigna se repite como un mantra cada 24 de marzo en el centro porteño. Un abrazo envuelto en palabras protege, cuida, acompaña a las mujeres que parieron la democracia hace 40 primaveras.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">¿Pero qué sucede con ellas en su vida cotidiana más allá del abrazo simbólico? ¿Quién les da una mano en el día a día? ¿Quién se las dio por ejemplo durante la pandemia, que si nos afectó a tantos cómo no les iba a afectar a ellas? Las súper heroínas de la <a data-id="https://www.tiempoar.com.ar/etiqueta/24-de-marzo/" data-type="URL" href="https://www.tiempoar.com.ar/etiqueta/24-de-marzo/" rel="noreferrer noopener" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;" target="_blank">Memoria, la Verdad y la Justicia</a> son mujeres de carne y hueso, con necesidades de adultos mayores –viejos son los trapos-, que muchas veces están solas a la hora de realizar un trámite, cobrar la jubilación, ver una película, dar un paseo o simplemente charlar mate de por medio.</p><div class="widget-text wp_widget_plugin_box ad-120" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px;"><div id="div-gpt-ad-614887525704b-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654//NS_Passback_inRead_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"></div></div></div><div class="widget_text col-7 entre-1 d-none d-sm-none d-md-block d-lg-block" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; flex: 0 0 58.3333%; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; height: 0px; letter-spacing: -0.2px; max-width: 58.3333%; padding-left: 15px; padding-right: 15px; position: relative; width: 455px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: border-box;"><div data-google-query-id="CPvlkvvXjf4CFWhPuAQdZq0M6w" id="div-gpt-ad-1665785398492-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"><iframe aria-label="Advertisement" data-google-container-id="2" data-load-complete="true" frameborder="0" height="1" id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" marginheight="0" marginwidth="0" name="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" role="region" scrolling="no" style="border-style: initial; border-width: 0px; box-sizing: border-box; vertical-align: bottom;" tabindex="0" title="3rd party ad content" width="1"></iframe></div></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">“Es loco, pero más allá de las fechas importantes, como las de marzo y diciembre, identificamos que había un vacío en el cotidiano de muchas <a data-id="https://www.tiempoar.com.ar/etiqueta/madres/" data-type="URL" href="https://www.tiempoar.com.ar/etiqueta/madres/" rel="noreferrer noopener" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;" target="_blank">Madres</a>. Necesitaban apoyo y acompañamiento. Así nació la idea de darles una mano, que es una forma de retribuirles sus gestas, sus luchas. Algo que parece chiquito, pero que ha sido muy significativo para muchas. Entendimos que ahora había que cuidarlas a ellas”, cuenta Ana Sofía Soberón, integrante de la Red Voluntaria de Acompañamiento a las Madres de Plaza de Mayo del <a data-id="https://www.cels.org.ar/web/category/violenciainstitucional/?gclid=Cj0KCQjw2v-gBhC1ARIsAOQdKY1egq_MKIlAEL20aXsiWgdjZQBG3T98IdXJpuR48OBOxYHAPZFq0eEaAii5EALw_wcB" data-type="URL" href="https://www.cels.org.ar/web/category/violenciainstitucional/?gclid=Cj0KCQjw2v-gBhC1ARIsAOQdKY1egq_MKIlAEL20aXsiWgdjZQBG3T98IdXJpuR48OBOxYHAPZFq0eEaAii5EALw_wcB" rel="noreferrer noopener" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;" target="_blank">Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS)</a>.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Soberón es trabajadora social y forma parte del Área de Salud Mental de la organización no gubernamental. Puso el cuerpo desde la génesis del proyecto: “en 2015 se acercaron con la inquietud Héctor Leboso y María Adela Antokoletz, amigos de la casa y militantes de las políticas de Derechos Humanos. A partir de sus miradas, identificamos que algunas Madres estaban solas a la hora de encarar ciertas actividades, muchas eran viudas, no tenían familiares que pudieran ayudarlas en necesidades cotidianas, en traslados… Tampoco estaba el Estado presente. A partir de ese vacío, se empezó a tejer la red”, recuerda Soberón. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Patricia Panich trabaja en el CELS hace 23 años. Es psicóloga e integra el espacio de Investigación. Es una de las tejedoras de la Red desde el origen: “propusimos que estuviera formada por voluntarias y voluntarios. Desde un principio se pensó como un acompañamiento social, el ‘estar con’, pasar tiempo juntas, leerles, ver una película o hacer las compras. Pero fuimos sumando otros requerimientos, como acompañarlas a los médicos, a hacer trámites, al banco. Es un servicio social no terapéutico. Somos voluntarias con vocación de servicio, ganas de acompañar y devolverles algo de todo lo que hicieron por nosotres”. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">El grupo de voluntarias salió a la cancha durante 2016, en los primeros años del macrismo negacionista. El equipo estaba conformado por diez acompañantes. Detalla Panich: “llegamos a acompañar a seis madres en estos siete años de historia. Carmen Lapacó, Carmen Cobo, Marta Vázquez, Alba Lanzillotto, y a Carmen Loréfice, que actualmente vive en Mar del Plata.”</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Soberón cuenta que con el acompañamiento se va construyendo un vínculo, una amistad: “en mi caso, la primera vez que me acerqué a la casa de Carmen Loréfice en Boedo, charlamos horas. Le interesa mucho la realidad política. No era ir todos los días, pero hablábamos por teléfono, o pasaba a tomar unos mates y caminábamos un rato, y le cambiaba el ánimo. Se forjó un vínculo.”</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Panich recuerda una visita al Centro Cultural Conti en la ex Esma, cuando las Madres estaban de invitadas a ver una película: “fuimos en patota en una combi. La pasaron bárbaro, viendo una peli medio subida de tono, ellas se mataban de la risa, y nosotras coloradas. Después tuvimos una merienda espectacular, todas chochas y felices de la vida. Un recuerdo imborrable.”</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">La pandemia, con su aislamiento y cuidados obligatorios, fue todo un desafío para la Red. El equipo extremó los cuidados, tuvo que suspender las visitas presenciales y se centró en sostener el vínculo por teléfono: “a una Madre la teníamos que acompañar al cobro de la jubilación. Era todo un evento para ella; salir de su casa, del aislamiento. Así nos cuidamos en esa época”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">En los últimos tiempos, muchas de las Madres, que en su mayoría andan por arriba de los 90, nos han ido dejando. Reflexiona Sofía: “forma parte de la vida, y es duro para las integrantes de la Red. Es un duelo que hacemos en forma colectiva, acompañadas por Carmen Cáceres que nos coordina. Todas hemos pasado por esa pérdida, pero entendemos el rol significativo que tuvo la Red para ayudar a las Madres a transitar los últimos años de vida acompañadas y vitales. Es una experiencia hermosa, que también nos obliga a pensar en todos los adultos mayores que están solos y tienen necesidades.”</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Se lee en <i>Tiempo Argentino</i>, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/informacion-general/madres-de-la-plaza-la-historia-de-la-red-de-cuidadoras-que-las-abraza/">acá</a>.</p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-82887642994904567422023-03-21T17:49:00.001-07:002023-03-21T17:49:11.079-07:00La larga marcha de Peter Lanzani<p><span style="background-color: white; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px;">La carrera de 50 kilómetros de marcha en los Juegos Olímpicos de Tokio 2021 tuvo ribetes dignos de un film épico: 59 atletas de élite, 31 grados de térmica, 85% de humedad y un sol impiadoso en Sapporo, en el norte de Japón. Fue la despedida como prueba olímpica de la carrera de 50.000 metros, nacida en Inglaterra en el siglo XVIII. Una persecución a paso de tortuga en la que se intenta caminar lo más rápido posible sin llegar a correr y que combina dosis desparejas de resistencia, tenacidad y disciplina. </span></p><span style="background-color: white; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px;">Apretados como por un puño cerrado, puntuales en la aurora zarparon los corredores desde el Odori Park. A 19.000 kilómetros del Imperio del Sol, frente a la tele de su casa en el barrio de Boedo, </span><span style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; font-weight: bolder;">Peter Lanzani</span><span style="background-color: white; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px;"> se enganchó con la carrera: “Me gustan los deportes. Practicarlos y verlos. Esta carrera, con todo ese paso lento, te cansa solo mirarla”.</span><div><span style="background-color: white; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px;"><br /></span></div><div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Cuentan las crónicas que la caminata veloz fue peliaguda desde el vamos. El papel protagónico fue interpretado por <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Dawid Tomala</span>, veterano corredor polaco de rasgos melancólicos dignos de un film de <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Kieslowski</span>. Lo acecharon como sombras el alemán <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Jonathan Hilbert</span> y el canadiense <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Evan Dunfee</span>. Detrás, un corredor sudamericano –nuestro héroe de película– arañó la gloria por un instante eterno. El modesto runner ecuatoriano <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Claudio Villanueva </span>piloteó el pelotón largo rato, hasta que un desgarro lo obligó a abandonar la buena marcha, pero no la carrera. Tan de repente, el sacrificado migrante que había dejado sus pagos de Cuenca por falta de apoyo y partió a hacerse la Europa para perfeccionarse, empezó a ver cómo primero los punteros, después el pelotón y por último los coleros lo dejaban atrás. Quizá, en esos minutos en que coqueteó con frenar en seco, Villanueva pensó, sin sacar los pies de la tierra, en los cuatro años de sacrificada preparación, en su entrenador que había muerto pocos meses antes por el maldito Covid-19, en su familia. También, quizá, en algún film. ¿Cuál sería? Villanueva cerró los ojos, sacó fuerzas vaya uno a saber de dónde, siguió marchando.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">“Una bronca te daba, porque el chabón estaba puntero y tuvo ese desgarro. Yo venía alentándolo, hora y media, como que teníamos un vínculo. Era una película con un flor de personaje que nunca se rinde”, sostiene Lanzani, en la previa a la sesión de fotos para <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Rolling Stone</span>. En una fábrica perdida en el sur porteño, el actor pita un<em style="box-sizing: border-box;"> </em>Philip Morris mangueado a este cronista y vuelve a la carrera: “El pibe siguió marchando todo destartalado. Me gustan esas historias de peregrinos, de caminantes, de gente que deja todo y salta… Destino incierto hasta llegar a la meta. Así entiendo mi oficio, la actuación, que es trabajo, disciplina y sacrificio. También, algo de magia. Buscar y buscar, como la historia del corredor, que al final llega a la meta. Ese es el camino”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Las frías estadísticas dicen que el impasible polaco Tomala conquistó la medalla dorada en Tokio con un tiempo de tres horas y moneditas. Villanueva llegó una hora después, último. Fue recibido por un mar de aplausos, parecido al que inunda las salas de cine al final de una buena película. Un héroe de la constancia.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Viernes postrero de enero, bien temprano. Afuera el cielo se cae a pedazos sobre el arrabal. Adentro de la exfábrica, ahora centro cultural, se escuchan los baldazos. El olor a metal pesado y humedad perfuma el ambiente. Calle Iguazú al 400, triple frontera difusa que hermana las barriadas de Barracas, Parque Patricios y Nueva Pompeya. A pasitos, la estigmatizada Villa 21, cerca del fastuoso art decó del Palacio Ducó donde juega Huracán, no muy lejos de la avenida Sáenz de Pompeya y, más allá –cantaban los tangueros–, la inundación.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">El diluvio que vino demora la llegada del vestuario para la producción fotográfica. Lanzani mata el tiempo conversando con el maquillador y les vestuaristes. Cuenta que viene de semanas movidas. Hace tres días se conoció la nominación al Óscar como mejor película extranjera de <em style="box-sizing: border-box;">Argentina, 1985</em>, el film sobre el paradigmático juicio a las genocidas Juntas Militares, en el que encarna al fiscal adjunto Luis Moreno Ocampo, escudero de<span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;"> Ricardo Strassera</span>, fiscal general de la Nación interpretado por<span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;"> Ricardo Darín</span>. La obra de <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Santiago Mitre</span>, coescrita junto a <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Santiago Llinás</span>, viene de cosechar el Globo de Oro en Estados Unidos, el premio del público en el festival de San Sebastián y varios galardones más aquí y más allá. <br style="box-sizing: border-box;" />En paralelo, Peter pone el cuerpo desde hace varios días en mil y una entrevistas para promocionar el lanzamiento de la segunda temporada de la serie <em style="box-sizing: border-box;">El Reino</em>, thriller político con producción de Netflix, protagonizado por <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Diego Peretti</span>, <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Mercedes Morán</span>, <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Nancy Dupláa</span> y su amigo <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Chino Darín</span>, coescrito por <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Marcelo Piñeyro </span>y <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Claudia Piñeiro</span>.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">En <em style="box-sizing: border-box;">El Reino</em>, interpreta a Tadeo, hombre de fe y pasado tortuoso, hijo político de un oscuro pastor evangélico devenido presidente de la Argentina. En esta segunda entrega, Tadeo –look mesías y tartamudeo arcano– inicia en el norte argentino un foco de resistencia contra la teocracia. Dicen los críticos, uno de los papeles más logrados de su polifacética y sólida carrera. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Vasito de cartón repleto de té negro en mano, Lanzani detalla el método que craneó para darle vida a Tadeo: “Cuando leí el guion de la primera temporada, se me vinieron a la mente Dostoievski y el personaje de Aliosha, de <em style="box-sizing: border-box;">Los hermanos Karamazov</em>. Los dos tienen una búsqueda espiritual y esconden algo muy profundo. Cuando hablé con Marcelo, acordamos que ese era el corazón del personaje. El guion es una suerte de biblia, pero puede laburarse”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Con inspiración dostoievskiana a flor de piel, Lanzani fue sumándole mantos al religioso Tadeo: un rosario de calvarios, el deseo de trascender, las dificultades en el habla para expresarse. Detalla Lanzani: “Un chabón que venía de una data muy evangélica y, después de todos los males que descubre en la primera temporada, se le derrumba un imperio. Pero sigue siendo bondadoso y lo mueve la fe. Quizá descubrió que la fe no es la religión, sino que es más una filosofía de vida, ayudar al otro. Para mí hay que rezarles a todas las deidades”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Aliosha es el más pequeño de los hermanos Karamazov. El héroe del libro más célebre de Dostoievski, “la más magnífica novela jamás escrita”, la llamó Freud. El personaje lleva el nombre de uno de sus hijos, muerto a los tres años de epilepsia, durante el proceso de escritura. En la obra hay un diálogo bellísimo sobre religión entre Aliosha y su hermano Iván. Palabras que podrían ser de Tadeo, o de Lanzani: “Si no hubiera un Dios, habría que inventarlo”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Dios no juega a los dados. O quizá sí. ¿Quién se anima a predecir el recorrido exacto de una vida? Que hable el primer valiente. Después de romper el hielo con una charla de precalentamiento, con Lanzani decidimos estirar las piernas. Será más de una hora de caminata. Un eterno retorno en círculos por el galpón deshabitado. “Parecemos un cuadro de Van Gogh, el de los presos dando vueltas en el patio de una cárcel”, bromea. La ronda de los presos es una obra terriblemente simbólica del maestro neerlandés, para quien la vida era una suerte de cárcel de paredes bien altas, con artistas condenados por los mercaderes y su látigo del destino.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">¿Te gusta la pintura?</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Toco de oído, pero alguna vez pinté. Mi abuela Amalia pinta al óleo, se dedicó a pintar toda la vida. Tengo cuadros de ella en mi casa. Es la única abuela que me queda. Mi abuelo Carlos Antonio falleció hace algunos años. Estuvieron juntos desde los 16. Cosa rara hoy, un valor interesante. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">¿Qué otros valores rescatás?</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">El laburo, el amor, la familia, la amistad. Son valores que no me gusta dejar atrás. Me fueron construyendo y me trajeron hasta acá. Lo que aprendí de mis viejos, de mis amigos, de una pareja, de mis compañeros de laburo. Desde ahí construyo todo.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">¿Y cómo fueron las bases de esa construcción? Sé que naciste en los 90, durante los primeros años del menemato, en una familia de clase media de zona norte.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Infancia en Belgrano, de colegio, rugby en el club Alumni y culo inquieto. Somos cuatro varones, se la hacíamos difícil, y a la vez fácil, a mi vieja, Claudia. Ella es economista y docente. Mi viejo se llama Pablo y trabaja en sistemas. Son <em style="box-sizing: border-box;">fucking nerds</em>. No entiendo nada de esos mundos. Vengo de una familia muy unida, con ganas de hacer, de probar cosas. Raíces españolas de Galicia, Navarra y de italianos del norte. Somos muy argentos, sin nacionalismos. Cuando estuve filmando en Nápoles la serie de Maradona [la biopic <em style="box-sizing: border-box;">Sueño bendito </em>estrenada en 2021] me hice amigo de dos tanos y me llevaron a su casa, con la <em style="box-sizing: border-box;">nonna </em>amasando pastas, y fue comer y comer, la señora gritando: “<em style="box-sizing: border-box;">¡Non ha mangiato niente!</em>”. Me hacía acordar a mi familia. Tuve una infancia muy feliz.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Está la historia de tu pasado como “actor precoz”, modelo infantil de Mimo & Co cuando eras muy pibito, de tu llegada a las tiras de Cris Morena, ¿tenés idea de dónde viene tu deseo de ser actor?</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Actores somos todos desde que nacemos. Cuando de pendejo te tirás al piso y te largás a llorar para que tu vieja te haga upa. A mi vieja no le daban los brazos para levantar a los cuatro [<em style="box-sizing: border-box;">larga carcajada</em>]. Por ahí el mío era un deseo medio kamikaze, porque estaba recién en el colegio, actuaba en alguna obra, perdía clases, aparecía en los actos. Después hubo un poco de inconsciencia, de hacer castings, quedar adentro, trabajar y trabajar. Y ahí siempre estuvo mi familia acompañando.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">¿Qué te acordás de esos primeros años en la actuación?</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Rutina de pendejo que trabaja: era 2006, tenía 15 años y arrancaba en <em style="box-sizing: border-box;">Chiquititas</em>. Me levantaba a las siete, colegio hasta la una, me pasaba a buscar mi abuelo Carlos Alberto y me llevaba a San Isidro a laburar al estudio hasta las ocho o nueve de la noche. Después, por ahí alguna clase de canto o de baile, o algún ensayo para el teatro. Volver a mi casa, hacer la tarea y a dormir. Al otro día, la misma historia sin fin. A mis viejos no les divertía mucho esa rutina, pero jamás me pusieron un pero. Yo quería actuar.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Una vida muy disciplinada, la del actor.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Es algo que aprendí en esos primeros años. Esta es una profesión, un oficio, como el de zapatero o deportista. Hay que estar a una hora puntual, preparar el texto, entrenar. Mirá, odio la mañana, pero vengo a cara de perro si es necesario, y ni se nota. Si no llegás temprano, te estás cagando en el otro, que trabaja con vos, y en uno mismo. Creo que la actuación es sacrificio, entrega, pasión, y algo de magia tiene. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Vittorio Gassman, santo patrono de tu gremio, decía que el actor es como una caja vacía, y cuanto más vacía esté, mejor; interpreta un personaje y la caja se llena, después termina el trabajo y la caja se vacía. ¿Cómo llenás o construís a tus personajes?</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Leo mucho, veo cine, eso hace trabajar a la imaginación, que es un trabajo actoral. Cuando voy a un bar, me gusta ver a la gente, cómo se mueve, pensar en sus historias. Leí en la biografía de Brando, que tiene un título buenísimo,<em style="box-sizing: border-box;"> Las canciones que mi madre me enseñó</em>, que el tipo se paraba en cualquier esquina de la 5º Avenida en Nueva York y empezaba a flashear historias de los que pasaban: “Este es abogado, este cocina mal, este estuvo preso…”. Me gustan los actores que no son actores. Mirás una peli de Daniel Day-Lewis o de Meryl Streep, los Joker de Heath Ledger o Joaquin Phoenix, y están encarnados<em style="box-sizing: border-box;"> full flash</em>, no les ves un hilo, no sé hasta qué punto actúan. Son sus personajes. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Sos de encarnarte, entonces.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">No es de metódico ni de obsesivo, pero hay una cuota de inmersión que me gusta. “Nerdeo” mucho, pero también me gusta trabajar con cosas que me suceden, desde lo que me pasa y lo que imagino. Me voy metiendo, pero tampoco cruzo una barrera a lo Jim & Andy. Con el personaje de Jorge Cyterszpiler, el primer representante de Maradona, que era rengo, esa característica física me ayudaba a meterme, y no me apoyaba tanto en lo emocional. En el rodaje los técnicos me cargaban: “¡Pará de renguear!”. Confío en el laburo en equipo. Por ahí terminás actuando para un foquista. Y si se lo cree él…</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Para el papel de Alejandro Puccio en <em style="box-sizing: border-box;">El clan </em>(2015) tuviste que pasar siete castings, fue arduo el trabajo de construcción de ese personaje.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Era mi primera película y fueron como ensayos para entender el mundo en el que me estaba metiendo. Era una gran historia, conocía algo porque mi viejo jugó al rugby contra Puccio. Yo venía de las tiras de televisión y llegó ese momento en que te preguntás “¿salto o no salto?”. Salté y descubrí otros mundos por medio de la actuación, por encare de personajes, por búsquedas a la hora de construir. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Después llegás a la serie <em style="box-sizing: border-box;">Un gallo para Esculapio </em>(2018), con dirección de Bruno Stagnaro. El de Nelson fue otro personaje que te marcó. </span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Sin dudas. Nos fuimos a Misiones a rodar con un equipo chico. Tocábamos las puertas de las casas, charlábamos con la gente, tomábamos tereré. Yo grababa y empezaba a sacar la tonada misionera de Nelson. Una onda Nuevo Cine Argentino. Acá filmamos en trenes y otros lugares sin permiso. Por ahí a veces miro un guion denso, difícil, digo que no lo puedo hacer, pero me pongo a trabajar y a trabajar, y al final lo hago.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">El teatro es otro de los territorios que exploraste. Hiciste <em style="box-sizing: border-box;">Equus </em>y <em style="box-sizing: border-box;">El emperador Gynt</em>, una adaptación de Ibsen, donde interpretabas 14 personajes en escena. ¿Qué diferencia hay con el cine?</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Es como jugar al fútbol cinco y al de once. En el teatro salís a escena y tenés que jugar. Si hay un error, hay que remar hasta el final. Es un espacio para sumar horas de vuelo, jugar, cruzar barreras y abrir puertas medio <em style="box-sizing: border-box;">deep</em>. En <em style="box-sizing: border-box;">Equus</em>, que habla de la salud mental y del suicidio, me tenía que poner en bolas. Bueno, vamos, experimentamos. Sale bien, sale mal, así es la vida. Me gusta ir al límite, a lugares incómodos, porque ahí no tenés los mecanismos de autodefensa para resolver.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Sigue la ronda, Lanzani pide otro pucho. Confiesa: “Todo lo que perdés la cabeza en el armado de un personaje lo tirás a la basura en el rodaje. Me pongo a las órdenes del director y empezamos a construir de nuevo. Igual algo queda. Si me decís ‘escena 23’, yo sé dónde está el personaje; ‘escena 54’, lo mismo. Puedo parecer un loco, pero es así”. Lanzani hace estallar una carcajada demencial que retumba en el galpón. Interpreta a un loco. O a un actor muy cuerdo. Uno de esos que, más que una fotografía, con sus actuaciones construyen una pintura al óleo. Como las que pinta la abuela Amalia.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">“Me emociona ver lo que estás haciendo con tu camino del Artista… Aplausos de pie y de puro corazón por este premio a vos, mi Peter querido, y a todo el equipo de <em style="box-sizing: border-box;">Argentina, 1985</em>”. Son palabras firmadas por<span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;"> Cris Morena</span> en sus redes sociales al conocerse la nominación al Óscar. En su adolescencia, Lanzani fue star refulgente de la escudería de Morena. <em style="box-sizing: border-box;">Chiquititas</em>, <em style="box-sizing: border-box;">Casi ángeles</em>, <em style="box-sizing: border-box;">Teen Angels</em>… Televisión, cine, teatro, recitales, giras mágicas y misteriosas… Entre 2006 y 2012 compartió elenco y banda pop con <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Lali Espósito</span>, <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Nicolás Riera</span>, la<span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;"> China Suárez</span>, <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Gastón Dalmau</span>, <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Nicolás Vázquez</span>, <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Emilia Attias </span>y siguen las firmas. Centenares de capítulos en TV con cumbres monumentales de rating; seis discos de estudio y tres en vivo con certificado platino y oro; tours por Sudamérica, Europa e Israel; y hasta un film 3D, un videojuego online y una computadora tuneada con el logo de la banda teen. En un conocido shopping de la zona norte del conurbano había un Fans Store oficial de los Teen Angels, donde se podían comprar posters con la cara de Peter, postales con la cara de Peter, remeras con la cara de Peter, muebles con la cara de Peter, perfumes con la cara de Peter… Más de una vez debe haber puesto la cara Peter para firmar autógrafos en ese reino del consumo. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">“Época medio de beatlemanía y de mucho aprendizaje. Giras, un seguridad ex Mosad para cada uno cuando fuimos a Israel, salir del Gran Rex y que la camioneta quede varada en un mar de gente, estadios repletos. Había una data de inconsciencia que estaba buena, para no caer a tierra”, dice Lanzani, ya sin cara de ángel, antes de posar para el fotógrafo. A sus 32 años, Peter es dueño de un rostro bien porteño, del pibe que es amigo de todes en la escuela. Tiene una mirada que se ve honesta, transparente, con un dejo de melancolía.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">¿Te quitó algo esta profesión?</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Para empezar, el anonimato. Pero hace 17 años que me pasa. Igual me encargué de no privarme de cosas. Ser social, estar con mis amigos, hacer deporte, ir a leer a bares, ponerme los auriculares y salir a caminar. Creo que nunca se me subió la fama a la cabeza. Cuando llego al club a ver a mis amigos, no llega la “estrella”, sino el que va a preparar el próximo fernet, como hicieron todos. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">La otra cara, ¿qué te dio esta profesión?</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Si se mira de afuera, este trabajo es medio un delirio, un mundo a veces idílico. Sé que soy un afortunado. Conozco a mucha gente que está tratando de hacer el mismo camino: cine, series, teatro, y no es fácil, todo lo contrario. Soy un afortunado de haber llegado hasta acá, con trabajo duro se puede llegar. A mí me gusta contar historias. Estoy abocado a esa palabra medio rara, el arte. ¿Qué es el arte? Qué sé yo qué es el arte. Es mi oficio. Es eso que pasa cuando ves una película y te ponés a llorar por un chabón que perdió a su mamá, como si la hubieras perdido vos. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">¿Te pasa seguido eso de llorar por el arte?</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Todo me hace llorar, creo que soy muy sensible. Con el Colo Fisner, el amigo que vive conmigo, vimos la última película de Carax, un musical hermoso, pusimos play y llorábamos a mares. Poníamos pausa para armar un fernet, de nuevo play y otra vez a llorar desconsolados. ¡La concha de su madre! Eso es arte. Que te cuenten una buena historia, que te olvides de que hay una cámara, un director, un actor. Lo único que importa es eso. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Mediados de febrero en Buenos Aires. La ciudad es un infierno, con la térmica ardiendo cerca de los 40 grados. Viernes de napalm. Llamo a <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Marcelo Piñeyro</span>, director y guionista de la serie <em style="box-sizing: border-box;">El Reino</em>. Experimentado profesional del universo audiovisual, reflexiona con tórrido entusiasmo sobre los trabajos de Lanzani. Brilló en <em style="box-sizing: border-box;">El clan</em>,<em style="box-sizing: border-box;"> El ángel</em>, <em style="box-sizing: border-box;">Un gallo para Esculapio</em>,<em style="box-sizing: border-box;"> 4×4:</em> “Peter logra disolverse en los personajes. En cada uno de sus trabajos, descubrís un Peter nuevo. Cuando, por lo general, los actores llevan el personaje hacia sí, él se disuelve, no quedan restos del Peter real. Y cuando vas a corte, vuelve a ser Peter”. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Piñeyro, con décadas sobre el lomo en el trabajo con actores, detalla planos del oficio: “El aspecto racional, que tiene que ver con la comprensión del personaje, y otra cara emocional. Tadeo es un personaje atípico, poco naturalista. Peter trajo muchas propuestas. Le dedica mucho tiempo a la búsqueda, y eso no es tan típico. Tiene una entrega enorme, se zambulle y ahí se reinventa”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><em style="box-sizing: border-box;">El Reino</em> es una producción que hace foco en los lazos entre la política y las religiones. Enfatiza el cineasta, un tópico demasiado actual: “El regreso de los fundamentalismos religiosos, el rol de las iglesias, la manipulación de la gente, temas que invitan a la reflexión racional y emocional. El personaje de Tadeo está atravesado por esos temas, pero más que nada por la fe. Es el único que no utiliza la fe. Simplemente cree”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">A <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Peter Lanzani </span>le gusta el rock. También el tango. “Escucho de todo. Tango a la mañana, tomando mate. Listas enteras –dice–. Los tangueros cuentan buenas historias, parece que están actuando. Luca Prodan les pegaba a los tangueros. El pelado decía que eran todos trolos porque cantaban que sus minitas los dejaban y ellos las querían recuperar. Tratala bien, hermano, así no te dejan”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Más allá de haber cantado en Teen Angels, ¿probaste suerte con algún instrumento?</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">La música me fascina, pero no es lo mío. Hace un tiempo me enganché con el piano, y me di cuenta de que no soy ducho. Si me dicen, pongo el dedo acá o allá en las teclas, algo saco, pero no más que eso. Mis amigos del colegio son todos músicos.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Sos amigo de los Bandalos Chinos.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Me fui de gira con ellos, todo muy loco. Fui plomo, una vez tuve que mandarme al escenario para conectar unos cables. Pero lo mío no es la caja de herramientas, no sé arreglar nada. Ponía fuerza bruta para cargar equipos, la parte de atrás del espectáculo. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Sobre el detrás de escena, Lanzani tiene inquietudes acerca del presente y futuro de la industria cultural argentina. Pensar el oficio, desde el oficio. En 2020, en plena crisis pandémica, con varios colegas creó la Asociación Civil de Trabajadores del Arte. Buscaban estimular la creación de contenidos de ficción: “Pero no funcionó, nos cansamos de pelear. En la postpandemia no hay incentivos, pese a que tenemos una película nominada al Óscar y se está rodando otra vez. Tenemos una industria que da pelea, gente muy talentosa en todos los rubros. Me tocó trabajar con grosos: Trapero, Santiago Mitre, Luis Ortega, Stagnaro. Gente de la que aprendí mucho”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Peter tiene una frase de la película <em style="box-sizing: border-box;">Gladiador </em>bordada en tinta en su brazo derecho: “<em style="box-sizing: border-box;">What we do in life echoes in eternity</em>” (Lo que hacemos en vida tiene eco en la eternidad). Vio la película muchas veces: “Me encantan las <em style="box-sizing: border-box;">epic movies</em>”. Y, casualidad o no, le puso acción a la película más épica de los últimos años, <em style="box-sizing: border-box;">Argentina, 1985</em>. Una épica que no es solo una explicación para el éxito y los aplausos que cosecha, sino que recuerda cómo construimos la democracia argentina, todos los obstáculos que tuvo que atravesar, todos los acuerdos que socialmente hicimos para poner en boca de la gran mayoría democrática “nunca más”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">El Juicio a las Juntas Militares fue la piedra filosofal de la justicia, parte fundamental de la tríada que se forma con memoria y con verdad. En la sentencia pasaron muchas cosas, al menos estas tres: uno, fue la primera vez que se probó la existencia de un plan sistemático de exterminio por parte del terrorismo de Estado encabezado por los militares de las juntas; dos, se conocieron ampliamente los métodos represivos a los que recurrió la dictadura y hasta las personas más indiferentes conocieron la verdad de esa historia reciente; tres, las instituciones del país dieron un mensaje permanente: los crímenes contra la democracia van a ser juzgados.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Peter actúa el guion de <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Santiago Mitre </span>y <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Mariano Llinás</span>. Les cuenta a las generaciones que crecieron sin autoritarismos lo que hizo el fiscal adjunto de 32 años <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Luis Moreno Ocampo</span> para que los genocidas rindieran cuentas, junto con el fiscal <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Julio Strassera.</span> Porque los dinosaurios no sé si van a desaparecer, como canta <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Charly García</span>, pero si juegan a romper la democracia los espera una sociedad que no se olvida. El derecho a la justicia es casi siamés del derecho a la verdad y el testimonio de Adriana Calvo provocó un clic masivo. Detalla el actor: “Es una película de la democracia, que habla de la humanidad. Los protagonistas no son Strassera y Moreno Ocampo, o los militares de la Junta, la peli habla de Adriana Calvo, que se sienta en el estrado y cuenta que la obligaron a parir a su bebé en un auto. Si hacés oídos sordos a esa historia, estás muerto, vieja”. Después de parir, Calvo y su hija fueron llevadas al Pozo de Banfield, donde el médico condenado<span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;"> Jorge Bergés</span> le cortó el cordón umbilical y fue obligada a limpiar el piso del centro clandestino de detención. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">“Peter tiene sus sentimientos en la mano, es candoroso, no tiene pudor, no tiene ego, es increíble. Expresa mucho compromiso en su actuación, mucha honestidad. Para mí estar encarnado en Peter Lanzani está muy bien”, dice <span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Luis Moreno Ocampo </span>por WhatsApp y suma una clave de lectura política: “La película cruza el tiempo y el espacio”. En el 85 era muy importante que la gente que no compartía las ideas sobre el juzgamiento las entendiera. El personaje de la madre del fiscal representa ese sector. Hoy, para las generaciones sub 40 la democracia es la normalidad. La película cruza cuatro décadas y explica lo que pasó. También cruza el espacio, las fronteras. En Estados Unidos y Brasil tuvo mucho éxito, son países donde a la democracia se la ve en riesgo, donde tuvieron episodios de gente que se movilizó para destruir el Congreso, las instituciones. Y en España también tuvo muy buena recepción, por otros motivos, ven el Juicio a la Junta como algo que ellos no hicieron. “La película pega en un tema fundamental en todo el mundo: Argentina, 1985 se convierte en el mundo 2023”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Moreno Ocampo tenía tu edad en el momento del juicio.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Sí, y es una peli de la juventud, que muestra la labor de los pibes de la fiscalía. Juzgar a la dictadura es hacer política y es poner coraje; y lo hacían los pibes, porque los de la edad de Strassera no lo hacían. Está bueno hablarles a las nuevas generaciones de ese ejemplo, no olvidarnos de que esta historia pasó en nuestro país. La democracia no es un lugar al que llegás, es una construcción de todos los días y de todos. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">¿Cómo es un actor en su vida cotidiana? ¿Se parece en algo a sus personajes? ¿Reflexiona sobre su trabajo o, tras quitarse el maquillaje y el traje, vuelve a ser uno de nosotros, una persona del montón, anónima y desconocida? ¿Con qué sueñan los actores? “Siempre quise ser campeón del mundo. Messi me cumplió el sueño del pibe en diciembre”, dice Lanzani, ataviado para las fotos con la camiseta celeste y blanca. Peter festejó la tercera estrella saltando en la 9 de Julio. Abrazado con millones en el domingo de gloria de la patria transpirada. “Messi es un referente, igual que Ginóbili. Correctos, inteligentes, en la búsqueda, pero siempre con los pies en la tierra. Es fácil perder la cabeza cuando estás en esos lugares. Cada cosa que hacen deja un mensaje, y no son chabones que dicen ‘te vengo a enseñar’. Por eso son referentes”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">¿Y de tu profesión quiénes son tus referentes?</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Con Darín nunca había laburado. No me sorprendió el tipo de actor que es, un capo. Me atraparon su humanidad y su extrema generosidad. Aprendí mucho. Tiene una presencia, algo espiritual, un aura. Se clava, empieza a actuar y no para. No “furcea” nunca. Habrá tenido un error al mes y medio de rodaje, no se puede creer. Igual, todos “furceamos”. Brando, que cambió la historia de la actuación, que llegó al estudio de Apocalypse Now pelado, gordo, sin leer el guion y tiraba dos palabras y prendía fuego todo, decía que “furceamos” en la vida cotidiana. No está mal que nos pase a los actores, ¿no? </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">En unos días podés ganar otra tercera estrella, esta vez para el cine argentino, en los Óscar. ¿Qué te pasa por la cabeza?</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Es parte del camino. El Óscar, los premios, donde no necesariamente gana el mejor, son el broche del trabajo de mucha gente. Muchas veces los premios terminan sosteniendo un libro en un estante de una biblioteca. Pero qué lindo ganarlos. ¡Está la Argentina ahí! Creo también que el premio es ver que pasan nuestras películas en los festivales, que la gente las entiende, las aplaude. Ahí se completa nuestro trabajo. Igual, creo que el arte no es el resultado, es más bien el proceso en el camino. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Peter apaga el último cigarrillo y encara para la salida del galpón. El actor se vuelve vecino, camino a la república de Boedo, lejos de las cámaras, sin maquillaje, sin traje, distinto del de las tapas de revista, pero igual a él. Un caminante. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: "Georgia Regular", sans-serif; font-size: 19.2px; margin-bottom: 0.9rem; margin-top: 0px;">Perfil publicado en la revista <i>Rolling Stone</i>, por <a href="https://es.rollingstone.com/arg-peter-lanzani-entrevista-rolling-stone/">acá</a>.</p></div>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-12396314805568817542023-03-21T17:44:00.003-07:002023-03-21T17:44:47.525-07:00Los huaycos y Los Saicos<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">Que llueva, que llueva, Dina está… aprovechando la tierra arrasada que van dejando a su paso el ciclón Yaku, el Niño Costero y las lluvias a secas que castigan el Perú. Temporada de huaycos, las grandes olas de barro y piedra que a su paso sólo dejan destrucción. Pude apreciar el paisaje digno de película catástrofe en el camino desde la andina y combativa Ayacucho hasta la bella y desgraciada Lima. En la capital, la cinta asfáltica de la autopista Panamericana es una pileta olímpica. El río Rímac no para de subir. Los vecinos de las barriadas maldicen al cielo siempre encapotado que anticipa malas noticias.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">El gobierno de facto dice que no tiene fondos para encarar la tragedia. Eso sí, hace pocas semanas destinó millones de soles para reequipar a la policía. En la reunión del Consejo Nacional de Gestión del Riesgo del Desastre, la primera presidenta–dictadora llamó a la unidad nacional. Estaba acompañada por el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga. El empresario ultraconservador y miembro numerario del Opus Dei –practica la abstinencia sexual y la autoflagelación- invocó a la ayuda divina: cadenas de oración contra los huaycos.</p><div class="widget_text col-7 entre-1 d-none d-sm-none d-md-block d-lg-block" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; flex: 0 0 58.3333%; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; height: 0px; letter-spacing: -0.2px; max-width: 58.3333%; padding-left: 15px; padding-right: 15px; position: relative; width: 376.25px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: border-box;"><div data-google-query-id="CLuJp4qn7v0CFR1JuAQdplQCZg" id="div-gpt-ad-1665785398492-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"><iframe aria-label="Advertisement" data-google-container-id="4" data-load-complete="true" frameborder="0" height="1" id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" marginheight="0" marginwidth="0" name="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" role="region" scrolling="no" style="border-style: initial; border-width: 0px; box-sizing: border-box; vertical-align: bottom;" tabindex="0" title="3rd party ad content" width="1"></iframe></div></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">El agua apagó el fuego de las protestas por esta semana. Una cortina húmeda que usa Boluarte para esconder muertos, heridos y detenidos en las protestas. En paralelo, avanza con el cerrojo informativo: protocolos para cubrir las manifestaciones, el Congreso impulsa la colegiatura obligatoria de los periodistas y se bloquea la posibilidad de entrevistar a los presos. Hace un rato me llamó la abogada de <a href="https://www.tiempoar.com.ar/etiqueta/pedro-castillo/" rel="noreferrer noopener" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;" target="_blank">Pedro Castillo</a>: los carceleros niegan el acceso al penal de Barbadillo, donde el expresidente cumple prisión preventiva. Ni siquiera un cuestionario o un par de puchos se le pueden hacer llegar.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><a href="https://www.youtube.com/watch?v=sb46GBRhby8" rel="noreferrer noopener" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;" target="_blank">Los Saicos</a> fueron una banda limeña de rock sucio y desprolijo que brilló fugazmente a finales de los ‘60. Se los considera “proto-punks” sin crestas. Nacieron en el barrio de Lince, donde hace pocos años la municipalidad puso una plaqueta que acredita la gestación del punk en tierras incas. “Demolición” es su hit sempiterno. “Demoler, demoler, demoler…”, dice el estribillo. Banda de sonido tan actual. Suena mientras los huaycos y el gobierno de facto demuelen el Perú.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Publicado en <i>Tiempo Argentino</i>, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/mundo/los-huaycos-y-los-saicos/">acá</a>.</p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-10959482406681840612023-03-21T17:42:00.003-07:002023-03-21T17:42:37.355-07:00Crónica ayacuchana<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">“Dina asesina, Ayacucho te repudia”. La bandera puede verse frente al Aeropuerto Mendívil Duarte. Familiares de víctimas de la represión, militantes del Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho (Fredepa) y vecinos de a pie se manifiestan en la ciudad andina erecta a 2760 metros sobre el nivel del mar, en la región sur central del Perú. Bajo este sol tremendo que quema en los Andes, repudian a dos ministros del gobierno de facto que llegaron a Huamanga –capital de la provincia- para “hacer política”.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">“El pueblo de Ayacucho viene a repudiar a los ministros del gobierno asesino. Me han matado aquí mismo, cerca del aeropuerto, a mi sobrino José Luis. Con armas de guerra, lo han rematado con dos balas. Ellos dicen que nosotros somos terroristas. ¿Pero quién usó armas contra el pueblo? Ellos”, dice July, familiar de una víctima de la represión que se cobró 10 vidas y casi 100 heridos en el pasado mes negro de diciembre, cuando militares y policías dispararon a mansalva cerca del aeropuerto y del cementerio de la ciudad. “Ahora viene los ministros, los vimos tomando vino y comiendo su chicharrón en el centro riéndose del pueblo, y aquí nosotros en la protesta porque volvimos a los años de la dictadura, siguen los Fujimoris y Montesinos, que acuerdan con la Dina”, se despide July y hace flamear una bandera peruana teñida de negro.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">En quechua, Ayacucho quiere decir el “rincón de los muertos”. La combativa región fue sede de luchas históricas. Desde la decisiva batalla de 1824 por la independencia americana hasta la batalla cotidiana de los que salen a la calle para elevar la voz contra el gobierno de facto y para pedir por el llamado a elecciones y una nueva Constitución, para dejar atrás la neoliberal del dictador Fujimori aprobada en los años noventa.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Cerca de la Plaza de Armas, a pasitos del rosado Arco del Triunfo, está el Mercado de la Magdalena. Mamitas ofrecen queso casero, marraquetas y manjares a precios populares. Raymundo sirve generosos bistec a lo pobre en el comedor. Doce soles el platazo (casi tres dólares). Dice el cocinero: “Con la represión hubo un parate. Pocos clientes, nada de turismo, suba de precios, el pollo de 10 a 15 soles, y volvieron las persecuciones. Le juro que me siento en la máquina del tiempo, los más oscuros de cuando, con la excusa de reprimir a Sendero Luminoso, en realidad el gobierno y los militares mataban campesinos y al pueblo”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="letter-spacing: -0.2px;">Los ayacuchanos están indignados por la llegada de los ministros de facto desde la engreída Lima: “Son racistas, dicen que la wiphala es un mantel de restaurante chifa, que los marchistas somos ignorantes, nos terruquean, pero en realidad son excusas para masacrarnos, no saben la historia del Perú. Ayacucho a tributado siempre con las vidas de su pueblo desde la época de la Independencia, en las luchas por la educación pública en los años sesenta, fuimos asesinados y desaparecidos en los años de la violencia política y ahora se repite la historia”, explica Magno Ortega, presidente del Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho. El Fredepa es una organización que nuclea a trabajadores y campesinos desde los años setenta del siglo pasado. “Todos nuestros dirigentes han sido detenidos por esta dictadura. Fueron arrestados en diciembre después de la masacre. Los subieron a un avión a la madrugada y están detenidos en Lima, acusados de terroristas”, dice Magno, histórico dirigente de 71 años que, ante al descabezamiento del frente, volvió a pelear. El curtido trabajador hace memoria: “En los años ochenta fui secuestrado, encarcelado en el cuartel, torturado, soy un afortunado porque sobreviví al terrorismo de Estado. Miles murieron o están desaparecidos. Estamos volviendo a esos años. Esta es una dictadura a las órdenes de los empresarios y los militares. En Perú hay dos democracias, la que sirve a los empresarios poderosos y la que pisa a los pobres. Desde diciembre, con la caída de Castillo, se desnudó un Estado opresor y asesino, otra vez.”</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="letter-spacing: -0.2px;">Después de la manifestación, los policías arrestaron a algunos jóvenes que cantaban contra el gobierno de Boluarte y la policía asesina. Cierra Magno: “Vamos a seguir marchando. Esta semana hay manifestaciones y vamos por otra Toma de Ayacucho. No nos rendimos fácil, es nuestra historia. Somos herederos de los guerreros waris, últimos en ser dominados por los incas. Peleamos por la Independencia, sobrevivimos a las dictaduras. Ayacucho no es sólo el rincón de los muertos. También es el lugar donde moran las almas de los luchadores.”</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="letter-spacing: -0.2px;">Publicado en <i>Tiempo Argentino</i>, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/mundo/cronica-ayacuchana-protestas-y-detenciones-en-el-rincon-de-los-muertos/">acá</a>.</span></p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-63043950369933875472023-03-21T17:39:00.002-07:002023-03-21T17:39:21.990-07:00¿Sueñan los algoritmos con ovejas eléctricas?<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">“Algoritmo: conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema. Método y notación de las distintas formas de cálculo”. La definición de</span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><a href="https://www.rae.es/" rel="noreferrer noopener" style="box-sizing: border-box; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;" target="_blank">la correctísima RAE</a><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">se queda corta en el presente. Un algoritmo también puede ser un narrador. Para muestra basta un botón, como Sniper, el contador algorítmico que, en estos tiempos de fronteras difusas entre los humanos y las máquinas, narra las booms y cracs del capitalismo financiero en el libro</span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><em style="box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">El reemplazante</em><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">La obra fue publicada en estas pampas por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/cultura/vaquera-invertida-apuntes-sobre-un-libro-transgenero/" rel="noreferrer noopener" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;" target="_blank">la activa editorial Caja Negra</a>. Su autor es Alexandre Laumonier: diseñador gráfico, director de la editorial Zones Sensibles y creador del libro <em style="box-sizing: border-box;">6/5</em>, biblia sobre el trading de alta frecuencia, el mercadeo frenético e informatizado de acciones que reina en el siglo XXI.</p><div class="widget_text col-7 entre-1 d-none d-sm-none d-md-block d-lg-block" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; flex: 0 0 58.3333%; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; height: 0px; letter-spacing: -0.2px; max-width: 58.3333%; padding-left: 15px; padding-right: 15px; position: relative; width: 376.25px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: border-box;"><div data-google-query-id="CKm89-6l7v0CFZBQuAQdbwYNbQ" id="div-gpt-ad-1665785398492-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"><iframe aria-label="Advertisement" data-google-container-id="4" data-load-complete="true" frameborder="0" height="1" id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" marginheight="0" marginwidth="0" name="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" role="region" scrolling="no" style="border-style: initial; border-width: 0px; box-sizing: border-box; vertical-align: bottom;" tabindex="0" title="3rd party ad content" width="1"></iframe></div></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Novela a secas, crónica obsesiva sobre el devenir de la arquitectura bursátil, alegoría del capitalismo presente, fresco irónico sobre la hegemonía maquinal en el mundo de las finanzas, manual de supervivencia en una época poshumana. Sobre todo, libro transgénero. Todo eso es <em style="box-sizing: border-box;">El reemplazante</em>. O quizá, mucho más.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">¿Dónde hay un mango? No lo dude, viejo Gómez, en las bolsas de valores. Ojo que los tiempos cambian, querido e ingenuo inversor. Nueva York, Chicago, Londres, París fueron las sedes bursátiles de carne y hueso por varios siglos. El mundo financiero contemporáneo es digital, cableado, fantasmal, repleto de numeritos en pantallas, sin el teatro histérico de los traders ni los trajecitos lujosos de los cerebros salidos de Princeton.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">No muy lejos de la universidad de New Jersey, en un hangar climatizado repleto de servers en Mahwah trabaja sin respiro -con qué sueña un algoritmo- Sniper, un “francotirador” capaz de resolver operaciones en nanosegundos y aniquilar a sus competidores. Así funciona la mano invisible del mercado:</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">“Mi creador original me había inventado para ganar 10 mil dólares dentro de un único mercado. Hoy paso largas horas observando a mis decenas de compañeros de piso, y cuando les disparo apenas gano una fracción de dólar. Soy sólo un predador sin inteligencia, es cierto, pero no es imposible, queridos humanos de la especie <em style="box-sizing: border-box;">Homo algorithmus</em>, que algún día termine parasitado este mundo de tiburones que son los mercados financieros, al punto de reducir todos los esfuerzos tecnológicos de ustedes a la nada y llevarlos entonces a la ruina”. ¿Ganaste Skynet?</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">En el libro de Laumonier desfilan la crema y nata del parnaso bursátil de los últimos 300 años. Desde Rothschild y las palomas mensajeras que le hicieron ganar fortuna post Waterloo hasta Josh Levine, un geek desfachatado que eliminó a la estirpe de traders trajeados al crear un teclado autónomo después del lunes negro de 1987, sin olvidar a Thomas Pereffy, un migrante húngaro en Nueva York que creo un ciborg de dedos artificiales que cambió Wall Street para siempre.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Atrás del fantasma algorítmico y sus guerras: Sniffer (esnifador), Shark (tiburón), Blast (explosión), apodos de combate que esconden a los bancos malos de siempre: Goldman Sachs, Morgan Stanley, Crédit Suisse y siguen las firmas. La gran estafa. No olvidemos la burbuja explotada en 2008 y nuestro crac de 2001, por citar dos atracos cercanos.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Para cerrar, unas palabras de Henry Ford, el pionero de la producción en serie en un capitalismo tan salvaje como el actual dominado por las finanzas: “Es bueno que el pueblo de esta nación no entienda nada del sistema bancario y monetario, porque si ese fuera el caso, creo que habría una revolución antes de mañana por la mañana”. ¿Qué es robar un banco comparado con fundarlo?</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Publicado en <i>Tiempo Argentino</i>, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/cultura/suenan-los-algoritmos-con-ovejas-electricas-capitalismo-y-deshumanizacion-segun-laumonier/">acá</a>.</p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-57231258029998271382023-03-21T17:37:00.001-07:002023-03-21T17:37:17.613-07:00Despedida con audio de rock pesado<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">“Si La Paz desaparece de la faz de la Tierra, los cuentos de Adolfo Cárdenas serán utilizados para reconstruirla y para escuchar de nuevo las voces de sus personajes”. Cuánta razón guardan estas líneas del periodista vaco-boliviano Ricardo Bajo. En sus relatos, el narrador paceño logró retratar de forma brillante el habla, que es parecida al alma, de la ciudad colgada del Altiplano a casi 4000 metros sobre el nivel del mar.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">La <a href="https://www.tiempoar.com.ar/cultura/__trashed-28/" rel="noreferrer noopener" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;" target="_blank">literatura boliviana</a> está de luto. Este domingo 26 de febrero murió Adolfo Cárdenas Franco a los 73 años, en su natal La Paz, esa hoyada a presión andina que lo apasionaba. Prolífico cuentista y ejemplar novelista. Autor de los libros de cuentos <em style="box-sizing: border-box;">Fastos Marginales</em>, <em style="box-sizing: border-box;">Chojcho con audio de rock</em>, <em style="box-sizing: border-box;">El octavo sello</em>, <em style="box-sizing: border-box;">Doce monedas para el barquero</em> y <em style="box-sizing: border-box;">Tres biografías para el olvido</em>. También de la novela <em style="box-sizing: border-box;">Periférica Blvd.,</em> clásico de clásicos de las letras altiplánicas. Consejo: si van o vienen a La Paz, no dejen de leerlo. <em style="box-sizing: border-box;">Periférica</em> es un libro que invita a recorrer el centro y los márgenes de la apunada urbe con banda de sonido heavy andina.</p><div class="widget_text col-7 entre-1 d-none d-sm-none d-md-block d-lg-block" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; flex: 0 0 58.3333%; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; height: 0px; letter-spacing: -0.2px; max-width: 58.3333%; padding-left: 15px; padding-right: 15px; position: relative; width: 376.25px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: border-box;"><div data-google-query-id="CNjz6LSl7v0CFcFMuAQdea0Bmw" id="div-gpt-ad-1665785398492-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"><iframe aria-label="Advertisement" data-google-container-id="4" data-load-complete="true" frameborder="0" height="1" id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" marginheight="0" marginwidth="0" name="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" role="region" scrolling="no" style="border-style: initial; border-width: 0px; box-sizing: border-box; vertical-align: bottom;" tabindex="0" title="3rd party ad content" width="1"></iframe></div></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Conocí la obra de Cárdenas a principios de los 2000. Años de andanzas y desandanzas por las rutas bolivianas y de más allá. Con una pandilla salvaje de amigos traficábamos ladrillos de libros entre La Paz y Buenos Aires. Seguro eran más rentables los ladrillos de cocaína. Nunca fuimos buenos para los negocios. Viscarra, Sáenz, Quino y por supuesto los cuentos de Cárdenas entraban en nuestras mochilas de <em style="box-sizing: border-box;">dealers</em> literarios.</p><h2 style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 1.25rem; font-weight: 500; letter-spacing: -0.2px; line-height: 1.2; margin-bottom: 0.5rem; margin-top: 0px;">La marca indeleble de leer a Cárdenas</h2><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Cuando viví en La Paz en 2007, pude zambullirme en su obra completa de cabeza. Leer los cuentos de Cárdenas es como escuchar las voces mañaneras en el céntrico Mercado Lanza y las juergas en algún boliche de la hoyada o El Alto. Maestro de escritores, sus alumnos de la Universidad Mayor de San Andrés lo tenían en un altar. Con pasión me hablaron de su obra, entre birra y birra, Crispín Portugal y el Beto Cáceres, motores de la <a href="https://yerbamalacartonera.blogspot.com/" rel="noreferrer noopener" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;" target="_blank">editorial Yerba Mala Cartonera</a>.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">También los narradores Willy Camacho, Manuel Vargas, Rodrigo Urquiola y mi amiga Erika Bruzonik. En la casa de Erika pude conocer a Adolfo en un almuerzo alimentado por el mejor pastel de papa que comí en mi vida. ¡Bolivia es el paraíso de las papas, papines…! Charlamos largo, tomamos unos vinos, fumamos unos puchos y me regaló dos cuentos para que los incluyera en <em style="box-sizing: border-box;">Alta en el cielo</em>, una antología que estaba armando sobre literatura boliviana. Dos gemas: “Hard Video” y “Metralogía I”, donde se mete con los milicos que masacraron mil y una veces al pueblo andino.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">“Barroco andino”. Ese es el estilo con el que suele etiquetarse la obra de Cárdenas, el mayor cuentista boliviano de los últimos 40 años. <em style="box-sizing: border-box;">Periférica Blvd</em> es su libro capital. Publicado en 2005, tiene su semilla en un cuento del año 1992, versión maxi en la novela. “Ópera rock-ocó” lleva como subtítulo. Una obra que retrata costumbres –no confundir con costumbrismos- urbanos y conurbanos; de abigarrado ejercicio estilístico, alto humor y profusa parodia.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">“Adolfo no buscaba presentar un discurso o tratado social. Más bien cumplía con su deber de escritor al presentarnos una La Paz posible, pero una que era tan verosímil que se disimula con la verdadera”, explicó en estas horas tristes Willy Camacho, su editor en 3600, la casa editorial que publicó toda la obra del paceño.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">La última vez que vi a Adolfo fue en una feria del libro en el Altiplano. Firmaba ejemplares con los puños del pulóver arremangados. Dejaba ver una calavera tumbera que tenía tatuada en uno de sus brazos. En el aire flotaba literatura y un audio de rock pesado.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Publicado en <i>Tiempo Argentino</i>, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/cultura/despedida-con-audio-de-rock-pesado-un-adios-al-escritor-boliviano-adolfo-cardenas/">acá</a>.</p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-31887120599792369852023-03-21T17:35:00.001-07:002023-03-21T17:35:09.604-07:00Estampas limeñas<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">Los Andes bajan. Desde Puno, Juliaca, Cajamarca, Huancavelica y decenas de pueblos del Perú profundo llegan los marchistas a la engreída Lima. Andinos, amazónicos, morenos, cholos. Alzan sus voces para hacerse escuchar. Denuncian que en las provincias son masacrados, gaseados, apaleados por la brava policía y el asesino ejército del gobierno de facto que encabeza</span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><a href="https://www.tiempoar.com.ar/etiqueta/dina-boluarte/" rel="noreferrer noopener" style="box-sizing: border-box; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;" target="_blank">Dina Boluarte</a><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">desde diciembre pasado, cuando fue destituido el gobierno constitucional de Pedro Castillo. El Perú de los nadies está de pie. En la lucha.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">En el Campo de Marte, un parque del Centro de la capital, se amuchan los marchantes. Ignacio Tinku es un agricultor nacido y criado en Ayacucho. Morocho, morrudo y grandote como el gigante del retrato de Martín Chambi. “En la Constitución dice que uno es libre de protestar, y esta dictadura nos ha quitado ese derecho. Tanquetas, motos, policías, balas. Pura muerte trajo la Dina”. En sus pagos, cuenta, los caídos se cuentan de a docenas. Los policías se han tomado al pie de la letra la toponimia. En quechua, Ayacucho significa el rincón de los muertos.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Néstor Quenaya Arizaca es natural de Puno, en la parte más austral del país: “Vine porque elegimos un presidente constitucional, y lo han sacado. A la Dina nadie la quiere, pisotea la Constitución”. Desde diciembre vive de marcha en marcha. La policía lo gaseó mil y una veces, pero Néstor no baja los brazos: “Hoy nos tocó en Puente Piedra. Nos dicen que somos terrucos, senderistas, cocaineros, terroristas. Pero nosotros no matamos, los soldados de ellos matan. Nos vamos a quedar hasta las últimas consecuencias.” Al despedirse, dispara las tres consignas que hermanan a los marchistas: “Que se vaya Dina, llamado a elecciones y nueva Constitución. ¡De Lima no se va nadie, carajo!”</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Picante ají de pollo. Las ollas populares dan de comer a los recién llegados. La joven Vilma sirve platazos repletos de arroz y papa. “Me motiva ayudar a los hermanos, que se respeten los Derechos Humanos de todos los peruanos. No somos terrucos”, dice la cocinera limeña, armada sólo con un generoso cucharón. Antes de seguir con su faena, hace historia: “Por edad no viví la dictadura de Fujimori, pero mi papá me contó de ese infierno. Ver las fotos de la represión me llevó a esos años oscuros. No quiero que se repita la historia.”</p><h2 style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 1.25rem; font-weight: 500; letter-spacing: -0.2px; line-height: 1.2; margin-bottom: 0.5rem; margin-top: 0px;">La represión según San Marcos</h2><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">En la mañana del sábado 21 de enero pasado, las tanquetas de la policía voltearon sin preámbulos los portones de la <a href="https://www.unmsm.edu.pe/" rel="noreferrer noopener" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;" target="_blank">Universidad de San Marcos</a>, la casa de altos estudios más antigua de América. Fue fundada en 1551, casi un siglo antes que Harvard. La universidad pública limeña había sido tomada en forma pacífica por los estudiantes, en protesta por la represión.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">En la Ciudad Universitaria estaban alojados algunos contingentes de marchistas llegados del sur. “Los estudiantes ayudábamos con comida y medicinas. De repente vimos a las tanquetas, a las motos, a los drones. Nos asustamos, no hubo resistencia, puras corridas, nos tiraban con bombas lacrimógenas y balas de goma. Todas las puertas tomadas. Reprimieron a mamitas, ancianos, a mansalva”, dice Diany Vivas, estudiante de Sociología. Tiene 22 años y es originaria de Huarochirí. Abuelos campesinos y mineros, padres migrantes y ambulantes.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Diany es primera generación universitaria de su familia. En la mañana diáfana de una Lima extrañamente poco nublada, la estudiante recuerda la represión: “Fuimos detenidos, hubo compañeros heridos, allanaron mi cuarto en la residencia, la policía nos humillaba y nos decían terrucos. Hace un rato me llamó mi padre para contarme que llegó una citación, me quieren abrir un proceso. Siento miedo. Desde diciembre nos marcan y nos persiguen”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Marcos Tello dice que lee hasta cuando se ducha. Estudia Filosofía. La represión le hizo acordar a más de un libro de Historia sobre los años de plomo: “El sonido de los helicópteros, las motos acelerando, los zumbidos de los disparos. A las patadas entraron en la residencia. Sin presencia de la Fiscalía, requisaron mi laptop, mi celular, se llevaron libros, miraban lo que tenía subrayado en cada hoja. Hegel, Spinoza, Marx. Dejaron los de Vargas Llosa, que es derechista pero buen escritor, y también los de Milton Friedman. Ya le dije, señor, soy democrático, leo de todo”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">La abogada Cruz Silva del Carpio es miembro del Instituto de Defensa Legal (IDL), una ONG que asiste a los familiares de las víctimas de la represión y a los detenidos. Fue golpeada por los agentes del desorden: “Nunca pensamos que íbamos a volver a ver la discriminación y la violencia, que en realidad nunca se fueron. Los estigmas: si sos cholo, sos terruco. En realidad, sos pobre y no tenés derechos. Se vive un racismo abierto. Ahora entendemos el horror que vivieron nuestros hermanos en los ’80 y ’90. Queremos que se haga visible este presente, que no sea una historia silenciada del Perú.” Desde la IDL ya han denunciado 46 muertos. Masacrados y ejecutados por la policía.</p><h2 style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 1.25rem; font-weight: 500; letter-spacing: -0.2px; line-height: 1.2; margin-bottom: 0.5rem; margin-top: 0px;">Esperando el milagro</h2><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Hasta el casco histórico traslada Julio en su colectivo. Catorce horas en un eterno retorno entre El Callao y Plaza San Martín debe trabajar para arañar el salario mínimo de 1025 soles, poco menos de 250 dólares. “Todos pobres, así nos tienen los políticos desde que nací. Con Castillo tuve esperanza, pero duró un suspiro”, dice Julio y sigue manejando.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">En La Plaza de Armas, junto a la Casa de Pizarro, el Palacio de Gobierno, la postal turística de los majestuosos balcones limeños muestra patotas de uniformados. A una cuadra, a pocos pasitos de la Casa de la Literatura Peruana, el Bar Cordano, el más literario de Lima, muestra un vacío ejemplar. Parece sólo habitado por los fantasmas de Ricardo Palma, Martín Adán, Julio Ramón Ribeyro y otras plumas de antaño. Katy es moza histórica del local administrado por sus trabajadores: “Por las protestas cerramos varios días. Nos pega la crisis. Al final, estamos frente a la Casa de Gobierno, pero no sabemos quién gobierna”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">En la avenida Tacna está el Monasterio de Las Nazarenas, la casa del Señor de los Milagros, corazón de la procesión católica más importante del Perú. La fiesta es en octubre. Lima entera se tiñe de púrpura ese mes, el color que representa la penitencia y el dolor para los creyentes. Frente al templo vende estampitas y velas la señora Rosa. Dice que muchos se acercan para pedir por la paz, para que se frenen las matanzas, para que los pobres del Perú estén mejor. Rosa no es muy optimista. En marzo no hay milagros. «</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Publicado en <i>Tiempo Argentino</i>, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/mundo/estampas-limenas-del-peru-de-dina-boluarte/">acá</a>.</p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-87126239784060307292023-02-27T04:24:00.003-08:002023-02-27T04:24:42.433-08:00Zárate, la ciudad que habla cuando calla<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">En la plaza Mitre reina un silencio ejemplar. El cielo plomizo anticipa la lluvia fuerte que va a caer sobre la ciudad bonaerense recostada en la ribera del barroso Río Paraná. A los lados, calladas, la Escuela General San Martín y la Parroquia Nuestra Señora del Carmen. Enfrente, más callado, el Palacio Municipal de Zárate.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">El hermetismo, la bronca, el miedo y también la pena dominan las tierras donde nacieron, crecieron y se educaron los ocho jóvenes imputados por el crimen de Fernando Báez Sosa, el pibe de 18 años muerto a golpes en la puerta del boliche Le Brique de Villa Gesell, el 18 de enero de 2020. En horas se sabrá el veredicto del juicio en Dolores. Mientras, vecinos y vecinas intentan romper el monopolio del silencio en Zárate. La ciudad que habla cuando calla.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;"><em style="box-sizing: border-box;">Silenzio stampa</em></span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Ni el intendente interino Ariel Ríos, ni un concejal, ni un secretario. «Ningún funcionario va a hacer declaraciones». La respuesta afable del encargado de prensa llega por teléfono, mientras <em style="box-sizing: border-box;">Tiempo</em> aguarda en el hall de la municipalidad. <em style="box-sizing: border-box;">Silenzio stampa </em>es la política sin fisuras que adoptaron las máximas autoridades zarateñas ante el caso Báez Sosa.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Cuando se cumplieron tres años del crimen, una multitud se congregó frente al palacio de estilo clásico afrancesado para pedir justicia por Fernando. Según las crónicas, marcharon más de 400 personas en la urbe de 100 mil habitantes. Durante el recorrido hubo aplausos y se escucharon consignas: «Fernando presente», «Justicia», «Asesinos». También preguntas: «¿Por qué no vino el intendente?».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Leo Taborda es zarateño de toda la vida. Tiene 39 años y se gana el mango como preparador físico. En la puerta de «la Muni» espera con paciencia de maratonista a ser recibido por un funcionario. Está organizando una carrera de larga distancia. Dice que siente dolor cuando en los medios señalan a su ciudad como cuna de violentos: «Se nos conocía por el Puente Zárate-Brazo Largo, por la buena pesca, por ser la capital provincial del tango, de acá son Homero y Virgilio Expósito, también por la energía nuclear de Atucha. Ahora, por los rugbiers violentos». Todo un secreto a voces en la pujante ciudad portuaria e industrial, aclara el corredor: «No me extrañó para nada y era cuestión de tiempo que terminara en una tragedia. Cada vez que salían, estos pibes tenían trifulcas. Creo que esta historia tiene que ver con la mala educación, con la inseguridad, con las políticas públicas. Se deterioró mucho la calidad de vida en Zárate. El tema es delicado y se suma que son hijos de familias influyentes, mueven hilos para que salgan limpios. Ojalá funcione la Justicia y los condenen. No queremos más violencia».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Manuel y Rodrigo le dan duro y parejo a las bordeadoras. Los jardineros tienen a cargo el cuidado de la plaza central. Viven en Mitre y Cementerio, dos barriadas del suburbio obrero. La historia dice que en 1923 se fundó en Zárate el primer sindicato argentino de los obreros de la carne. Fueron perseguidos durante la Década Infame, en los años de plomo del gobernador fascista Manuel Fresco, cuando la localidad fue rebautizada «General José Félix Uriburu», otro fascista declarado que llegó a la presidencia tras derrocar a Hipólito Yrigoyen. Los laburantes de Zárate, al mando del sindicalista Ciprino Reyes, pusieron el cuerpo el 17 de octubre de 1945. Al año siguiente, con Perón en el poder, la ciudad recuperó su nombre original.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">En Plaza Mitre hay estatuas para todos los paladares ideológicos: santa Evita, Perón, Alfonsín, Yrigoyen, Alem, el almirante Brown. Hasta José Rucci. Cerca de ellas, Manuel y Rodrigo toman un respiro. Y mates dulces. Antes de seguir con su faena de poda, hablan de los acusados. Aporta Manuel: «Son pibes que estaban bien económicamente. Nunca les faltó nada. Lo hicieron por maldad». Suma Rodrigo: «Hay gente que duerme acá en la plaza y se porta mejor que ellos. La bardearon mal. Siempre hay prejuicio con que el pobre es el violento. No es así».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">No muy lejos, Dámaris (33) juega con sus pequeños hijos. Trabaja en el ámbito público en el área de géneros. Reflexiona: «La muerte de Fernando marcó un antes y un después para la ciudad, y para todo el país. Es una tragedia que nos invita a examinar muchos lugares: la violencia, la masculinidad, el rol del deporte, de la familia, del Estado. Ahora Zárate carga con un estigma, y hay que repensar todo. Hacer un <em style="box-sizing: border-box;">mea culpa</em> de cómo se naturalizó la violencia. En los boliches, en la cancha, en todos los ámbitos de la sociedad». Dámaris prefiere no hablar de los jóvenes que son juzgados en Dolores: «No los conozco. Lo que tengo claro es que no creo que sean violentos por pertenecer a una supuesta élite o por jugar al rugby. Mis hermanos jugaron en el mismo club, el Arsenal Náutico Zárate, y no practican la violencia, todo lo contrario. Es más, ahora juegan el club Ruda Macho, van por la diversidad en el deporte».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Crimen y castigo</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Priscila pilotea un coqueto local de ropa de la calle Ituzaingó. Dice que conoce de vista a los ocho acusados. «Somos de la misma generación, tengo 22 años, pero no somos amigos. Los cruzaba en los boliches de la costanera y en los bares del centro, donde uno era seguridad. Cuando me enteré fue fuerte: ver caras conocidas en la tele y en internet, saber de las peleas que pasaban y siguen pasando. No fue sorpresa. Cómo le van a quitar la vida a alguien». Al despedirse, reflexiona sobre la sentencia: «Muchos piden un castigo duro, la condena perpetua, pero no sé si la cárcel es la única solución. Que entiendan el mal que hicieron. Si salen en el futuro, que salgan mejores».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">La cancha de rugby está desolada. Las dos H son testigos. El Club Arsenal Náutico Zárate, fundado en los ’60 por personal civil de la Prefectura, también aplica el código de silencio. Solo sacaron un comunicado a mitad de enero para aclarar que no tenían nada que ver con lo que dijo Bernardo Sitges, fundador del club, de que el crimen «fue un accidente» y que «peleas siempre hubo». En la puerta surge una socia que prefiere el anonimato. Conoce a las familias de los acusados. Niega que sean la «oligarquía» de Zárate. Más bien, familias de trabajadores y algunos profesionales. Repasa la violencia en nuestro país: desde los cuchilleros de Borges hasta la dictadura y las barras bravas. Siente que, aunque lo rechacen quienes sólo piensan en el castigo, los jóvenes acusados son seres humanos, no monstruos, «y quizá también víctimas». La señora piensa que el caso se mediatizó al extremo, con el abogado showman Burlando a punto de saltar a la política. Como una serie de Netflix. Es su sentencia.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">El Río Paraná trae algo de paz a Zárate. Como telón de fondo, los majestuosos puentes atirantados unen Buenos Aires y Entre Ríos. La postal es un poema de Juanele Ortiz. Un muchacho de veintipocos contempla al gigante antes de partir al trabajo. Cuenta que conocía a la patota por sus peleas en los countries y en el Colegio Estrada. Observa el agua que baja turbia. Con mirada triste acota: «¿Sabe qué es lo que más duele? Ni ellos ni sus familias les pidieron sinceras disculpas a la mamá y al papá de Fernando. Eso duele».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Publicada en <i>Tiempo Argentino</i>, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/informacion-general/zarate-la-ciudad-que-habla-cuando-calla-bronca-estigma-y-justicia-por-fernando/">acá</a>.</p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-8730879589651994972023-02-27T04:21:00.000-08:002023-02-27T04:21:02.609-08:00A levantarla en pala<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">“Había una chica, con el corazón fruncido / Porque estaba lisiada de por vida, y no podía decir una palabra / Y deseaba y rezaba para dejar de vivir, así que decidió morir. / Llevó su silla de ruedas hasta el borde de la orilla / Y le sonrió a sus piernas, no me van a lastimar más / Pero de repente, una visión que nunca había visto, la hizo saltar y decir / Mirá, un barco dorado está pasando por mi camino / Y realmente no tuvo que parar, simplemente siguió adelante / Y así los castillos de arena se deslizan en el mar, finalmente”. El poema es de Jimi Hendrix. Los versos construyen “Castillos hechos de arena”, acaso la canción más bella del héroe de la guitarra. En este clásico de clásicos, el morocho habla de la vida de su abuela</span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><em style="box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">cherokee</em><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">, de la mala vida de su papá alcohólico, de una amiga que vivía a duras penas. Historias de castillos vagabundos, frágiles como los que se forjan en las playas.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">El tema suena en loop mientras escribo este artículo sobre el popular arte de la escultura en arena. Será cuestión de agarrar la pala, el balde y el rastrillo… Ponerse a laburar.</p><div class="widget_text col-7 entre-1 d-none d-sm-none d-md-block d-lg-block" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; flex: 0 0 58.3333%; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; height: 0px; letter-spacing: -0.2px; max-width: 58.3333%; padding-left: 15px; padding-right: 15px; position: relative; width: 376.25px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: border-box;"><div data-google-query-id="CJOZ29_Xtf0CFU5NuAQdIDcGxQ" id="div-gpt-ad-1665785398492-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"><iframe aria-label="Advertisement" data-google-container-id="4" data-load-complete="true" frameborder="0" height="1" id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" marginheight="0" marginwidth="0" name="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" role="region" scrolling="no" style="border-style: initial; border-width: 0px; box-sizing: border-box; vertical-align: bottom;" tabindex="0" title="3rd party ad content" width="1"></iframe></div></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">El primer granito de esta historia viene de las playas bonaerenses. Cuando estaba por estallar el verano, el Municipio de La Costa anunció con bombos y platillos el inicio del Campeonato Nacional de Castillos y Figuras de Arena. Un certamen que durante enero y febrero, y con inscripción gratuita, congrega a los laboriosos devotos de la escultura en arenisca.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">La disciplina tiene raíces que llegan al viejo Egipto, con maquetas granuladas que les servían de bocetos para las pirámides. Hubo un boom a principios de siglo XX en Estados Unidos con expos y concursos, pionero en la construcción de castillos de arena con fines artísticos. Brasil es otra gran meca y recién en 1990 se extendieron las competencias por Europa. Hoy el concurso más famoso se hace en Sídney (Australia) aunque el Récord Guinness 2021 de un castillo fue para un danés que lo hizo de 21 metros.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Pero volvamos a nuestra Costa Atlántica. “La propuesta es que los turistas y visitantes se sumen a esta actividad que ya es una tradición en nuestro distrito y que atrae la atención de muchos por las magnitudes de las esculturas que se realizan con la arena del mar”, deja clarito Mónica Portela, secretaria de Turismo municipal. “Fomentar el entretenimiento en familia y el cuidado del medio ambiente” son los pilares que sostienen las justas en la arena argenta.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Mar de Ajó fue el primer stop del arenoso <em style="box-sizing: border-box;">tour de force</em>: 50 equipos, un adulto/a responsable por team, totalmente prohibido el uso ornamental de ramas, plantas, almejas y mucho menos de pegamentos. Es ley de leyes la rutina vieja escuela para forjar las obras: milenaria arena, salada agua de mar, dosis desparejas de ingenio, manos y paciencia.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Una fortificación de aires medievales se alzó con el primer premio. Altísima mota castral, fosa, varias torres y cuatro bravas calaveras cinceladas en los muros. ¿Sus autores? Los Fidelitos, equipo que homenajeaba a Fidel, el abuelo recientemente fallecido, cuyas cenizas descansan en sus queridas aguas de Ajó.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">En un final cabeza a cabeza –granito a granito- con el competitivo equipo La Castilloneta y su escultural cocodrilo de tamaño (casi) real, el castillo recibió puntaje ideal del excelentísimo jurado de artistas plásticos y maestros mayores en obra. Tres días y dos noches de alojamiento en un hotel, entradas a un acuario, cajas de alfajores locales y un equipo de playa con bolso y lona recibieron los ganadores. También la alegría de escribir con sus manos esos versos de arena para el abuelo Fidel. Casi un poema amoroso de la uruguaya Idea Vilariño: “Como en la playa virgen dobla el viento / el leve junco verde que dibuja un delicado círculo en la arena, / así en mí tu recuerdo.”</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Arenario</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Los relatos de los participantes se multiplican. Un joven dice estar «inventando un castillito… estamos haciendo <em style="box-sizing: border-box;">free style</em> más que nada”, se corrige. Una muchacha con la camiseta de San Lorenzo se envalentona: “estamos haciendo una tortuga, queremos armar como una montañita diga la frase del año: andá pa’allá bobo’”. Un niño se sincera: “Vamos a hacer un barco. Como el Titanic. Íbamos a hacer la Copa del Mundo pero era muy difícil, así que vamos a hacer un barco”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">“El libro de arena” se titula un célebre cuento de Jorge Luis Borges. En el relato, un Borges ficticio o real –qué importa-, se enfrenta a la pesadilla de leer un librito cuyas páginas se deshacen y multiplican como los granos de arena. Cada hoja se separa en incontables hojas, y no puede volver a ser hallada. “Apoyé la mano izquierda sobre la portada y abrí con el dedo pulgar casi pegado al índice. Todo fue inútil: siempre se interponían varias hojas entre la portada y la mano. Era como si brotaran del libro”. Misterio insondable hecho de arena, esas partículas elementales de la nada. ¿Será infinita la arena? ¿Tendrá principio y fin? El deseo de construir algo que es efímero.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Encontré respuestas en internet, otro libro infinito, mientras pasaba unos días en el Delta con mi novia y su hijo. La conexión precaria me dejó apenas descargar <em style="box-sizing: border-box;">Arenario</em>, texto escrito por Arquímedes (287 a. C.), tal vez el científico más relevante de la Antigüedad. Entre asados, bravas remadas por el arroyo Pacífico y, obviamente, construcción de castillos de arena en la playita de la isla –mi novia edifica obras dignas de Gaudí-, devoré el texto del matemático dirigido a Gelón, príncipe heredero de Siracusa. Arquímedes demuestra que los granos de arena no son infinitos: “Hay algunos, Gelón, que consideran infinito en cantidad el número de granos de arena, y por arena considero no sólo la que hay en Siracusa y el resto de Sicilia sino también la que se encuentra en cualquier región habitada o deshabitada. Y es claro que quienes sostienen este punto de vista, si se imaginaran un volumen de arena tan grande como la Tierra incluyendo todos los mares y cuencas, que se llenara hasta la montaña más alta, estimarían todavía menos posible que se pudiera hallar un número que representara una cantidad mayor que la arena señalada”. Arquímedes confecciona un sistema de numeración que permite contar no sólo una masa de arena como la Tierra sino la arena que llenaría una esfera con centro en el Sol. El cálculo es sencillo (para el matemático, obviamente): si un grano de arena mide 0,06 mm, en un milímetro entran 16 granos alineados, en un metro 16 mil, y en un kilómetro 16 millones. En una playa de un kilómetro de largo, por 100 metros de ancho y 10 metros de profundidad, entran 4 millones de billones de granos de arena. Miren si no habrá materia prima para construir castillos. O para hacer negocios inmobiliarios, algo que también se multiplica en la costa nacional.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">La guerra de la arena</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Antes de que suba la marea y devore esta crónica, surgen otros datos de preocupación. Un informe del Servicio Global de Alerta Medioambiental de la ONU advierte que el volumen extraído del planeta excede la capacidad de recuperación natural. Entre 47 y 59 mil millones de toneladas sacamos de las playas y el fondo del mar. Es el segundo recurso más utilizado en el mundo después del agua.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Se suma el documental <em style="box-sizing: border-box;">Sand Wars</em>, del canadiense Denis Delestrac: tres de cada cuatro playas de todo el planeta están en peligro de desaparecer y para finales de siglo quizá no quede ninguna en pie por el hambre de la construcción y la industria. Castillos de arena que nos vende el capitalismo. Se derrumban en el mar, finalmente.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Publicada en <i>Tiempo Argentino</i>, por <a href="Arenario Los relatos de los participantes se multiplican. Un joven dice estar «inventando un castillito… estamos haciendo free style más que nada”, se corrige. Una muchacha con la camiseta de San Lorenzo se envalentona: “estamos haciendo una tortuga, queremos armar como una montañita diga la frase del año: andá pa’allá bobo’”. Un niño se sincera: “Vamos a hacer un barco. Como el Titanic. Íbamos a hacer la Copa del Mundo pero era muy difícil, así que vamos a hacer un barco”. “El libro de arena” se titula un célebre cuento de Jorge Luis Borges. En el relato, un Borges ficticio o real –qué importa-, se enfrenta a la pesadilla de leer un librito cuyas páginas se deshacen y multiplican como los granos de arena. Cada hoja se separa en incontables hojas, y no puede volver a ser hallada. “Apoyé la mano izquierda sobre la portada y abrí con el dedo pulgar casi pegado al índice. Todo fue inútil: siempre se interponían varias hojas entre la portada y la mano. Era como si brotaran del libro”. Misterio insondable hecho de arena, esas partículas elementales de la nada. ¿Será infinita la arena? ¿Tendrá principio y fin? El deseo de construir algo que es efímero. Encontré respuestas en internet, otro libro infinito, mientras pasaba unos días en el Delta con mi novia y su hijo. La conexión precaria me dejó apenas descargar Arenario, texto escrito por Arquímedes (287 a. C.), tal vez el científico más relevante de la Antigüedad. Entre asados, bravas remadas por el arroyo Pacífico y, obviamente, construcción de castillos de arena en la playita de la isla –mi novia edifica obras dignas de Gaudí-, devoré el texto del matemático dirigido a Gelón, príncipe heredero de Siracusa. Arquímedes demuestra que los granos de arena no son infinitos: “Hay algunos, Gelón, que consideran infinito en cantidad el número de granos de arena, y por arena considero no sólo la que hay en Siracusa y el resto de Sicilia sino también la que se encuentra en cualquier región habitada o deshabitada. Y es claro que quienes sostienen este punto de vista, si se imaginaran un volumen de arena tan grande como la Tierra incluyendo todos los mares y cuencas, que se llenara hasta la montaña más alta, estimarían todavía menos posible que se pudiera hallar un número que representara una cantidad mayor que la arena señalada”. Arquímedes confecciona un sistema de numeración que permite contar no sólo una masa de arena como la Tierra sino la arena que llenaría una esfera con centro en el Sol. El cálculo es sencillo (para el matemático, obviamente): si un grano de arena mide 0,06 mm, en un milímetro entran 16 granos alineados, en un metro 16 mil, y en un kilómetro 16 millones. En una playa de un kilómetro de largo, por 100 metros de ancho y 10 metros de profundidad, entran 4 millones de billones de granos de arena. Miren si no habrá materia prima para construir castillos. O para hacer negocios inmobiliarios, algo que también se multiplica en la costa nacional. La guerra de la arena Antes de que suba la marea y devore esta crónica, surgen otros datos de preocupación. Un informe del Servicio Global de Alerta Medioambiental de la ONU advierte que el volumen extraído del planeta excede la capacidad de recuperación natural. Entre 47 y 59 mil millones de toneladas sacamos de las playas y el fondo del mar. Es el segundo recurso más utilizado en el mundo después del agua. Se suma el documental Sand Wars, del canadiense Denis Delestrac: tres de cada cuatro playas de todo el planeta están en peligro de desaparecer y para finales de siglo quizá no quede ninguna en pie por el hambre de la construcción y la industria. Castillos de arena que nos vende el capitalismo. Se derrumban en el mar, finalmente.">acá</a>.</p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-7173863134556563192023-02-27T04:18:00.002-08:002023-02-27T04:18:23.641-08:00¿Sueñan los algoritmos con ovejas eléctricas?<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">“Algoritmo: conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema. Método y notación de las distintas formas de cálculo”. La definición de</span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><a href="https://www.rae.es/" rel="noreferrer noopener" style="box-sizing: border-box; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;" target="_blank">la correctísima RAE</a><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">se queda corta en el presente. Un algoritmo también puede ser un narrador. Para muestra basta un botón, como Sniper, el contador algorítmico que, en estos tiempos de fronteras difusas entre los humanos y las máquinas, narra las booms y cracs del capitalismo financiero en el libro</span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><em style="box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">El reemplazante</em><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">La obra fue publicada en estas pampas por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/cultura/vaquera-invertida-apuntes-sobre-un-libro-transgenero/" rel="noreferrer noopener" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;" target="_blank">la activa editorial Caja Negra</a>. Su autor es Alexandre Laumonier: diseñador gráfico, director de la editorial Zones Sensibles y creador del libro <em style="box-sizing: border-box;">6/5</em>, biblia sobre el trading de alta frecuencia, el mercadeo frenético e informatizado de acciones que reina en el siglo XXI.</p><div class="widget_text col-7 entre-1 d-none d-sm-none d-md-block d-lg-block" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; flex: 0 0 58.3333%; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; height: 0px; letter-spacing: -0.2px; max-width: 58.3333%; padding-left: 15px; padding-right: 15px; position: relative; width: 376.25px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: border-box;"><div data-google-query-id="CMT8lZvXtf0CFS2ilQIdzQwHIg" id="div-gpt-ad-1665785398492-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"><iframe aria-label="Advertisement" data-google-container-id="4" data-load-complete="true" frameborder="0" height="1" id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" marginheight="0" marginwidth="0" name="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" role="region" scrolling="no" style="border-style: initial; border-width: 0px; box-sizing: border-box; vertical-align: bottom;" tabindex="0" title="3rd party ad content" width="1"></iframe></div></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Novela a secas, crónica obsesiva sobre el devenir de la arquitectura bursátil, alegoría del capitalismo presente, fresco irónico sobre la hegemonía maquinal en el mundo de las finanzas, manual de supervivencia en una época poshumana. Sobre todo, libro transgénero. Todo eso es <em style="box-sizing: border-box;">El reemplazante</em>. O quizá, mucho más.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">¿Dónde hay un mango? No lo dude, viejo Gómez, en las bolsas de valores. Ojo que los tiempos cambian, querido e ingenuo inversor. Nueva York, Chicago, Londres, París fueron las sedes bursátiles de carne y hueso por varios siglos. El mundo financiero contemporáneo es digital, cableado, fantasmal, repleto de numeritos en pantallas, sin el teatro histérico de los traders ni los trajecitos lujosos de los cerebros salidos de Princeton.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">No muy lejos de la universidad de New Jersey, en un hangar climatizado repleto de servers en Mahwah trabaja sin respiro -con qué sueña un algoritmo- Sniper, un “francotirador” capaz de resolver operaciones en nanosegundos y aniquilar a sus competidores. Así funciona la mano invisible del mercado:</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">“Mi creador original me había inventado para ganar 10 mil dólares dentro de un único mercado. Hoy paso largas horas observando a mis decenas de compañeros de piso, y cuando les disparo apenas gano una fracción de dólar. Soy sólo un predador sin inteligencia, es cierto, pero no es imposible, queridos humanos de la especie <em style="box-sizing: border-box;">Homo algorithmus</em>, que algún día termine parasitado este mundo de tiburones que son los mercados financieros, al punto de reducir todos los esfuerzos tecnológicos de ustedes a la nada y llevarlos entonces a la ruina”. ¿Ganaste Skynet?</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">En el libro de Laumonier desfilan la crema y nata del parnaso bursátil de los últimos 300 años. Desde Rothschild y las palomas mensajeras que le hicieron ganar fortuna post Waterloo hasta Josh Levine, un geek desfachatado que eliminó a la estirpe de traders trajeados al crear un teclado autónomo después del lunes negro de 1987, sin olvidar a Thomas Pereffy, un migrante húngaro en Nueva York que creo un ciborg de dedos artificiales que cambió Wall Street para siempre.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Atrás del fantasma algorítmico y sus guerras: Sniffer (esnifador), Shark (tiburón), Blast (explosión), apodos de combate que esconden a los bancos malos de siempre: Goldman Sachs, Morgan Stanley, Crédit Suisse y siguen las firmas. La gran estafa. No olvidemos la burbuja explotada en 2008 y nuestro crac de 2001, por citar dos atracos cercanos.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Para cerrar, unas palabras de Henry Ford, el pionero de la producción en serie en un capitalismo tan salvaje como el actual dominado por las finanzas: “Es bueno que el pueblo de esta nación no entienda nada del sistema bancario y monetario, porque si ese fuera el caso, creo que habría una revolución antes de mañana por la mañana”. ¿Qué es robar un banco comparado con fundarlo?</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Publicada en <i>Tiempo Argentino</i>, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/cultura/suenan-los-algoritmos-con-ovejas-electricas-capitalismo-y-deshumanizacion-segun-laumonier/">acá</a>. </p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-59803218221037384992023-01-24T04:01:00.001-08:002023-01-24T04:01:04.470-08:00La vuelta del malón de Mansilla<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">¿Qué hay de nuevo, viejo, sobre</span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><em style="box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">Una excursión a los indios ranqueles</em><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">? ¿Qué más se puede decir sobre la obra cumbre del coronel-dandy-político-viajero- Lucio V. Mansilla? Oremos:</span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><em style="box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">magnun opus</em><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">de la no ficción argenta, sempiterna caja de herramientas para los obreros de la crónica y, qué duda cabe a esta altura del partido, texto capital de la literatura universal.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Una acelerada reseña diría que el 30 de marzo de 1870, Mansilla, dos frailes y un puñado de soldados partieron a caballo rumbo a las tolderías del cacique Mariano Rosas en Leubucó, actual La Pampa. Con el visto bueno de <a href="https://www.tiempoar.com.ar/cultura/sarmiento-fue-alguien-que-supo-moverse-sobre-la-grieta/" rel="noreferrer noopener" style="background-color: transparent; box-sizing: border-box;" target="_blank">Domingo Sarmiento</a>, ese presidente “civilización” hambriento de las tierras del indio “barbarie”, el sobrino de Juan Manuel de Rosas buscaba ratificar un acuerdo de paz con los ranqueles. Ocho años antes del comienzo de la genocida “Conquista del desierto”, siempre <em style="box-sizing: border-box;">avant la lettre</em> Mansilla planteaba sin rodeos: los indios son argentinos y los criollos somos indios. Cuánta razón. Una década de supervivencia tuvo el mundo narrado en <em style="box-sizing: border-box;">Una excursión…</em> hasta su aniquilación por parte del Estado argentino. La lucha de los pueblos originarios sigue hasta el presente. ¿Acaso no leen las noticias que llegan desde el sur y el norte de nuestro país?</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="letter-spacing: -0.2px;">Redactadas en formato epistolar, las andanzas y desandanzas de Mansilla “tierra adentro” fueron publicadas en mayo de 1870 en el diario </span><em style="box-sizing: border-box; letter-spacing: -0.2px;">La Tribuna</em><span style="letter-spacing: -0.2px;"> de Buenos Aires. Fue tal el éxito de las cartas, que finalmente fueron compiladas en dos tomos y poco tiempo después vieron la luz abrazadas por tapas duras. En 1875, la obra fue premiada por el Congreso Internacional Geográfico de París. Con más de 150 años de vida, </span><em style="box-sizing: border-box; letter-spacing: -0.2px;">Una excursión…</em><span style="letter-spacing: -0.2px;"> tuvo mil y una tiradas a lo largo y ancho del planeta.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="letter-spacing: -0.2px;">Una nueva edición, a cargo de la</span><a href="https://www.editorialmarea.com.ar/" rel="noreferrer noopener" style="box-sizing: border-box; letter-spacing: -0.2px;" target="_blank"> editorial Marea</a><span style="letter-spacing: -0.2px;">, nos da nuevos motivos para brindar. El bello libro cuenta con prólogo, edición e iluminadoras notas a cargo del académico Saúl Sosnowski, sabio en la comprensión del personaje, obra y excursión de Mansilla. Pero hay más: a modo de </span><em style="box-sizing: border-box; letter-spacing: -0.2px;">post-scriptum</em><span style="letter-spacing: -0.2px;">, la nueva entrega también incluye una crónica ejemplar firmada por el periodista Alejandro Seselovsky: su viaje de febrero de 2022 hasta Leubucó y Colonia Mitre, donde habitan los últimos descendientes del pueblo ranquel.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="letter-spacing: -0.2px;">En «¿Qué pasó con los ranqueles después?», Seselovsky narra sus encuentros y desencuentros con los bisnietos de los caciques Baigorrita, Epúmer, Mariano Rosas y el platero Ramón Cabral. Crónica de viaje, diario correcaminos, manual de supervivencia, largo poema en prosa dedicado al presente de los pueblos con rostro de tierra. Mansilla estaría admirado de la pluma de Seselovsky: “Al final, somos </span><em style="box-sizing: border-box; letter-spacing: -0.2px;">wincas</em><span style="letter-spacing: -0.2px;"> en tierra india rescatados por los nietos de la barbarie”. Con mate, vino y aguardiente, queridos lectores, brindemos por este reencuentro. Chinchín. O mejor en ranquel: </span><em style="box-sizing: border-box; letter-spacing: -0.2px;">yapaí</em><span style="letter-spacing: -0.2px;">.</span></p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-10617171231766856892023-01-24T03:58:00.007-08:002023-01-24T03:58:56.399-08:00Llegó carta de Perlongher<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">Desde el gris conurbano de La Matanza hasta un verdoso bosque de la Columbia Británica, desde San Pablo y Salvador de Bahía hasta la bahía de San Francisco, desde la barrosa capital de la Argentina hasta las montañas de la canadiense Argenta. Sur y norte, las cartas viajaban ida y vuelta entre los extremos del continente americano. Ese fue el periplo narrado en las misivas que engordan</span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><em style="box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">Un barroco de trinchera. Cartas (1977-1986)</em><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">. El libro reúne buena parte de la correspondencia que el poeta y ensayista Néstor Perlongher le envió al escritor Osvaldo Baigorria, su querido amigo. Cartas que son amoroso testimonio de una amistad forzada a la distancia por la dictadura. También, un fascinante fresco de época sobre los años de plomo y el regreso a la democracia.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><em style="box-sizing: border-box;">Un barroco de trinchera</em> fue reeditado por la ejemplar editorial Blatt y Ríos. Su primera edición del año 2006 estuvo a cargo de Mansalva y contenía 12 cartas –la actual 28- firmadas por “n. otras como Néstor y otras como Rosa, en alusión a Rosa de Luxemburgo o Rosa L. de Grossman, apellido de casada de la líder espartaquista alemana”, detalla Baigorria en el prólogo. Suma el autor de <em style="box-sizing: border-box;">Sobre Sánchez</em> que sus respuestas seguro quedaron perdidas sin remedio en algún departamento paulista que Perlongher habitó en la década del ochenta. El poeta murió en esa ciudad, víctima del sida, en 1992.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="letter-spacing: -0.2px;">Viajes, mudanzas, exilios, desexilios. </span><em style="box-sizing: border-box; letter-spacing: -0.2px;">Un barroco de trinchera</em><span style="letter-spacing: -0.2px;"> puede ser leído como una novela de aventuras por entrega. Una suerte de epistolario nómade. Perlongher cambia de piel, de ánimo, de amantes, de domicilios, de conchabos, de intereses literarios, de escrituras. Del yugo milico argento al trópico liberal del Brasil. En las notas al pie de Baigorria –justa coautoría como reza la portada-, otros peregrinaciones: la vuelta a la naturaleza, la vida en comunidad con su compañera Milu, las respuestas a su amigo 30 y pico de años después.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="letter-spacing: -0.2px;">Crónica de los años de plomo. Muerte, terror, mundial, plata dulce, crac económico, Malvinas, democracia y sus primaveras frías. Perlongher, pionero activista de los derechos LGTB desde la creación del Frente de Liberación Homosexual (FLH) en 1972, da cuenta de la persecución y el accionar de los grupos de tareas milicos post 1976. El poeta era consciente de que su correspondencia era interceptada, censurada, retenida; cuando decidió emigrar lo hizo en medio de un terror indecible: “estoy aquí, harto de los horrores y las paranoias porteñas, y deseoso de descubrir alguna estratagema que me permita permanecer en los trópicos”. Se definía como un “exiliado sexual”. Sociólogo, en Brasil terminó su tesis de maestría sobre prostitución masculina, que fue publicada en los años ochenta. “Cadáveres”, uno de sus poemas más refulgentes, también fue publicado en la posdictadura en el libro </span><em style="box-sizing: border-box; letter-spacing: -0.2px;">Alambres </em><span style="letter-spacing: -0.2px;">(1987). Reza el poeta: “Era ver contra toda evidencia / Era callar contra todo silencio / Era manifestarse contra todo acto / Contra toda lambida era chupar / Hay Cadáveres”.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Neobarroso, lengua política, diario de guerra: barroco de trinchera. Detalla Baigorria: “Una lengua que se habla baja fuego, en medio del combate, en una posición subterránea que la oración de barricada. Una lengua menor pero urgente, apremiada por sacarle el cuerpo a la posibilidad de captura o destrucción en manos del enemigo. Una lengua política”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Política también de la amistad. Este libro puede ser leído como un largo bello poema dedicado a sus amigos –Osvaldo y Milu- radicados en el “Ártico”: “desde la terraza de tu iglú se divisa la flota soviética de Vladivostok o en el mar de Barents”. Posdata: en la última línea de la última carta, Perlongher confiesa: “se extraña con fuerza, sobre todo los míticos bares de charlas infinitas”. Amiga saudade, siempre vuelve.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Publicada en Tiempo Argentino, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/cultura/un-barroco-de-trinchera-llego-carta-de-perlongher/">acá</a>.</p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-34366044618302480162023-01-24T03:55:00.003-08:002023-01-24T03:55:52.134-08:00Dejate caer<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">De cabeza. En su caída libre desde la plataforma de tres metros, Azul Chiorazzo dibuja firuletes dignos de un cuadro invertido del uruguayo Joaquín Torres García. Corporal pintura al agua que termina en las profundidades de ese cielo húmedo llamado pileta. Si el sur es nuestro norte, el techo del mundo para los clavadistas es la pileta. «Los saltos ornamentales tienen algo de artístico, algo de deporte, algo de acrobacia –confiesa la joven al salir sin transpirar del ojo de agua hundido en el Parque Roca–. Nosotros no buscamos llegar alto, sino dejarnos caer para alcanzar la belleza.».</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Chiorazzo saltó al reino del revés del clavadismo en 2019. Brincó desde el elástico gremio de la gimnasia artística, donde fue estrella rutilante de la Selección nacional. Suerte de Nadia Comaneci nacida y criada en el Conurbano. Por volteretas de la vida, una hernia de disco la jubiló a los 13 años. «Venía de diez años de carrera y no quería dejar de hacer deporte. Me recomendaron la natación. Arranqué, me aburría horrores». Acostumbrada a dar mil y un giros sobre la tierra, Azul quedaba con gusto a poco con las insípidas vueltas americanas acuáticas. Un profesor del Cenard le tiró un salvavidas antes de que se fuera a pique: «Me habló de los saltos ornamentales. Yo ni sabía que existía el deporte. No es muy conocido. Fui, subí al trampolín de un metro, piqué y volé». Pocos meses después del bautismo de vuelo, ya tiraba tirabuzones, planchas, mortales y vaya uno a saber qué giro inverosímil más. </p><div class="widget_text col-7 entre-1 d-none d-sm-none d-md-block d-lg-block" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; flex: 0 0 58.3333%; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; height: 0px; letter-spacing: -0.2px; max-width: 58.3333%; padding-left: 15px; padding-right: 15px; position: relative; width: 376.25px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: border-box;"><div data-google-query-id="CI-X1r2S4PwCFUW7lQId_GEN1w" id="div-gpt-ad-1665785398492-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"><iframe aria-label="Advertisement" data-google-container-id="4" data-load-complete="true" frameborder="0" height="1" id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" marginheight="0" marginwidth="0" name="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" role="region" scrolling="no" style="border-style: initial; border-width: 0px; box-sizing: border-box; vertical-align: bottom;" tabindex="0" title="3rd party ad content" width="1"></iframe></div></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">En la tarde de un martes tórrido, Azul <em style="box-sizing: border-box;">yira yira</em> sin descanso por los aires: «Estoy en el seleccionado; clasifiqué a los Juegos Odesur. Para mejorar, entreno todos los días. Es sacrificada nuestra vida, pero me encanta. A veces hay lesiones, te duelen los hombros, tenemos contracturas y algún golpe te das». Antes de escalar hasta la cima de la plataforma, un Aconcagua de diez metros de altura sobre el nivel del mar, la clavadista habla del desafío mayor que debió enfrentar: saltar desde la cumbre. «Me costó casi dos años vencer el miedo –resume–. Llegaba arriba y no podía tirarme: algo me frenaba, mucho vértigo. Pero un día me tiré. En el fondo todas las alturas son iguales, la clave es la técnica y disfrutar. Al final, el agua siempre te salva».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Arabesco arácnido</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Salto atrás en el tiempo para armar una (im)posible genealogía del clavadismo. Nos zambullimos en la Antigua Grecia, donde estoicos muchachitos se tiraban al mar desde los empinados acantilados de la península del Peloponeso y de las Islas Eólicas. Los eruditos mencionan el katapontismo, rito vinculado a la ordalía, el castigo y el suicidio. Dicen que la poeta Safo saltó al Jónico desde la blanca roca Léucade, el sitio elegido por los desenamorados para terminar con sus desdichas. Alto mal de amores.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Ahora llegamos hasta la italiana Paestum, la antigua Pasidonia griega, donde un arqueólogo descubrió en el techo de una necrópolis, durante los años ’60 del corto siglo XX, una enigmática pintura de un clavadista en pleno vuelo eterno. La obra es más vieja que el hijo de dios, fue coloreada circa el año 480 antes de Cristo. «La tumba del Tuffatore» –»nadador, clavadista, buzo», tan polisémico es el italiano– es de una belleza inmortal. La escena del pibe anónimo que se lanza con su desnuda elegancia y gran estilo desde una torre es resplandeciente, hermosísima y, a la vez, enigmática. Es una de las obras de arte más estudiadas de la historia. Ríos de tinta han fluido para descifrar su significado: que simboliza el paso al más allá, el intervalo entre dos nadas, el vuelo al mundo del conocimiento y la mar en coche. Me gusta pensar que también es una escena real –que no es sinónimo de trivial–; una instantánea de un hedonista heleno enamorado del cielo y del agua. El vuelo y el nado. Hay un proverbio griego que iguala no saber nadar a no saber leer. El escritor Eugenio Montale, Nobel de Literatura en 1975, le dedicó un poema ejemplar: «El Tuffatore captado al relantí / dibuja un arabesco arácnido / y en esa figura tal vez se identifica / su vida».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Un giro para adelante nos acerca al siglo XIX, cuando gimnastas europeos, algo cansados de los golpes en seco, comienzan a utilizar piscinas en sus rutinas. Será la génesis de la disciplina tal cual la conocemos, con saltos ornamentales desde flexibles trampolines y tiesas plataformas. Fueron acogidos por los Juegos Olímpicos de 1904, celebrados en Saint Louis. Participaron sólo varones. Las damas tuvieron que esperar hasta Estocolmo 1914. Los sincronizados en pareja ingresaron en Sidney 2000.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Por su faceta deportiva y combativa, el atleta Greg Louganis fue el Maradona de los clavadistas. <em style="box-sizing: border-box;">Breaking The Surface</em>, una peli un tanto pochoclera, narra sus elevadas andanzas y desandanzas. Instantáneamente las imágenes llevan a los oros que ganó en Seúl 88, después de golpearse la cabeza contra el trampolín. Louganis es gay y VIH positivo, activista tiempo completo para garantizar derechos. Un barrilete cósmico.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Con altura</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Estados Unidos, China y Rusia son las potencias del deporte en el presente. Pero no hay que olvidar a los hermanos mexicanos: Acapulco es «playa santa» para los fieles. En el DF funciona la escuela más importante de América Latina. Muchos atletas y entrenadores argentinos se han formado en sus pináculos. Andrea De Ruvo, su marido Carlos «Caio» Moreno y Gabriel Hausberger son egresados de la alta casa de estudios azteca.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">De Ruvo salta desde los 14 años. Acumula sobre sus espaldas casi cuatro décadas de clavados, con hazañas volantes en el equipo nacional. Es profesora de Educación Física y uno de los motores de la escuela de formación gratuita que funciona en el Parque Roca. «En Argentina es a pulmón. Se practica en sólo cinco ciudades: Córdoba, Mar del Plata, Jujuy, Capital y en varios clubes de la provincia de Buenos Aires. Los trampolines son caros, las plataformas –de tres, cinco, siete y medio y diez metros– no tanto, y la pileta tiene que tener una profundidad de cinco metros por seguridad», aclara la docente, al tiempo que da instrucciones al grupo de pupilos que entra en calor sobre colchonetas y camas elásticas. Roles, verticales, conejitos, medialunas. Giros mágicos y misteriosos para estimular la elongación. El 70% del entrenamiento es en seco.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Desde el borde de la pileta, el pampeano Caio Moreno observa los vuelos de sus pichones. La escena parece un documental de Leni Riefenstahl. Caio, de 56 años, define al deporte con una palabra: «Adrenalina. Siempre fui corajudo. Con precauciones, me tiré de balcones, muelles, terrazas, puentes… Si da la profundidad, por lo menos me tiro de palito. Una vez estaba en un crucero de 13 pisos y me dieron ganas. Pero no soy suicida. Y seguro no me volvían a buscar». A la hora de definir las cualidades del salto, Moreno destaca la buena salida, el control del cuerpo durante el segundo y medio que dura el vuelo a casi 70 kilómetros por hora y la entrada perpendicular en el agua, para darle mucha espectacularidad y poca salpicada. Variables que analizan los jurados en las justas. «A los pibes les atrae la sensación de volar –cierra Moreno-. En sus caras ves esa mezcla de placer, alegría y pasión. Vencen sus miedos».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">¿Miedo? Esa emoción no existe para Gabriel Hausberger, entrenador del Club Banco Central y de la escuela del Parque Olímpico porteño. Por fuera de la docencia, el exseleccionado argentino organiza campeonatos de saltos de altura. Los valientes se lanzan desde ¡27 metros! «No hay que pensarlo tanto –sentencia Gabriel–. En realidad, no tenemos tiempo de pensar demasiado. Saltás, sentís esa sensación hermosa de estar en el aire, sos un avión, y entrás al agua derechito, firme. Es tan lindo volar».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">El cierre a toda orquesta es para el joven Lautaro Oubel, saltador oriundo del sabatiano Santos Lugares. Antes de despegar desde la plataforma de tres metros, con tono existencialista confiesa: «Al salir ya sabés el 90% del destino de tu salto, si vas a caer bien o mal. Tuve golpes, pero siempre hay golpes en la vida, ¿no?». Oubel se deja caer, tira una mortal atrás, entra al agua clavado como una estaca. Una pinturita de David Hockney. El gran splash.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Crónica publicada por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/informacion-general/dejarse-caer-un-clavado-al-mundo-de-los-saltos-ornamentales/">acá.</a> </p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-42530173522632198832023-01-23T15:33:00.003-08:002023-01-23T15:33:50.207-08:00Mr Bungle: un teatro en llamas<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">Una fauna variopinta pulula por la zona de Flores en la noche del jueves. Curtidos metaleros de estricto paladar y etiqueta negra, coloridos pibitos y pibitas alternativos tatuados hasta la médula y unos cuantos curiosos que escapan a la soledad del insufrible diciembre. Personajes que parecen salidos de un aguafuerte del floresino Roberto Arlt, máximo cronista del barrio anclado al oeste de la ciudad de la furia larretista. Sobre la avenida Rivadavia, a pasitos del Teatro de Flores, se amuchan los fundamentalistas de Mike Patton. Ansiosos, cortando clavos ante el demorado debut de Mr. Bungle en estas pampas. Es el proyecto más ambicioso e iconoclasta parido por el cantante californiano allá lejos en los ‘80, década de gloria del nefasto neoliberal Reagan en Gringolandia, el país donde la libertad es una estatua.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Mr. Bungle llegó presentan su último disco, una desquiciada reversión de su primer demo. El EP grabado en low fi vio la luz en el mundialista 1986. ¡Elegimos creer! Se titulada <em style="box-sizing: border-box;">The Raging Wrath of the Easter Bunny Demo</em> -algo así como “La furiosa ira del conejito de Pascuas”. En la previa de Navidad, la casa del Teatro de Flores no está en orden. Más bien se prepara para las llamas.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="letter-spacing: -0.2px;">Poco minutos antes de las 21:30, en las fauces del boliche se canta por el general Patton y su furiosa milicia. El pelotón de Mr. Bungle versión 2022 –más thrashero, menos experimental– cuenta en sus filas con los históricos Trey Spruance en guitarra líder y Trevor Dunn en bajo, más dos refuerzos peso pesado: el pelado Scott Ian de Anthrax en la segunda viola y el pulpo cubano ex Slayer Dave Lombardo apaleando platillos, doble bombo y cualquier objeto que le pongan adelante. Equipazo: la naranja metálica.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">La imagen del cráneo de un conejito de colmillos afilados es la única decoración que muestra el lampiño escenario cuando se corre el telón. Entonces, suben los muchachos, prenden la parrilla con “Won’t You Be My Neigbord” y al toque se desata un averno. Pegaditos suenan “Anarchy Up Your Anus”, “Raping Your Mind” y una versión fogosa de “Loss of Words” de los Corrosion of Conformity. El pogo es un infierno digno del fresco “El triunfo de la muerte” de Pieter Brueghel.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">En la orgía de cuerpos tórridos sigue con vida Marcos. Esquiva codazos, abrazos, confiesa: “Es la quinta vez que lo veo a Patton. Faith No More, Mondo Cane, Tomahawk… Bungle era la figurita difícil. Ahora falta Fantomas”. Antes de volar en el mosh, dispara: “Miguel Patton es de los artistas más grosos de la historia. El Miguel Ángel de la voz".</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Sobre las tablas, el frontman hace gala de sus enormes capacidades como cantante. Se sabe, Patton es un crooner que puede saltar en un segundo del death metal al swing sin pifiar una nota. Esta noche sus cuerdas vocales recorren con furia la mejor enciclopedia del hardcore thrash y algunos subgéneros aún más extremos. Con “Speak <em style="box-sizing: border-box;">Spanish</em> Or Die” –la reversión del clásico de SOD, que belleza verlo al bocha Ian tocando un clásico de su primera banda-, Patton se pone al público en el bolsillo cuando grita que la cucaracha ya no puede caminar por la falta de marihuana.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Se sumarán más homenajes durante la noche: Slayer, Van Halen (“Loss of Control”) y The Exploited (“Fuck the U.S.A.”), con el público elevando el dedito para saludar durante todo el estribillo. Cumplidos especiales también recibió el seleccionado franchute: “Fuck You France”. Patton lució todo el show la casaca celeste y blanca con el 10 en la espalda, deseó suerte para la final contra los galos y hasta entonó el hit del momento “Abuela, la la la la la”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Para liquidar un show épico, Mr. Bungle eligió un cover de una banda sudaca: “Territory”, de los brasileños Sepultura. El Teatro, como se dijo, quedó en llamas.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Publicada en Tiempo Argentino, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/espectaculos/ahora-nos-volvimos-a-ilusionar-mike-patton-y-mr-bungle-estrujaron-corazones-con-un-furibundo-show-de-metal-extremo/">acá</a>. </p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-39587099917102561762023-01-23T15:30:00.002-08:002023-01-23T15:30:27.395-08:00En busca del Rimbaud negro<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">“Y un día la Obra muere, como mueren todas las cosas, como se extinguirá el Sol y la Tierra, el Sistema Solar y la Galaxia y la más recóndita memoria de los hombres”. El epígrafe de</span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><a href="https://www.tiempoar.com.ar/etiqueta/roberto-bolano/" rel="noreferrer noopener" style="box-sizing: border-box; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;" target="_blank">Bolaño</a><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">es una advertencia, un recordatorio para el distraído lector. Pero también es un altarcito pagano al que nos encomendamos antes de soltar amarras y empezar a navegar por las andanzas y desandanzas narradas en el nuevo libro del escritor senegalés Mohamed Mbougar Sarr. Más allá de la cita en el epígrafe y el guiño en el título,</span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><em style="box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"><a href="https://www.anagrama-ed.es/libro/panorama-de-narrativas/la-mas-recondita-memoria-de-los-hombres/9788433981257/PN_1083" rel="noreferrer noopener" style="box-sizing: border-box;" target="_blank">La más recóndita memoria de los hombres</a></em><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">es una novela luminosa en clave bolañesca, prima hermana de</span><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;"> </span><em style="box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">Los detectives salvajes</em><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">, esa aventura desenfrenada de la pandilla real visceralista tras los pasos de la poeta Cesárea Tinajera. Dos libros, una idea que los atraviesa: el viaje ida y vuelta entre el mundo y la literatura.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Una novela perdida –<em style="box-sizing: border-box;">El laberinto de lo inhumano</em>– que vio la luz en 1938, un escritor maldito acusado de plagio, un viaje iniciático para encontrarlo, un misterio que sigue las huellas de T. C. Elimane, el “Rimbaud negro”. El muchacho que impulsa la pesquisa se llama Diégane Faye, un escritor senegalés medio pelo becado en Francia. Paisano alter ego de Sarr (Dakar, 1990), que con esta novela obtuvo, a sus jóvenes 31 años, el prestigioso Premio Goncourt, ese que entrega modestos 10 euros y generosa fama para el ganador.</p><div class="widget_text col-7 entre-1 d-none d-sm-none d-md-block d-lg-block" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; flex: 0 0 58.3333%; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; height: 0px; letter-spacing: -0.2px; max-width: 58.3333%; padding-left: 15px; padding-right: 15px; position: relative; width: 376.25px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: border-box;"><div data-google-query-id="CPGNoPnr3vwCFZ6DlQIdbp0Jzw" id="div-gpt-ad-1665785398492-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"><iframe aria-label="Advertisement" data-google-container-id="4" data-load-complete="true" frameborder="0" height="1" id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" marginheight="0" marginwidth="0" name="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" role="region" scrolling="no" style="border-style: initial; border-width: 0px; box-sizing: border-box; vertical-align: bottom;" tabindex="0" title="3rd party ad content" width="1"></iframe></div></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Diarios, crónicas, ensayo, tratado sobre la literatura, bitácora de viaje… “Novela total” dicen los críticos. ¿Qué cuernos será una novela total? ¿Querrán decir global? De eso no hay dudas. La deriva tras los pasos de Elimane va del presente de los suburbios de París hasta el pasado de los suburbios de los suburbios de Dakar, con paradas en Ámsterdam, Buenos Aires y más allá. Sí, los hilos de Elimane llegan hasta la ciudad de la furia, se enredan en tertulias con Sábato, Gombrowicz y les niñes bien de la revista <em style="box-sizing: border-box;">Sur</em>.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">También se enmarañan en mil y una historias del África colonizada por el país de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Un <em style="box-sizing: border-box;">patchwork </em>construido con retazos de más de un siglo de historia negra. Muertes, migraciones, sacrificios, resistencias. La pluma de Sarr es exuberante, barroca, en cada línea da cuenta del amor por la literatura, por su gente, por África.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">¿Cuántos Skakespeare paridos en el continente negro asesinó el colonialismo? ¿Quién era Elimane en realidad? El senegalés ensaya una respuesta antes de llegar a puerto: “Es la suerte que nos espera si seguimos corriendo detrás de Europa, detrás de la inmensa literatura occidental: seremos todos, cada uno a nuestra manera, Elimanes. Tal vez lo seamos ya y, si es el caso, dejemos de serlo antes del aniquilamiento. Tenemos que largarnos de ahí. Tenemos que salir pitando de ahí. La asfixia se acerca. Nos gasearán sin piedad, y nuestra muerte será más trágica cuanto que nadie nos habrá llevado allí a la fuerza: nos habremos metido nosotros a la carrera, con la esperanza de ser célebres. Nos transformarán en jabón negro. Luego, nuestros verdugos se lavarán las manos con ese jabón y se blanquearán todavía más.” Cuánta razón.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Publicada en Tiempo Argentino, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/cultura/mohamed-mbougar-sarr-en-busca-del-rimbaud-negro/">acá</a>. </p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-77740354016508131482022-12-21T03:03:00.004-08:002022-12-21T03:03:49.428-08:00La patria transpirada<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">No es un 17 de octubre, pero es un 18 de diciembre y todos los caminos conducen al Obelisco. La patria transpirada vive su domingo de gloria, pero para llegar al cielo, al abrazo con desconocides, primero sufrimos. Porque la argentinidad se hace con ingredientes precisos de agonía, orgullo, heroísmo, alegría y llanto. Ningún sentimiento moderado se encuentra en las columnas que engrosan desde las 4 de la tarde la Diagonal Norte, avenida Corrientes, Córdoba, Belgrano, Independencia, San Juan hacia la 9 de Julio. Ni bien aprendemos a caminar, sabemos que para vivir este fervor, este amor, vamos a tener que aprender otra cosa: a alentar. Así entendemos la vida colectiva. </span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Un río, una ola, un océano, un tsunami celeste y blanco. Más de dos millones de personas que, sin prisa pero sin pausa, fluyen desde los barrios porteños, desde el Conurbano, desde las provincias, desde el cielo con diamantes del Diego. Inundan el centro porteño. Peregrinando desde el suburbio del suburbio de Avellaneda llegó Alexis. El hercúleo albañil llora: “36 años, hermano, desde la cuna que la vengo soñando a la copa. Pellizcame, no me quiero despertar”. Sueño de una primavera futbolera que no quiere terminar. “Hoy somos inmortales”, dice un grafiti tatuado a las apuradas a dos cuadras del Obelisco. </p><div class="widget-text wp_widget_plugin_box ad-120" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px;"><div id="div-gpt-ad-614887525704b-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654//NS_Passback_inRead_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"></div></div></div><div class="widget_text col-7 entre-1 d-none d-sm-none d-md-block d-lg-block" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; flex: 0 0 58.3333%; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; height: 0px; letter-spacing: -0.2px; max-width: 58.3333%; padding-left: 15px; padding-right: 15px; position: relative; width: 455px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: border-box;"><div data-google-query-id="CMiFk7LHivwCFbSNlQId_WEAow" id="div-gpt-ad-1665785398492-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"><iframe aria-label="Advertisement" data-google-container-id="2" data-load-complete="true" frameborder="0" height="1" id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" marginheight="0" marginwidth="0" name="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" role="region" scrolling="no" style="border-style: initial; border-width: 0px; box-sizing: border-box; vertical-align: bottom;" tabindex="0" title="3rd party ad content" width="1"></iframe></div></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">El triunfo es de cada persona que lo gritó y se volvió a ilusionar. De las que pusieron estampitas, velas prendidas, las que tuvieron cábalas, las que prometieron, las que juntaron figuritas con solemnidad, las que alimentaron familias enteras comprando remeras en la calle, las que usaron los talismanes, las que se tranquilizaron con estadísticas y confiaron en que viven en un país coronado de gloria. A la altura de la Avenida de Mayo se baila, se perrea, se twerkea, se canta el himno de la alegría que sale del baúl de un Golcito destartalado. En llamas, a lo bonzo, les pibis de Florencio Varela sacuden el esqueleto a todo ritmo. Confiesa el DJ a cargo de set: “Hasta que no nos den más las piernas, papu. Mañana no sé ni de qué trabajo”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="letter-spacing: -0.2px;">El mundial de fútbol recién termina, pero esto recién empieza. Falta que lleguen los pibes que pusieron la magia, que llegue Lio, el cuerpo técnico, les hinchas que pusieron el bombo. Falta que llegue la copa dorada, la concentración material de nuestras ilusiones. Falta volver a salir o falta no salir nunca de la calle. La tarde es sofocante y en el asfalto recalentado se ve la sombra de las banderas albiceleste que flamean en círculos, como satélites de nuestras alegrías. La tercera estrella no es más distante. Brilla, alta en el cielo, sobre la Argentina.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="letter-spacing: -0.2px;">Crónica publicada en <i>Tiempo Argentino</i>, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/deportes/la-patria-transpirada-postales-de-un-domingo-de-gloria-en-el-obelisco/">acá</a>.</span></p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-16436306353066219482022-12-21T03:00:00.002-08:002022-12-21T03:00:17.270-08:00Luche y vuelve: crónica bajo un cielo con tres estrellas en Ezeiza<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">Es un éxodo. En auto, en camiones, en micros, en bici, a caballo, a pata. Todo medio de locomoción arrima al pueblo hasta el predio de la AFA. Familias, grupetes de amigues, acarameladas parejitas de la mano, solitarios borrachos de gloria peregrinan hasta la flamante Meca del fútbol mundial. Vienen desde la ciudad de la furia macrista, desde los tolkienianos cinturones del Conurbano profundo, desde las provincias unidas, desde la patria grande latinoamericana y seguro desde más allá. Van a Ezeiza para recibir, no para irse.</span></p><p><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">No entra ni un alfiler en la curtida cinta asfáltica de la Ricchieri. ¡Mi reino por un metrito de banquina! La escena frente al Mercado Central parece sacada de “La autopista del sur” de Cortázar. El matrimonio del Fiat Uno no afloja con la bocina. Agitan a la monada de la Ford F100 que salta sin respiro en la caja, en el techo, en el capot. El pibito del Gol sonríe, me grita que tiene la sonrisa gardeliana de Enzo Fernández dibujada en la cara desde el domingo. El tachero del Peugeot 208 Full canta “¡Dale campeón, dale campeón!” Suena tan parecido al ¡Viva Perón, viva Perón! Tachito me giña un ojo y dibuja la V con los dedos. De repente, la inmovilidad obliga a dejar los bólidos abandonados a la buena de D10s. Diego los cuida desde su cielo de diamantes. Amén.</span></p><p><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">¡Gorro, bandera y vincha! ¡Gorro, bandera y vincha! Alejandra repite el mantra salvador que la ayuda a llegar a fin de mes. Desde Alejandro Korn se arrimó al festejo la costurera de 48 pirulos. Los gorritos los zurció con sus propias manos, esas manos sabias que le dan de comer a sus tres pibes: “Salen, salen. La mano está difícil y esto es hoy, es mañana y hay que seguir laburando. Pero Messi y los muchachos también me dieron una mano para llevar el pan a mi casa.”</span></p><p><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">En su pingo Canelo vino el gaucho Héctor. Cría animales y trabaja la tierra el muchacho de 38 años. Llegó a la AFA cabalgando a rienda suelta desde el suburbio del suburbio de Ezeiza: “Es que la patria se hizo a caballo, hermano, cómo no íbamos a estar para recibir a los campeones”. Abraza una imagen del Gauchito Gil y agrega: “El 8 de enero me voy con el Canelo hasta Corrientes para agradecerle al Gaucho la copa. Promesas son promesas. En el campo tenemos palabra.”</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Un mar, un océano, un tsunami celeste y blanco fluye bajo el Puente del Km 26 a las dos de la matina. Desde las alturas disfruta el oleaje el riojano Rubén: “Somos de los pueblos originarios, diaguitas, de Sañogasta. La fiesta integra todo. No andamos bien, la peleamos, la vamos a seguir peleando. ¿Cómo te pensás que se alcanzan los sueños? Preguntale a Messi”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">A unos metros, Martín, chagarín venido desde González Catán y fana de Brown, abraza a su hijito Marcos. El pendejo ataviado con la casaca de Messi duerme la siesta de los héroes: “Cuando pase el micro lo despierto. Está grogui, no sabés lo que gritó”. El boca en boca dice que el avión argentino ya pisó tierra santa. La caravana quedará grabada en la más recóndita memoria del pueblo. Pero hasta que llegue el micro, Marquitos seguirá acunado por su viejo. Abrigado por un trapo albiceleste. Y el manto de una noche alumbrada por tres estrellas. Brillan sobre la Argentina.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">La crónica se lee en <i>Tiempo Argentino</i>, por acá.</p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-41242262156543420682022-12-15T04:12:00.001-08:002022-12-15T04:12:17.349-08:00Yo nado<p> <span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">Yo nado. Cuando siento que estoy cerca del naufragio –a cámara lenta, diría Nicanor Parra, como todo naufragio que se respete-, yo me voy a la pileta. Agarro la mochila engordada por la malla, las antiparras, las ojotas, la toalla, y enfilo sin chistar para el Club Progresista. En Piñeyro, la parte más fabril de la fabril Avellaneda, hay un oasis a cuatro cuadras del Riachuelo. Mi bote salvavidas de 25 metros de largo. En sus andariveles, remo. “Yo remo / Yo remo / Yo remo contra tu vida”, escribió Michaux. También contra la mía. Para no irme a pique, yo nado.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">…………………………………………………………………………………….</p><div class="widget_text col-7 entre-1 d-none d-sm-none d-md-block d-lg-block" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; flex: 0 0 58.3333%; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; height: 0px; letter-spacing: -0.2px; max-width: 58.3333%; padding-left: 15px; padding-right: 15px; position: relative; width: 376.25px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: border-box;"><div data-google-query-id="CNmCr-TL-_sCFZFIuAQd_-8NAQ" id="div-gpt-ad-1665785398492-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"><iframe aria-label="Advertisement" data-google-container-id="5" data-load-complete="true" frameborder="0" height="1" id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" marginheight="0" marginwidth="0" name="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" role="region" scrolling="no" style="border-style: initial; border-width: 0px; box-sizing: border-box; vertical-align: bottom;" tabindex="0" title="3rd party ad content" width="1"></iframe></div></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><em style="box-sizing: border-box;">In Utero</em>. Aprendí a nadar en la panza de mi vieja. Consagrada docente, la mejor nadadora. Me contaron que era todo un espectáculo verla nadar a principios de los años setenta. Andrea volaba en mariposa. Ganó unas cuantas medallas. Por unos poquitos segundos del tirano cronómetro, mi mamá tuvo que ver Múnich ’72 en la tele blanco y negro de la casa de Ramos Mejía. Esos Juegos Olímpicos se tiñeron de rojo shocking. Fueron noticia por la masacre que sufrió la delegación de Israel en una toma de rehenes del comando Septiembre Negro, vinculado a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). La mayor tragedia de la historia de los JJ OO, con once atletas y entrenadores israelíes fusilados por los milicos alemanes en el “operativo de rescate”. La sombra de esos crímenes llega hasta el presente: el genocidio en Gaza y Cisjordania sigue con otros victimarios. Mark Spitz, un nadador californiano de origen judío, fue la estrella distante en lo deportivo. El “Tiburón” se comió el medallero: siete preseas doradas con sus respectivos récords mundiales. En la casa de mis abuelos había un póster de este Aquaman fibroso y bigotudo. Una suerte de santuario al que me invocaba cada vez que entraba a la pileta. En ese rectángulo de fibra de vidrio hundido en el jardín, custodiado por rosales, jazmines y agapantos, tuve mi bautismo de agua. Cada vez que entro a una pileta, siento que vuelvo ahí. A la pileta del Nonno, al convento de San Spitz, a la panza de mi vieja. <em style="box-sizing: border-box;">Nevermind</em>.</p><div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">…………………………………………………………………………………….</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">¡Pato al agua! Les cuento que me empapé de cultura natatoria para escribir esta crónica. Mientras nado, repaso mentalmente la pesquisa. “Meditación activa”, me dijo Alejandro, mi psicólogo, otro nadador avezado. Estilo libre.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Cuatro brazadas y una bocanada. Entonces llego a la orilla del Génesis, cuando la Tierra era un ojo de agua. Después pataleo hasta Grecia, donde chapotea Heráclito, que no sabe nada, pero sabe todo, se baña en el río que siempre fluye y descubre –baldazo de agua fría- que no lo rodea sólo líquido, sino el acontecer. Nadamos juntos, luego existimos.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Cuatro brazadas, otra bocanada. Hace poco un amigo me contó el mito de Hero y Leandro. Una historia de amor y natación. Ella, sacerdotisa de Afrodita, vivía en una torre en Sesto, en el extremo del Helesponto, actual Dardanelos. El pibe, al otro lado del estrecho. Se adoraban. Sus viejos les prohibieron verse. ¿Puede el agua apagar tanto fuego? Leandro nadaba todas las noches hasta la casa de su chica, guiado por la antorcha que encendía en la torre Hero, su faro. <em style="box-sizing: border-box;">Amor vincit omnia</em>. Pero una noche de tormenta, el fuego se apagó y el muchacho fue devorado por las olas. Al ver que el mar escupió el cuerpo sin vida de su amante, Hero saltó a la fosa marina como una clavadista. Maldito Neptuno que se ensaña con los enamorados y no con las flotas guerreras y mercantes. Cuentan que Lord Byron -poeta rengo en la tierra y pez en el agua- intentó desmitificar el mito. Primer gran nadador de la modernidad, con un amigo cruzó a nado el viejo Helesponto. Agotado pero canchero, se comparó con el héroe Leandro en un poema: “Él perdió su vitalidad y yo mi buen humor”. En otro, Byron se tatúa: “Las olas reconocen a su maestro”.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Cuatro brazadas, una bocanada. Vuelta americana. El cuento “El nadador” de Cheever es una perla que crece en las sucias profundidades de las piscinas gringas de la Costa Este. La deriva líquida –natación y alcohol- de Neddy Merrill –Burt Lancaster en la peli-: el caballero que quiere volver a su casa nadando todas las piletas del barrio. Sueño húmedo del <em style="box-sizing: border-box;">american dream</em>, devenido pesadilla a secas. El “Gran Splash” –o crac- desde el trampolín que pintó David Hockney. Creo que una vez me dormí nadando. Me despertó el golpe seco contra el borde. Esa frontera de mi patria. “Nada por la patria”, dice un grafiti anarquista que vi en Instagram hace unos días. ¿Tendrán confines mis océanos? Cuatro brazadas, una última bocanada.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">…………………………………………………………………………..</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Llegué un rato después de las 11 a la pileta del Progresista. Me gusta evitar la <em style="box-sizing: border-box;">rush hour </em>de la primera mañana, “cuando los andariveles están congestionados como la Panamericana”, como dice Sergio, el guardavidas. Prefiero el tránsito parsimonioso y el silencio casi monástico que inunda la pileta al mediodía. El agua me abraza y contiene. Es una corriente que me lleva de viaje por los mares, los océanos, los ríos, las lagunas, los tanques australianos, las pelopinchos donde pude zambullirme. El Mar Argentino, el bravo Pacífico, el barroso Amazonas, el correntoso Iguazú, el apunado Titicaca, el verde Mediterráneo, et al. Hasta los cóndores de las playas desoladas de Bolivia Mar me vieron nadar crawl con poco estilo.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><em style="box-sizing: border-box;">Crawl</em>, así se titula un libro de Héctor Viel Temperley, el mayor poeta del parnaso natatorio argentino. Su lectura me la sugirió hace años Ariel Idez, escritor, nadador de aguas abiertas, guardavidas, amigo. Los poemas de Viel Temperley son de una belleza inconmensurable como los océanos. Leerlos son una experiencia religiosa. Ahora tengo que abandonarlos -el llamado del agua-, pero antes de zarpar les dejo acá en el borde de la pileta unos versos del poeta. Tírense de cabeza. “Soy el nadador, / Señor, sólo el hombre que nada. / Gracias doy a tus aguas porque en ellas mis brazos todavía / hacen ruido de alas.”</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Crónica publicada en <i>Tiempo Argentino</i>, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/informacion-general/yo-nado/">acá</a>. </p></div><div class="widget_text col-7 entre-2 mx-auto mt-5 mb-5 d-none d-sm-none d-md-block d-lg-block" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; flex: 0 0 58.3333%; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; letter-spacing: -0.2px; margin: 3rem auto !important; max-width: 58.3333%; padding-left: 15px; padding-right: 15px; position: relative; width: 376.25px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: border-box;"><div class="ta-socios-block mx-auto bg-white" style="background-color: var(--ta-socios) !important; border: 0px; box-sizing: border-box; margin-left: auto !important; margin-right: auto !important;"><div class="socios-header-container" style="box-sizing: border-box;"><div class="content" style="box-sizing: border-box;"><div class="title" style="box-sizing: border-box;"><div class="btns-container text-center" style="box-sizing: border-box; text-align: center !important;"></div></div></div></div></div></div></div>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-77114597319308210492022-12-15T04:09:00.001-08:002022-12-15T04:09:18.147-08:00Marruecos: que la tortilla se vuelva<p> </p><p class="normal"><span lang="es">Los milicos españoles subieron al micro a la
altura de Valencia. La noche era oscura a finales de mayo pasado, sin una
estrella en el cielo de la madre patria. El colectivo había salido de Granada y
tenía destino final Barcelona. En el medio más barato para completar la deriva
de 700 kilómetros no cabía ni un alfiler. En el viaje hacia el amanecer, el
bondi avanzaba a los tirones, engordado por unos pocos turistas de la Europa de
élite, pila de migrantes africanos soñando el european dream y este flacucho
cronista porteño sin un mango en su billetera magra. </span></p>
<p class="normal"><span lang="es">El milico avanzó por el pasillo escaneando a los
pasajeros. “Documentos, por favor. Abajo”, indicó el rati con ojo colonial.
Moros, negros y este sudaca fuimos los seleccionados por el hombre de la
Guardia Civil para bajar de la bestia mecánica. Los europeos pálidos siguieron
arriba del micro, panchos, durmiendo la mona. Nos requisaron los bolsos, en
busca de la amenaza “terrorista”.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>A un
morocho veinteañero de acento de las mil y una noches le requisaron un
cuchillito de madera como si fuera un arma de destrucción masiva. Este cronista
perdió una bolita de dos gramos de hachís que había comprado en el barrio árabe
Albaicín de Granada. “Dale limosna mujer, porque no hay en la vida nada, como
la pena de ser ciego en Granada”. El humo del chocolate ayuda a soportar las
penurias granadinas. Casi una hora nos retuvieron los uniformados. Que más
papeles, que no querían más moros ni drogones en su patria. Botonazos. Al
final, nos dejaron seguir nuestra ruta. Nunca seré policía de provincia ni de
capital, cantaba Flema en los auriculares. </span></p>
<p class="normal"><span lang="es">El bondi hizo una parada estratégica al amanecer.
Desayuno, estirar las patas, apurar un cigarrillo. Rutinas del mundo
occidental. Para mis anónimos compañeros de andanzas y desandanzas, que venían
desde la otra orilla del Mediterráneo y más allá, fue un momento dedicado a la
oración. Mirando hacia la Kaaba, la casa de dios erecta en la Gran Mezquita de
La Meca, los muchachos comenzaron con sus rezos junto a la ruta. Se sabe, Alá
es grande. Está en todos lados. </span></p>
<p class="normal"><span lang="es">Ahmed era marroquí. Venía desde la nívea
Casablanca. En la mañana diáfana, compartimos un Camel argentino. El pibe me
contó que era comerciante, padre de familia y fanático de Messi. Viajaba hasta
París, previo stop en el Raval de Barcelona, para reencontrarse con su familia.
En un español sereno, me relató las penurias de ser migrante en la racista
Europa, los días de la miserable peste, sus ganas de que Argentina ganara el
Mundial. Yo le conté la historia de mi bisabuelo, Marino de la Santísima
Trinidad García, un anarquista con dosis desparejas de sangre cristiana, mora y
gitana que dejó atrás la malaria andaluza con una mano atrás y otra adelante y
se hizo la América en las pampas criollas. Historias de una familia, o de
miles. Arriba del bondi, hablamos un rato más hasta que nos venció el sueño. </span></p>
<p class="normal"><span lang="es">Al despedirnos en la terminal de micros de
Barcelona, entre risas, nos prometimos vernos en la final del mundial. En medio
de una nube de tabaco de otro Camel, Ahmed me regaló una sonrisa pícara blanca
como las nubes de su natal Magreb, el poniente, donde siempre el sol se va a
dormir. </span></p>
<p class="normal"><span lang="es">Esta mañana de miércoles me acordé mucho de
Ahmed. Lo imagino reunido con su familia y amigos en algún suburbio del
suburbio de París, esperando la gran semifinal contra los franceses. Un partido
que ni la mente brillante de Houellebecq habría podido cranear. Quizá, apurando
un picante kebab, fumando kif o tomando un tecito de sus pagos. Ojalá nos
veamos en la final sudacas y moros, compañero. Los sueños no tienen fronteras.</span></p><p class="normal">La crónica se lee en <i>Tiempo Argentino</i>, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/deportes/marruecos-que-la-tortilla-se-vuelva/">acá</a>.</p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-750023101247583454.post-45438344100969564502022-12-07T13:44:00.002-08:002022-12-07T13:45:37.709-08:00Soy el Riachuelo<p><span style="background-color: white; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px;">«Somos el vano río prefijado / rumbo a su mar. La sombra lo ha cercado. / Todo nos dijo adiós, todo se aleja. La memoria no acuña su moneda. / Y sin embargo hay algo que se queda / y sin embargo hay algo que se queja». Cándido Aranda no conoce los versos de Borges, pero dice que puede recitar poemas de sus memorias sobre las aguas que fluyen por el Riachuelo. En la mañana clara del martes, Aranda mira desde la cabina de su grúa las barrosas aguas. Y se lanza de cabeza a sus recuerdos: «Vi de todo en este río. Imagínese que laburo en el puerto desde los 18 años. Ahora tengo 66, medio siglo pegado al río. Estaba en las areneras, soy de los pocos gruistas que quedan. Cuando el puerto estaba vivo, se vendía arena a rolete, pero dejaron de entrar barcos, y el Riachuelo pasó a ser como un cementerio. Puro casco hundido y basura. El agua era petróleo, color tumba. ¿Se acuerda del olor? Hace unos años se sacaron los cascos, fueron a desguace, y nosotros venimos limpiando». Otra vez de gruista, pero ahora sacando los desechos: «Limpiando el agua que siempre me dio de comer. Dándole vida».</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Don Cándido se gana el pan laburando en la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar), el organismo público creado luego del fallo de la Corte Suprema de 2008 en la Causa Mendoza, que obligó al Estado (nacional, provincial y porteño) a avanzar en el saneamiento del río y sus afluentes. Se encarga de coordinar la política ambiental del curso de agua herido por más de 200 años de contaminación industrial, cloacal y domiciliaria. Un símbolo de basura y corrupción, y un reto titánico: tiene 64 kilómetros de extensión; 2000 kilómetros cuadrados habitados por 4,5 millones de personas. Atraviesa 14 municipios y nueve comunas de la Ciudad. La región más contaminada de la Argentina. Suena quimérico, pero no imposible. El viernes Acumar realizará una audiencia pública para debatir la navegabilidad de un tramo con fines turísticos, algo prohibido desde 2011.</p><div class="widget_text col-7 entre-1 d-none d-sm-none d-md-block d-lg-block" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; flex: 0 0 58.3333%; font-family: "red hat display"; font-size: 15px; height: 0px; letter-spacing: -0.2px; max-width: 58.3333%; padding-left: 15px; padding-right: 15px; position: relative; width: 455px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: border-box;"><div data-google-query-id="CPm3ia286PsCFfO7lQIdUWgIoQ" id="div-gpt-ad-1665785398492-0" style="box-sizing: border-box;"><div id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0__container__" style="border: 0pt none; box-sizing: border-box;"><iframe aria-label="Advertisement" data-google-container-id="1" data-load-complete="true" frameborder="0" height="1" id="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" marginheight="0" marginwidth="0" name="google_ads_iframe_/213885654/nota_generico_desktop/inArticle_desktop_0" role="region" scrolling="no" style="border-style: initial; border-width: 0px; box-sizing: border-box; vertical-align: bottom;" tabindex="0" title="3rd party ad content" width="1"></iframe></div></div></div></div><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Cándido extrae la basura que flota a la altura del Bosch, el puente que hermana Barracas con Avellaneda. El brazo del armatoste es una extensión del suyo. En un eterno retorno, el balde abre los dientes, muerde el agua y regresa empachado de botellas, bidones y bolsas de plástico (hasta plástico amorfo) amuchados contra una barrera flotante que les impide nadar a la deriva hasta La Boca, Dock Sud y las aguas quietas del Río de la Plata. Franco, diagramador del trabajo de limpieza, cuenta que sacan más de 300 toneladas de residuos flotantes al mes: «Tenemos 18 barreras. Con las grúas, los catamaranes y los barcos con tangones se barre el cauce hasta la Ruta 4. El cambio salta a la vista. Hace 20 años pasabas por acá y el olor te volteaba, hay un cambio en el color del agua, volvió la fauna. Esto es paso a paso, vamos bien». En las alturas, Don Cándido saluda con su brazo mecánico.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Paisaje Riachuelo</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">La lancha avanza, sin prisa pero sin pausa, rumbo a La Boca. Pilotea con destreza el patrón a bordo Carlos Gómez, capitán graduado con honores en los canales del Delta. «Allá es distinto, más tráfico de embarcaciones. Cuando empecé acá casi no se podía navegar por la basura. Había una idea de río muerto. Me daba una bronca bárbara el abandono. Ahora se puede andar. Ojalá se abra a todos. Me gustaría que mis nietos lo puedan aprovechar en el futuro, el río y el paisaje. Mire eso patos y las garzas, están volviendo a su casa», y señala a estribor una familia plumífera que pasea a la altura de El Coloso de Avellaneda. Las aves disfrutan de una vista ejemplar del gigante descamisado forjado en hierro por el escultor Alejandro Marmo. Un poco más adelante, los humeantes carritos de choripán alimentan a los descamisados del presente. Cultura trabajadora florece en los márgenes. Paisaje justicialista.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">«Pensá que el Riachuelo fue el centro de diversos procesos de crecimiento de nuestro país: económicos, sociales, culturales y políticos. Puerto natural desde la llegada de los españoles por sus aguas estables, mantuvo ese rol por siglos. Fue protagonista del modelo agroexportador y del desarrollo industrial. La boca de la Cabeza de Goliat. También el nuevo hogar y sustento de los migrantes; campo de batalla en las luchas de las organizaciones obreras, con fuerte participación de los anarquistas, y un lugar fértil para el desarrollo de la cultura y el deporte. Pero la contaminación es histórica. La primera orden de limpiarlo viene de las épocas de la Revolución de Mayo, este espacio parecía condenado al abandono. Nuestra misión es reconectar a los habitantes con el río», asume Carlos Gradin, trabajador del área de Cultura y Patrimonio de Acumar.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Gradin es licenciado en Letras y un enamorado del Riachuelo. El flechazo fue hace varios años, un domingo que se arrimó a Barracas para comer en El Puentecito, el bodegón decimonónico cerca del Viejo Puente Pueyrredón. Llegando al cauce tuvo una epifanía: «Un paisaje desconocido con puentes, orillas, verde, barracas del siglo XIX. Nadie te hablaba de ese espacio. Ahora se puede recorrer casi entero. El Camino de Sirga está abierto en su totalidad del lado de provincia y sólo restan algunos sectores del borde porteño hasta Puente Alsina. Es crear un paisaje nuevo».</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Del lado norte del río se aprecian las longevas barracas donde se acopiaba mercadería <em style="box-sizing: border-box;">for export</em>. La Barraca Peña, estoica, sigue de pie. Data del finales del siglo XVIII y tuvo la primera conexión ferroportuaria de la Argentina. Más adelante, a la altura de la Vuelta de Rocha, se pueden cerrar los ojos y con la mente pintar un fresco digno de Quinquela Martín o de Fortunato Lacámera, la <em style="box-sizing: border-box;">belle époque</em> boquense. Trabajadores haciendo fila para zarpar en los botes hacia la Isla Maciel, barcos pesados navegando, los boteros apurando el cruce y pibitos corriendo cerca del trasbordador. Volvemos al presente. El viaje sigue rumbo a cuatro bocas. El Riachuelo abraza a Dock Sud, Puerto Madero y el Río de la Plata. El polo industrial del «Doque» (ahí queda Villa Inflamable, donde vivían las primeras 17 denunciantes de la causa), el verde de la isla Demarchi de la Costanera Sur, las frígidas torres de Madero, el Puente Transbordador Nicolás Avellaneda con una pata en La Boca y la otra en Maciel.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: bolder;">Las casas del río</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Remontando hasta Pompeya llegamos a una zona donde la vegetación le gana la partida al cemento. De repente, del lado porteño se dibuja la silueta de la Villa 21-24. No es nuevo que la vieja «ciudad de lata» sea uno de los barrios más postergados de la opulenta Buenos Aires. Los márgenes del Riachuelo dieron abrigo a los nadies, familias castigadas por la exclusión y las crisis que construyeron sus hogares junto al río derruido. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Las soluciones habitacionales impulsadas por Acumar en la 21-24 y otros distritos ya alcanzaron las 6030 unidades, y otras 2923 se encuentran en ejecución. Aún restan 8818 unidades, según el Plan de Viviendas formulado por el organismo en 2010 para relocalizaciones. Lo que hace más complejo el asunto es que se necesita la coordinación de los tres Estados (Nación, PBA y CABA). Lo que para uno es prioridad para el otro puede no serlo. «En la 21-24 queda un tramo del camino de sirga por abrir. Pero hay mesas de trabajo con las familias. Los avances para el barrio se perciben: arbolado, complejos habitaciones, urbanización», cierra Gradin.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Volviendo rumbo al Puente Bosch, pasamos por las ruinas de un antiguo muelle. Sobre los tablones, dos tortugas de río toman sol, panchas por su casa. Sana envidia a la sabia naturaleza que todo lo vence. «</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #252b2d; font-family: "red hat display"; font-size: 19px; letter-spacing: -0.2px; line-height: 25.14px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;">Crónica publicada en <i>Tiempo Argentino</i>, por <a href="https://www.tiempoar.com.ar/informacion-general/somos-el-rio-cronica-de-un-riachuelo-que-quiere-volver-a-vivir/?fbclid=IwAR3OFopNLFB6JA81KpXoOtREL7vCLlzwfIe2_US5mMDJ9uYyWMW0mQc3Ge0">acá</a>.</p>Nicolas G. Recoarohttp://www.blogger.com/profile/11481569074655717846noreply@blogger.com0