lunes, 13 de agosto de 2007

Potosí 2007


Cerro Potosí, el monstruo resucita

Desde Potosí: Nicolás G. Recoaro - En diario Renacer: www.renacerbol.com.ar

Son las siete de la mañana y cientos de mineros esperan encontrar un lugar en los camiones que se estacionan sobre El Surco. El frío es durísimo a ésta hora de la mañana, el termómetro debe marcar menos cero y los charcos congelados sobre la ruta dejan vestigios de la helada nocturna.”Hay que estarse antes para encontrar campo en las movilidades, somos hartos mineros los que queremos subir a trabajar”, me explica Jorge Flores, un minero novato que ya lleva cuatro meses bajando a los socavones potosinos. Jorge es uno de los cientos de migrantes paceños y orureños que han llegado en los últimos tiempos a la ciudad, para conseguir trabajo en la mina. “Es que en Bolivia hay harto problema de trabajo y aquí el jornal se paga el doble que en La Paz”, me cuenta Jorge antes de saltar sobre el acoplado de una camioneta que lo llevará a su trabajo en la mina La Plata.
Potosí vive por estos días su segundo auge minero. La suba en los precios internacionales del zinc y el estaño (ya de la famosa plata ni se habla) produjo una fuerte reactivación en las principales empresas mineras que explotan el legendario Cerro Rico. “La ciudad vive un incremento de su actividad económica del orden del 12 % anual”, reflexiona el licenciado Ricardo González Alba, Oficial Mayor de Desarrollo Económico de la Municipalidad de Potosí, desde su oficina ubicada en el histórico campanario de la Compañía de Jesús, en pleno centro potosino. “Los jornales son de casi el doble que en cualquier otro departamento. Un perforador puede llegar a ganar más de 400 bolivianos por día”, explica González Alba. Las cifras se multiplican o triplican si hablamos de los verdaderos dueños de las minas y la inflación de la ciudad también. “Usted puede ver autos importados mejores que en Santa Cruz”, me explica Iván, un vendedor de encendedores del centro potosino. Las 4x4 de la aristocracia minera surcan la ex Villa Imperial, la ostentación de las Iglesias, los lupanares y calles bañadas de plata de la época de la conquista parecen metamorfosearse en estos tiempos de autos y DVD´s japoneses.
Sin embargo, las condiciones de trabajo y seguridad de los trabajadores mineros no han mejorado en lo más mínimo. Los camiones anuncian su partida con bocinazos y se pierden en las rutas que ascienden a las diferentes minas. La exuberancia del Cerro Rico asusta hasta al más valiente. Los mineros cargan su equipo y se preparan para ingresar al vientre del cerro. Miro la montaña e imagino los miles de mineros escarbando las entrañas de la montaña. La procesión va por dentro, dice el dicho popular; las penas se dibujan en las caras de miles de hombres que no tienen la certeza si ese día van a retornar a sus hogares. “Tengo 42 años de minero. Es mucho sufrimiento el trabajo en la mina. Hay que tener riesgo y cuidado, por los accidentes. Los carros y la dinamita, harto peligroso es el trabajo. Hay que matarse para que los hijos y las wuawuas estudien”, me cuenta Juan Condori, un minero de arrugas tatuadas en el rostro y gorrito del Che Guevara.
En el mercado del Calvario, centro neurálgico de las compras mineras, María vende jugos de quinua y manzana como desayuno vitamínico para los trabajadores del cerro. Las bolsas con coca provenientes de las Yungas y El Chapare se acumulan en varios puestitos del mercado. “La bolsita a tres bolivianos, el cigarro a un pesito y alcohol a tres”, explica Hortensia, una casera con más de treinta años de experiencia como vendedora. “Se vende harto más que hace unos años. El minero tiene buen jornal”, me dice antes de convidarme con un cigarrito que combina tabaco con anís. A pocos metros, en la puerta de un local, varios turistas extranjeros, disfrazados con cascos e impermeables, se preparan para vivir una “experiencia única e irrepetible” (según reza la propaganda de la agencia de viajes): un descenso dantesco hasta los interiores del Cerro Rico. Un paseo cargado de morbo que se vanagloria de poder compartir, aunque sea por unas pocas horas, las esclavistas condiciones laborales que viven los hombres y mujeres que cargan carretillas y perforan las profundidades de la montaña.
El viaje hasta la mina deja los cachetes helados de los que viajamos sobre el acoplado del camión. A mi lado, unos cinco chicos preparan sus lámparas eléctricas que los ayudarán en sus caminatas por los pasillos de las minas. “Estamos por las mañanas trabajando y después vamos a la escuela”, alcanza a decirme uno de los nenes antes de ingresar a trabajar a la bocamina. Los chicos que son explotados en la mina se calculan por miles en estos tiempos de ausencia estatal y reinado de las leyes de mercado. Los pibes trabajan desde los 14 años y la expectativa de vida de los mineros apenas supera los 40. “Hay pocos chicos que trabajan en la mina”, me explica un dirigente de la Cooperativa Unificada. A sus espaldas, los camiones en el Surco se cargan con niños menores de 18 años. “Los niños trabajan para mantener a la familia y no hay ninguna ley que lo prohíba. Debemos trabajar con el Gobierno Nacional y el Municipio para terminar con esto”, reflexiona el licenciado González Alba.
“La vida del minero es fregada”, me cuenta Marco Antonio mientras descansa pichando coca y fumando un cigarrito en su descanso fuera de la mina. “El jornal alto ayuda, pero el mal del minero (silicosis) o un accidente te terminan matando, ya tengo veinte años de minero y las condiciones del trabajo no mejoran. Estoy orgulloso de ser minero, es nuestra vida, la de toda la ciudad”, me cuenta Marco Antonio antes de que finalice su tiempo de reposo. Este cronista supo por la palabra de los mineros que el Cerro Rico y sus condiciones laborales se han cobrado más de 8 millones de humanos desde que comenzó su explotación en 1545.
El cementerio general de Potosí tiene dos panteones para los trabajadores mineros. El sol se oculta sobre los cerros que rodean la Villa Imperial. Unos rayos iluminan las imágenes y el cartel pintado sobre las paredes del lugar donde descansan los restos de los mineros: “Aquí yacen los hombres que entregaron sus pulmones por el bien de la humanidad”. El cerro que como hombres vivos sigue igual, matando y explotando; los patrones y las autoridades del gobierno siguen siendo sus principales cómplices.

3 comentarios:

Mandrágora Cartonera editorial dijo...

Señor Recoaro...
Si me permite hacer un breve comentario... lei su artículo sobre las letras bolivianas... me parece que tiene algo de cierto, pero, exageradamente adulón, pienso, por el hecho de que ud. reside en algún lugar de la paz o el alto... y cómo dice mi buen amigo, Xavier Barilaro, con sus apreciaciones superficiales, -por ejemplo sobre Saenz, que no fue sino un poeta amante del nazismo y no pasa der ser un escritor del lumpen paceño, que a falta de escritores la mal llamada crítica literatira en bolivia lo encumbró, no mas como pretexto- quiere hacerse la Bolivia, como repiten muy menudo algunos argentinos que vienen por estos lados... y eso de que las letras bolivianas han sido revolucionadas, por la aparición de un emprendimiento loable como son las editoriales cartoneras - además que haya sido en el alto y tratar de darle un matiz político irrelevante en la literatura- no es para creer que la historia, ahora, cambie...

saludos,

ivan castro aruzamen

Mandrágora Cartonera editorial dijo...

Carta abierta a Adolfo Perez Esquivel
(Premio Nobel de la Paz)

Es de sobra conocido su trabajo a favor de la lucha por los derechos humanos y su propuesta de la no-violencia en América Latina. Es loable todo su esfuerzo por los pobres. Pero, no acabo de digerir –sus apreciaciones sobre mi país– y no puedo hacerlo porque soy boliviano; uno más de los cientos, que vive y sufre el marasmo en el que andamos metidos, por culpa de dos fraccione encontradas, producto de la coyuntura actual. No dudo de su buena fe –siempre y cuando su opinión no sea otra más de la egoidad argentina– respecto a su mirada sobre la situación de mi país; sin embargo, advierto que existe en sus juicios un sesgo de parcialidad, además, sujeto a la superficialidad. Me gustaría empezar haciéndole algunas preguntas, ¿usted conoce Bolivia la de adentro la profunda, más allá de su eje troncal? ¿Ha sufrido en carne propia la embestida de un racismo explosivo –nunca tan lescivo a la dignidad humana en toda la historia democrática, como hoy– instaurado por el presidente Morales tras su discurso antineoliberal? ¿Ha pisado sectores campesinos, no afines al partido (movimiento) de gobierno, que no han visto en su entorno un ápice de transformación y cambio propuesto por Evo Morales y los pobres (invisibles) del palacio de gobierno? ¿Vio acaso la zona del Chaparé y el cono sur cochabambino (Totora, Mizque, Aiquile) donde el tráfico ilícito de cocaína (garantizado por los sindicatos) es el pan de cada día? ¿Viajó en algún microbús abarrotado de campesinos que miran con desconfianza a quién lleva unas gafas o viste diferente? ¿Presenció la borrachera de campesinos en la que las arengas antineoliberales están a flor de labios sin tener idea alguna de las mismas? ¿Conoce el trabajo de cubanos y venezolanos (practicantes) que obligan a la gente a aprender el himno de su país como agradecimiento por la ayuda recibida y los atropellos que cometen en nombre de la misma, lo mismo, que los yanquis ayer? ¿Observó algún linchamiento (asesinato) en nombre de justicia comunitaria, las más de las veces a inocentes, lesionando el derecho a la vida, por muy culpable que sea la víctima?...

Y más allá de los intereses encubiertos de la burguesía cruceña que usted crítica, nada nuevo bajo el sol –dice el Quohelet–, muchos bolivianos estamos de acuerdo con la exhumación del modelo centralista –del que hicieron las logias cruceñas un vehículo de sus mezquinos intereses–, al cual se arrimó –equivocadamente– el MAS en el referéndum nacional sobre las autonomías. No crea –ingenuamente- que un gran porcentaje de la población vive de espaldas a la lógica de utilidad que buscan legitimar los terratenientes del oriente detrás de las autonomías y los estatutos; pues no, más bien los tenemos bien identificados y no necesitamos que nadie nos venga a hacer caer en la cuenta del barro en que estamos empantanados. Asimismo, tiene mucha razón cuando dice que los oligarcas no soportan a un indígena (monolingüe) como presidente o a una señora de pollera (cantante de coplas) como ministra de justicia; sepa que no sólo son los autonomista los que tienen esta actitud sino sectores medios que entienden medianamente el dicho “zapatero a tus zapatos” y mucho más cuando hablamos del ejercicio de la función pública con miras al bien común. ¿Por qué entonces la reciente nacionalizada??? YPF no da visos de mejora cuando tiene al mando un abogado (todólogo)? ¿No debira ser un especialista en petróleos el encargado de esta empresa? ¿Es un derecho humano realizar una actividad para la cual uno no tiene facultad alguna? ¿Acaso un maestro carnicero está facultado para realizar una operación quirúrgica? ¿Es lícito arrogarse –como lo hace la izquierda boliviana, clásica posición de los intelectuales baratos– la voz de los pobres (campesinos) y aparecer como los salvadores (elegidos) cuando de miserables no tienen nada?

Comprendo la nostalgia que siente por las voces proféticas de obispos y sacerdotes conocidos por usted; y claro cómo olvidar a Helder Cámara calificándolos a los terratenientes brasileños de prostitutos sagrados o Leonidas Proaño denunciando una Iglesia Latinoamérica aliada a los ricos y poderosos, pero, asimismo sin olvidar la de los pobres y marginados; Pedro Casaldáliga seguro de que el espíritu sopla donde quiere, pero que dudaba sobre su soplo por los pasillos del Vaticano; pues, señor la lista es interminable… hoy vivimos un tiempo en que los profetas deben asumir el devenir y trasformaciones sociales, no ha punta de fusiles ni campos de concentración, sino en la opción por la democracia, por los derechos humanos, pero no dentro de sistemas colectivistas que no han hecho otra cosa que sembrar terror, pobreza, totalitarismo (Cuba); los nuevos profetas de la Iglesia asumiendo la causa de los pobres deben hacerle frente al gigante Heracles desde el enigma de Anteo. Seguir creyendo que el socialismo del siglo XXI es el anticipo del paraíso en la tierra es una ingenuidad igual o peor que sostener que dentro del libre mercado y su mano invisible existe salvación (Michael Novak); por muy premio nobel de la paz que uno sea para hablar de (por, para, en, sobre) los pobres se debe ser pobre!!!

Para terminar deseo transcribir unas líneas escritas por Dominique Lapierre, en la Ciudad de la alegría: “solamente un pobre puede reconocer la riqueza que es la pobreza. Sólo un pobre puede conocer la riqueza que es el sufrimiento (…) Y porque los pobres son los únicos que pueden conocer esa riqueza, son capaces de rebelarse contra la miseria del mundo, contra la injusticia, contra el sufrimiento del inocente, (…) Y si Cristo eligió nacer entre los pobres, fue porque quiso que fueran los pobres los que enseñaran al mundo la buena noticia de su mensaje, la buena noticia de su amor por los hombres”. ¿Serán estos pobres los que están en el palacio quemado de la ciudad de la Paz?


Cochabamba, mayo de 2008

Iván Jesús Castro Aruzamen
Prof. de derechos humanos ISET-UCB

Mandrágora Cartonera editorial dijo...

Carta abierta a Adolfo Perez Esquivel
(Premio Nobel de la Paz)

Es de sobra conocido su trabajo a favor de la lucha por los derechos humanos y su propuesta de la no-violencia en América Latina. Es loable todo su esfuerzo por los pobres. Pero, no acabo de digerir –sus apreciaciones sobre mi país– y no puedo hacerlo porque soy boliviano; uno más de los cientos, que vive y sufre el marasmo en el que andamos metidos, por culpa de dos fraccione encontradas, producto de la coyuntura actual. No dudo de su buena fe –siempre y cuando su opinión no sea otra más de la egoidad argentina– respecto a su mirada sobre la situación de mi país; sin embargo, advierto que existe en sus juicios un sesgo de parcialidad, además, sujeto a la superficialidad. Me gustaría empezar haciéndole algunas preguntas, ¿usted conoce Bolivia la de adentro la profunda, más allá de su eje troncal? ¿Ha sufrido en carne propia la embestida de un racismo explosivo –nunca tan lescivo a la dignidad humana en toda la historia democrática, como hoy– instaurado por el presidente Morales tras su discurso antineoliberal? ¿Ha pisado sectores campesinos, no afines al partido (movimiento) de gobierno, que no han visto en su entorno un ápice de transformación y cambio propuesto por Evo Morales y los pobres (invisibles) del palacio de gobierno? ¿Vio acaso la zona del Chaparé y el cono sur cochabambino (Totora, Mizque, Aiquile) donde el tráfico ilícito de cocaína (garantizado por los sindicatos) es el pan de cada día? ¿Viajó en algún microbús abarrotado de campesinos que miran con desconfianza a quién lleva unas gafas o viste diferente? ¿Presenció la borrachera de campesinos en la que las arengas antineoliberales están a flor de labios sin tener idea alguna de las mismas? ¿Conoce el trabajo de cubanos y venezolanos (practicantes) que obligan a la gente a aprender el himno de su país como agradecimiento por la ayuda recibida y los atropellos que cometen en nombre de la misma, lo mismo, que los yanquis ayer? ¿Observó algún linchamiento (asesinato) en nombre de justicia comunitaria, las más de las veces a inocentes, lesionando el derecho a la vida, por muy culpable que sea la víctima?...

Y más allá de los intereses encubiertos de la burguesía cruceña que usted crítica, nada nuevo bajo el sol –dice el Quohelet–, muchos bolivianos estamos de acuerdo con la exhumación del modelo centralista –del que hicieron las logias cruceñas un vehículo de sus mezquinos intereses–, al cual se arrimó –equivocadamente– el MAS en el referéndum nacional sobre las autonomías. No crea –ingenuamente- que un gran porcentaje de la población vive de espaldas a la lógica de utilidad que buscan legitimar los terratenientes del oriente detrás de las autonomías y los estatutos; pues no, más bien los tenemos bien identificados y no necesitamos que nadie nos venga a hacer caer en la cuenta del barro en que estamos empantanados. Asimismo, tiene mucha razón cuando dice que los oligarcas no soportan a un indígena (monolingüe) como presidente o a una señora de pollera (cantante de coplas) como ministra de justicia; sepa que no sólo son los autonomista los que tienen esta actitud sino sectores medios que entienden medianamente el dicho “zapatero a tus zapatos” y mucho más cuando hablamos del ejercicio de la función pública con miras al bien común. ¿Por qué entonces la reciente nacionalizada??? YPF no da visos de mejora cuando tiene al mando un abogado (todólogo)? ¿No debira ser un especialista en petróleos el encargado de esta empresa? ¿Es un derecho humano realizar una actividad para la cual uno no tiene facultad alguna? ¿Acaso un maestro carnicero está facultado para realizar una operación quirúrgica? ¿Es lícito arrogarse –como lo hace la izquierda boliviana, clásica posición de los intelectuales baratos– la voz de los pobres (campesinos) y aparecer como los salvadores (elegidos) cuando de miserables no tienen nada?

Comprendo la nostalgia que siente por las voces proféticas de obispos y sacerdotes conocidos por usted; y claro cómo olvidar a Helder Cámara calificándolos a los terratenientes brasileños de prostitutos sagrados o Leonidas Proaño denunciando una Iglesia Latinoamérica aliada a los ricos y poderosos, pero, asimismo sin olvidar la de los pobres y marginados; Pedro Casaldáliga seguro de que el espíritu sopla donde quiere, pero que dudaba sobre su soplo por los pasillos del Vaticano; pues, señor la lista es interminable… hoy vivimos un tiempo en que los profetas deben asumir el devenir y trasformaciones sociales, no ha punta de fusiles ni campos de concentración, sino en la opción por la democracia, por los derechos humanos, pero no dentro de sistemas colectivistas que no han hecho otra cosa que sembrar terror, pobreza, totalitarismo (Cuba); los nuevos profetas de la Iglesia asumiendo la causa de los pobres deben hacerle frente al gigante Heracles desde el enigma de Anteo. Seguir creyendo que el socialismo del siglo XXI es el anticipo del paraíso en la tierra es una ingenuidad igual o peor que sostener que dentro del libre mercado y su mano invisible existe salvación (Michael Novak); por muy premio nobel de la paz que uno sea para hablar de (por, para, en, sobre) los pobres se debe ser pobre!!!

Para terminar deseo transcribir unas líneas escritas por Dominique Lapierre, en la Ciudad de la alegría: “solamente un pobre puede reconocer la riqueza que es la pobreza. Sólo un pobre puede conocer la riqueza que es el sufrimiento (…) Y porque los pobres son los únicos que pueden conocer esa riqueza, son capaces de rebelarse contra la miseria del mundo, contra la injusticia, contra el sufrimiento del inocente, (…) Y si Cristo eligió nacer entre los pobres, fue porque quiso que fueran los pobres los que enseñaran al mundo la buena noticia de su mensaje, la buena noticia de su amor por los hombres”. ¿Serán estos pobres los que están en el palacio quemado de la ciudad de la Paz?


Cochabamba, mayo de 2008

Iván Jesús Castro Aruzamen
Prof. de derechos humanos ISET-UCB