lunes, 20 de abril de 2020

Laburantes esenciales

Abril fue un mes muy cruel para Camilo Cabrera. “Y no lo digo sólo por la cuarentena. Es que también arrancó el otoño. Mirá la cantidad de hojas que hay en la calle. Las veo y me dan ganas de largarme a llorar”, bromea el fornido barrendero, mientras arremete contra los centenarios adoquines de la calle Goncalves Dias, en el sur de la ciudad. Tiene 31 años, una docena de ellos en el gremio de la limpieza urbana. Vive en Luis Guillón, se levanta religiosamente a las cuatro de la madrugada para arrancar puntual a las seis y monedas con la faena del escobillón, la pala y la bolsa de consorcio. “Ahora estoy levantándome una hora antes, para no llegar tarde por los controles de la policía en el cruce entre Capital y Provincia.”
Llueva, truene, haga un frío siberiano o un calor de mil demonios, o bien una peste invada el planeta, ahí va Camilo con su carrito de limpieza rodando por las calles porteñas: “No queda otra, hermano, es un trabajo que hay que hacer. Los barrenderos estamos expuestos a muchos bichos, así que este coronavirus no es el primero que enfrentamos. En la calle peleás contra la mugre, contra las ratas, contra el agua que se junta y trae mosquitos y dengue. Acá se lucha todos los días, todo el año.”
Desde siempre usa guantes en su trabajo. En las últimas semanas, incorporó el barbijo. “No, no ando con miedo. La clave es mentalizarse para sobrevivir. También tomar muchos recaudos. Llego a casa, me saco la ropa y meto todo al lavarropas, nunca falla.”
Camilo amucha las hojas caídas, marchitas, amarillentas. Después las carga en la pala, suspira, completa la bolsa oscura y dice que así pone su granito de arena para combatir la pandemia: “Sin duda, nuestro trabajo es esencial. Mantenemos la limpieza, que es algo fundamental en estos tiempos.”
De la vida sin cuarentena, el barrendero añora poder visitar a su vieja y a su hija de diez años, que vive con su mamá: “No es lo mismo una videollamada o un mensaje por WhatsApp. Querría tenerlas cerca, pero sé que por ahora no se puede. No hay otra salida: tenemos que cuidamos entre todos.”
Crónica publicada en Tiempo Argentino, por acá

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