La muerte siempre deja un vacío. Una página en blanco. Ese es el fantasma que atraviesa la séptima novela de la estadounidense Sigrid Nunez. La protagonista y narradora de El amigo es una escritora neoyorquina que de forma inesperada pierde a su mentor, colega, amor, cómplice y sobre todo mejor amigo. En pleno duelo, de forma no menos inesperada, la narradora se tiene que hacer cargo del perro del escritor: Apollo, un descomunal gran danés arlequín un poco veterano y siempre melancólico del afecto de su difunto dueño. A la muchacha no le queda otra que llevárselo a vivir a su departamento liliputiense en el Midtown de la Gran Manzana. Arriesga el techo, porque en el edificio están prohibidos los animales. Bajo el iceberg de esta trama aparentemente humilde, se esconde una delicada, singular y bellísima historia de amistad entre una escritora solitaria y un perro más nostálgico que un tanguero de la vieja guardia.
El libro de Nunez trasciende los límites difusos y porosos de la novela. Explora muchos otros géneros y registros: el diario íntimo y siempre intimista; el dietario fino, obvio elegante, nunca inoportuno, donde se mezclan anécdotas y citas de autores como Kundera, Coetzee, Virginia Woolf, Rilke y J. R. Ackerley, cuyo libro Mi perra Tulip –una extraña y agridulce historia de amor entre un hombre y su pastor alemán- es otro clásico de clásicos de la literatura de animales. Pero en el fondo, y no tanto, El amigo es un breve ensayo y una larga meditación sobre la muerte, el dolor, la soledad, la amistad, la sexualidad, la cultura de lo políticamente correcto, los feminismos y la escritura. Sobre todo la escritura. Bueno, también, un tratado sobre las relaciones entre los humanos y los perros. “Casi siempre me ignora –confiesa la narradora sobre la mansa bestia canina-. Podría muy bien vivir aquí solo. Establece contacto visual a veces, pero al instante aparta la mirada otra vez. Sus grandes ojos castaños son impresionantemente humanos; me recuerdan a los tuyos. Tener aquí a tu perro es como tener una parte de ti.”
Prosa bella, pero no confundir con plebeya. La novela de Nunez es un libro raro, que atrapa por su diáfana capacidad para iluminar un presente que pinta demasiado oscuro. Una obra compañera. Como el perro que disfruta de las caricias en el lomo, mientras duerme a tus pies.
Una reseña publicada en Tiempo Argentino, por acá.
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