“Nuestros corazones reposaban
a la sombra de nuestras lanzas”. La cita es del Popolvuh, el libro sagrado de los quichés, el pueblo maya
guatemalteco. La tatuó Eduardo Galeano en la primera página de un libro que
escribió en 1967. Ese año, el periodista uruguayo hizo un viaje iniciático que
le cambió la vida. Llegó en aquel abril a Guatemala con la idea de subir a las
montañas, perderse en los montes y escribir crónicas. Quería contar la historia
de las FAR y el MR 13, los dos grupos guerrilleros que desafiaban al régimen
cívico militar títere de Estados Unidos, que gobernaba el país centroamericano
desde 1954, cuando la salida forzada del presidente constitucional Jacobo
Árbenz Guzmán dejó ver una vez más –cada vez más- la sombra fantasmal del
intervencionismo yanqui en nuestro continente.
“’Mis pilotos son rubios
y de ojos azules’, dijo una vez el ex presidente de Guatemala, Miguel Ydígoras
Fuentes, ‘pero eso no quiere decir que sean norteamericanos’. La coincidencia
física, en este país de indios, no resulta, por cierto, casual. La intervención
de los Estados Unidos en los asuntos internos de Guatemala abarca, desde hace
tiempo, todos los campos. La presencia imperialista en el país resulta, por su
crudeza, ejemplar: este es el descarnado modelo de la explotación que sufren las
atormentadas tierras al sur de río Bravo”, reflexiona Galeano en Guatemala. Ensayo general de la violencia
política en América Latina, libro fundamental de la obra del charrúa que es
rescatado por Siglo XXI a más de 50 años de su publicación original. Un texto
fascinante, longseller popular y pirata, ensayo germinal y antecedente directo
del clásico de clásicos Las venas
abiertas de América Latina.
Galeano tenía tan sólo
26 años cuando llegó a Guatemala, pero ya era un veterano cronista que había
laburado en varias redacciones al otro lado del charco: El Sol, Marcha y Época. También alquilaba su pluma con
colaboraciones en las prestigiosas Monthly
Rewie. An Independent Socialist Magazine de Nueva York, la yugoslava Revista de Política Internacional, la
californiana Ramparts y las italianas Mondo Nuovo y Problemi del
Socialismo.
En su periplo por el
oriente guatemalteco, Galeano logra conocer de primera mano las andanzas y
desandanzas de los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR). Las
entrevistas a los combatientes, muchos de ellos humildes campesinos, y a su líder
el comandante César Monte, “El Chiris”, le permiten descifrar la larga marcha
de las milicias populares clandestinas que enfrentaban con astucia a un enemigo
más numeroso, mejor entrenado –por los boinas verde estadounidenses- y
poderosamente armado. El uruguayo no pudo completar su pesquisa en el terreno donde
combatía el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre, la guerrilla occidental
liderada por Marco Antonio Jon Sosa.
Guatemala
es
un libro que combina dosis desparejas de la crónica todoterreno, el ensayo
histórico iluminador y el periodismo más riguroso. Textos ejemplares que fueron
escritos a contrarreloj, entre junio y agosto de 1967; y publicados en Uruguay
a finales de octubre del ’67, pocos días después de la ejecución del “Che”
Guevara en el oriente boliviano. Tuvo una
edición mexicana, una en inglés, también otra en italiano. Esta reedición es la
primera en nuestro idioma. Incluye exhaustivas lecturas de Pedro Daniel Weinber –profundo conocedor
de la vida y obra del montevideano- y del historiador Roberto García.
Leer hoy estas crónicas
urgentes sobre aquellas derivas de Galeano por la selva, sin privilegio alguno,
codo a codo con los combatientes, “caminando, caminando y caminando, arriba y
abajo por las sierras verticales, abriéndose paso dentro de los bosques húmedos
y densos a golpe de filo de machete”, permiten regresar aunque sea por un rato
a esos tiempos en que la revolución era una salida posible.
Cuentan que Galeano
jamás abandonó su cariño inmortal por Guatemala. El pueblo que le hizo
descubrir “el pulso presente de la larga y sufrida historia latinoamericana,
con todo el peso de sus derrotas y la fuerza de sus esperanzas”. En sus últimos
años, el escritor estuvo trabajando en un texto sobre la milenaria celebración
de la remontada de barriletes en el Día de los Difuntos, que realizan los
guatemaltecos en pueblitos como Santiago Sacatepéquez y Zumpango. Se elevan al
cielo cometas desde los cementerios para saludar a los fieles difuntos. Cada barrilete
lleva tatuado un “telegrama”, un mensaje de paz. El escritor no pudo ponerle punto
final a esta viñeta. La muerte lo alcanzó en 2015.
Sin dudarlo, en estos
últimos años, en algún pueblo perdido del paisito centroamericano, un barrilete
seguro voló alto en el cielo con su telegrama de paz para Galeano.
Publicada en Tiempo Argentino, por acá.
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